Un escaparate vacío en la Misión. Foto: Andy Furillo

Nota del editor: El desplazamiento de la comunidad  latina por la industria de la tecnología en el Distrito de la Misión ha sido bien documentado por una variedad de fuentes académicas, gubernamentales y periodísticas. En esta primera serie de dos partes, El Tecolote examina un esfuerzo a largo plazo de una organización sin fines de lucro local para revertir la marea.

Conforme la industria de la tecnología continúa inundando el Distrito de la Misión y las familias latinas luchan contra su corriente, una organización sin fines de lucro de un vecindario histórico y vibrante, fuente de vida, arte y orgullo en el mosaico humano de San Francisco, ha echado el ancla.

En un esfuerzo por estabilizar una comunidad que le ha dado un lugar a su identidad, Mission Neighborhood Centers ha lanzado una campaña de $14 millones para expandir su programa de cuidado y educación durante la primera infancia a cuatro nuevas ubicaciones, dos de las cuales se enraizarán en un plan de viviendas asequible- con el objetivo de contrarrestar el desplazamiento de latinos de este corazón geográfico de la ciudad, provocado por el crecimiento de dicho sector económico.

“Todos los estudios muestran que el acceso a una atención y educación de calidad temprana brinda a los niños de familias de bajos ingresos una ventaja significativa para garantizar que ingresen a la escuela y se gradúen de la universidad”, dijo Santiago ‘Sam’ Ruiz, director ejecutivo de Mission Neighborhood Centers. “Entonces, esta es básicamente una oportunidad única para que podamos cumplir con nuestra misión, desarrollar este liderazgo que capacite a las familias para construir vecindarios fuertes, saludables y vibrantes”.

Para crear una nueva sinergia en la lucha contra el desplazamiento, la agencia de Ruiz ya ha completado acuerdos para integrar dos centros de educación de la primera infancia (ECE, por sus siglas en inglés) en comunidades de viviendas asequibles en el distrito, incluido el proyecto de Mission Housing Development Corporation en la calle Mision, entre las calles 15 y 16 que comenzó en marzo. Otro se integrará en el sitio de viviendas asequibles de la Mission Economic Development Agency (MEDA) en la esquina de las calles Misión y 18.

Cuando se complete la construcción en estos y otros dos lugares: la antigua estación de policía en la calle Valencia 1241 (entre las calles 23 y 24) y otro sitio en la calle Bryant entre las calles 17 y Mariposa, Mission Neighborhood Centers habrá aumentado su número actual de 438 ECE vacantes por otros 218, para ayudar a reducir su propia lista de espera que actualmente llega a más de mil familias.

Ruiz ve la combinación de ECE y vivienda asequible como una posibilidad potente, una que les dará a las familias la oportunidad de construir un futuro en lo que había sido una comunidad predominantemente latina durante cuatro generaciones, hasta que el asalto tecnológico de la última década comenzó a sacar a La raza.

“La comunidad de la Misión ha sido la zona cero para el número de desplazamientos”, dijo Ruiz. “Si podemos lograr que los niños participen en estos programas y puedan graduarse de la escuela secundaria y la universidad y luego practicar una carrera exitosa, lo más probable es que puedan ganar un salario que les permita pagar el alto costo de vida en la comunidad de su preferencia, y luego retribuirle. Lo cual hemos visto que sucede a menudo”.

En ninguna parte de San Francisco (y tal vez en ninguna parte de California) el desafío es mayor para una comunidad para determinar el destino de su vecindario tanto como en la Misión.

En las últimas dos décadas, aproximadamente 8 mil latinos, un total del 25 por ciento de su número, han sido desplazados del Distrito de la Misión, por medio de desalojos y el puño cerrado de la economía de la oferta y la demanda del libre mercado.

Mientras que para el 2000 los latinos constituían más del 50 por ciento de la población de la Misión, cuyos padres y los padres de estos crearon una cultura que durante décadas se había convertido en una parte importante de la tejido étnico de la ciudad, el porcentaje de la población ha disminuido desde entonces a menos del 40 por ciento.

“No solo hemos sido transgredidos por la gentrificación, básicamente está borrando nuestra cultura”, dijo Roberto Hernández, cofundador del grupo de activistas contra el desplazamiento del barrio Nuestra Misión Sin Desalojo. “Y estamos luchando y luchando, y seguiremos luchando”.

La fuerza económica implacable de la tecnología, sin embargo, continúa atrayendo trabajadores altamente calificados de todo el mundo, a San Francisco y al resto del Área de la Bahía. Según el Brookings Institute, la industria empleó a 279,783 personas en 2017, desde San Francisco a Oakland y San José; 42,317 más que en 2015. Mientras tanto, el San Francisco Business Times calculó el crecimiento tecnológico en la ciudad en 4,600 empleos en el país durante el mismo período de dos años, a aproximadamente 55 mil.

Si bien se sabe que la industria hace millonarios de la noche a la mañana, también ha introducido cambios desgarradores en las vidas de las familias de antaño del Distrito de la Misión. Con los trabajadores de la tecnología inundando uno de los distritos culturalmente más ricos de la ciudad, la presión al alza que han puesto en los alquileres ha obligado a los nacidos y criados en la Misión a huir de la ciudad hacia lugares como Antioch, Fairfield, Dixon y más allá. Durante la última década, la afluencia del sector de la tecnología ha contribuido a que los propietarios de vecindarios presenten 1,696 avisos de desalojo, más que cualquier otro vecindario de la ciudad, según DataSF, el “portal oficial de datos abiertos” de la Ciudad y el Condado de San Francisco.

“Muchos vecindarios que hicieron de esta ciudad lo que es, son los más afectados”, dijo Tommi Avicolli La Meca, director de asesoramiento del Comité de Derechos de la Vivienda de San Francisco. “Ahí es donde la gente de tecnología quiere vivir, y los inquilinos de antaño están siendo expulsados. No estamos experimentando nada de lo que la tecnología está cosechando, que son muchas ganancias”.

La Meca agregó: “Creo que la tecnología necesita reconocer más de lo que lo han hecho, que están causando problemas y que están dispuestos a invertir en soluciones para ayudarnos a enfrentar mucho más de lo que han estado haciendo”.

En cuanto a las soluciones, Mission Neighborhood Centers cree que tiene una que funciona, combinando la tasa probada de éxito de la educación en la primera infancia con el recurso esencial de vivienda asequible.

Este año, MNC celebrará su 60 aniversario como una organización sin fines de lucro que ahora atiende a más de 3 mil personas de bajos ingresos, incluidas las 438 en los programas de educación para la primera infancia de la agencia. La organización enumera el “empoderamiento, la afirmación cultural y la responsabilidad personal” como sus principios básicos, con el objetivo de desarrollar habilidades de liderazgo para las próximas generaciones.

La educación de la primera infancia, y combinarla con la vivienda que los trabajadores de la Misión pueden pagar, es una piedra angular en el esfuerzo de la agencia para preservar la cultura del vecindario y evitar el desplazamiento étnico.

“Tenemos una comunidad muy cercana cuando se trata de familias latinas en San Francisco y la Misión”, dijo Ruiz. “Pero con los costos de hoy, y el tema del alquiler, es extremadamente difícil para las familias trabajadoras pobres continuar viviendo en esta comunidad”.

Tal como Ruiz y otros lo ven, la gran tecnología tiene la responsabilidad y la obligación de ayudar a aliviar su impacto en el Distrito de la Misión y otros vecindarios que experimentan transformaciones impulsadas por esta industria.

“El desplazamiento está directamente relacionado con la industria de las comunicaciones, con la industria de las puntocom”, dijo Ruiz. “Y ha habido un impedimento total para llegar a estas instituciones. Básicamente ignoran el hecho de que son los culpables y las principales instituciones responsables del nivel de desplazamiento que estamos experimentando. Luego se dan la vuelta y dicen que el problema es que la ciudad no tiene suficientes unidades de vivienda asequible, y mi pregunta a estas instituciones es, ¿cuál es su contribución para construirlas?”