Alex Samayoa (al centro) presenta a los ocho miembros que componen la cooperativa Maya Luna durante una cena comunitaria. (de izquierda a derecha) Enrique del Valle, Maximiliano Flores, Juan Nuñez, Alex Samayoa, Sofia Lopez, Rosy Herrera, Leny Chable, (no está en la foto: Maria G. Vasquez). Photo Zoë Clara Dutka

En las calles Folsom y la 19, un proyecto emocionante está en proceso detrás de las barras de hierro forjado de la ventana del comedor salvadoreño conocido anteriormente como Rosy’s restaurante. Se ha formado un colectivo de trabajadores dueños de su negocio cuyos grandes sueños apenas si caben en el menú, y la inauguración del restaurant Maya Luna será testimonio de ello.

“Rosy ha estado aquí por años”, explicó otro miembro de la cooperativa, Alex Samayoa, refiriéndose a la antigua dueña quien es ahora uno de los ocho miembros de dicha sociedad. “Esperamos que este nuevo modelo de negocio sea una ganancia mutua porque mantener un restaurant abierto no es fácil; tampoco lo es empezar uno nuevo. Esta es una oportunidad única para entrar y continuar, juntos con Rosy, el espíritu del barrio de este espacio”.

El 26 de marzo, la cooperativa junto con el organizador Oscar Grande en representación de PODER, fueron anfitriones de un evento para recaudar donativos, que dio a muchas familias la oportunidad de decidir lo que más les gustaría ver en el menú, luego de probar una variedad de más de treinta platillos deliciosos. El pequeño restaurante estuvo a su límite de capacidad con ochenta personas rotando alrededor del colorido bufet, anotando en una hoja de comentarios sus platillos favoritos.

El bufete presumía la variedad de platillos internacionales, que refleja la diversidad de origen de los miembros de la cooperativa.

“Estamos tratando sabores nuevos y diferentes sobre los platillos favoritos de cada quien. Yo hice un pollo en mole estilo Michoacán, mi región (en México)”, dijo María G. Vásquez, quien también enseña clases de arte a través de PODER, y desea hacer de Maya Luna un lugar disponible para otros talleres comunitarios de trabajo.

El plan es invertir el 25% de los ingresos en la construcción de otras cooperativas autosustentables en el área, con PODER actuando como organizador.

“La gente no puede pagar las rentas en aumento de este barrio”, suspira Samayoa, “así que lo que ven aquí es gente proveniente de Richmond, Hércules, y tan lejos como Stockton diariamente solo para ganar el salario mínimo. Queremos que trabajadores de esta comunidad reciban un salario que les permita vivir aquí”.

El negocio restaurantero tiene mala reputación entre los trabajadores por su relación con el estatus migratorio, lo que termina siendo un condicionante del trato y salario justos.

“Es ley que patrones revisen el estatus migratorio de sus empleados”, dijo Samayoa, “pero nada se dice de los patrones mismos: los dueños de los restaurantes. Y los ocho que formamos esta cooperativa, somos todos igualmente dueños”.

Pero con el fin de ganar suficiente para cada uno de los miembros de la cooperativa y recibir un salario decente, Maya Luna tiene que ser más que un lugar amigable en el barrio.

“Ahora mismo estamos tocando a las puertas, dijo Samayoa, “estamos presentándonos a las escuelas e instituciones del área, y esperamos que tomen interés en nuestro objetivo social y piensen en nosotros cuando necesiten servicio de banquete en su próximo evento”.

El equipo también incluye a un reconocido chef, Juan Pablo Núñez de Tijuana, México. “Sus camarones a la diabla serán la conversación del barrio”, aduló Samayoa.

Juan mismo está feliz de haber encontrado un espacio donde su creatividad puede florecer en la cocina. “He trabajado la mitad de mi vida en restaurantes”, dijo, “y la cocina nunca ha dejado de ensenarme algo nuevo o sorprenderme”.

“Eso es lo que es hace diferente a una cooperativa”, destacó Samayoa, “cuando hay un jefe las reglas son diferentes, no puedes proponer ideas nuevas, porque te preguntaran, ‘¿quién eres tú para hablarme sobre eso? Yo soy el jefe’. Aquí compartimos todo, incluyendo información, porque cada uno tiene algo que enseñar y algo que aprender, y como equipo nos balanceamos unos a otros; nos hacemos fuertes unos a otros”.

Luego de meditarlo, añadió un último comentario: “también compartimos los trastes sucios, gracias a dios, porque se multiplican como conejos”.

Maya Luna está siendo remodelado y abrirá las puertas la última semana de abril. 

 —Traducción Emilio Victorio-Sánchez