Eva Schloss, sobreviviente del Holocausto en Auschwitz y hermanastra de Anne Frank, luego de su charla en el Bankhead Theater en Livermore, en la cual compartió su experiencia durante la Segunda Guerra Mundial en la Alemania nazi. Foto: Alejandro Galicia Diaz

“Los [nazis] querían atrapar a cada judío”, dijo Eva Schloss ante un público repleto en Livermore el 13 de febrero, hablando sobre su infancia exiliada en Amsterdam. “Hicieron redadas en casas. En la noche tocaban a las puertas. La gente tenía que abrir sus puertas y dejar a los nazis entrar a registrar sus casas”.

Fue una experiencia aterradora que Schloss, ahora de 88 años de edad, compartió con una audiencia de más de 500 asistentes en el Bankhead Theater en Livermore, un evento organizado por Chabad del Tri-Valley para conmemorar el 70 aniversario de la publicación del diario de Anne Frank.

Schloss ve paralelismos problemáticos con la situación en [América]: “Bueno, he escuchado la noticia bien triste, que [el Presidente Trump] quiere construir una frontera”, dijo Schloss a El Tecolote antes del evento. “Es indignante. Cuando los rusos construyeron la frontera en Berlín, el mundo entero estaba indignado, incluso los EEUU. Y ahora de repente los EEUU quiere construir una frontera. Esperemos que eso nunca suceda de nuevo… los EEUU es un país de refugiados, él debería de estar feliz de que tiene gente buena viniendo de México y de todo el mundo”.

La historia de Schloss comienza el marzo de 1938 —cuando aún se conocía como Eva Geiringer— en un día que cambiaría su vida para siempre. Marcó el final de su libertad y la aceptación que Schloss y su familia disfrutaban toda su vida antes de que su nativo Austria fuera anexado por la Alemania nazi.

Con la invasión de los nazi, los actitudes hacia los judíos cambiaron. Sin embargo, el padre de Eva, Erich, no podía encontrar a alguien que pudiera llevarlos a los cuatro Geiringers a un solo escondite. Entonces la familia decidió separarse en grupos de dos. Eva se fue con su madre, Elfriede, y Heinz con Erich.

“Empecé a llorar, no quería que nos separáramos”, narra Schloss. “Yo era muy cercana a mi padre y mi hermano. Mi padre me explicó, ‘Si los dos estamos en lugares distintos, entonces la probabilidad de que sobrevivamos será mayor”.

Eva y su madre se escondieron en junio de 1942 por dos años, y luego fueron forzadas a mudarse tras pasar varios meses en un lugar porque sus anfitriones tuvieron temor de implicarse con las autoridades por haber escondido a judíos.

La señora que dio refugio a Erich y Heinz comenzó a extorsionarlos por más dinero, lo cual motivó a Erich a advertirle a su esposa a que encontrara un nuevo escondite. Schloss recuerda que una enfermera holandesa le ofrecieron ayuda pero luego resultó ser una doble-espía. A raíz de eso, los cuatro Geiringers fueron capturados en mayo de 1944. La familia fue encarcelada en una prisión local, campo de tránsito de Westerbork, y después de varios días, fueron deportados al campo de exterminio nazi Aushwitz-Birkenau.

La última vez que los cuatro Geiringers estarían juntos sería dentro de un camión de ganado siendo transportados a Auschwitz. En el camión, Heinz le dijo a su hermana que tenía cuadros de pintura escondidos debajo del piso. Él le prometió a su hermana que después de la guerra, volvería por su obra de arte. Heinz nunca regresó a casa. Pero Eva la recuperaría después de la guerra.

Mientras se bajaban del tren, la mamá de Eva le dio una gorra y un abrigo, para que Schloss aparentaba ser mayor de 15 años de edad y pudiera engañar al doctor nazi, Josef Mengele quien estaba a cargo de seleccionar y decidir quién procediera al campo y quién sería ejecutado al llegar al sitio.

“Cuando me vio Mengele, él no sabía mi edad”, dijo Schloss sobre su experiencia al llegar a Aushwitz y su encuentro con el Ángel de la Muerte. “[Su equivocación] fue lo que le salvó su vida al llegar… solo dependía de cómo se veía uno, cómo se sentía, entonces perdimos la mitad de los pasajeros en nuestro transporte. Bebés, niños, y hasta niñas de 17 y 18 años de edad fueron mandados al otro lado (para ser ejecutados) y por supuesto las personas de tercera edad… yo tenía 15 y no hubiera pasado la selección si el doctor se hubiera dado cuenta de quién era. Entonces eso fue el primer milagro”.

El grupo que sobrevivió la selección después fue alojado en las barracas donde fueron desnudados y después tatuados en los brazos con un número, como identificación.

“Nos dijeron, ‘No son seres humanos. Son como ganado, olvídense de que tienen nombres’, y después nos rasuraron la cabeza entera”, dijo Schloss.

Schloss cree que llegando a Auschwitz fue su segundo milagro porque los camiones enfrente y detrás de ella fueron llevados al campo de exterminio de Treblinka, donde no hubo una selección —todos fueron rociados con gas mortífero.

“Yo tenía 15 años y teníamos una linda familia anteriormente”, dice Schloss al describir qué fue que le dio fuerzas para sobrevivir Auschwitz. “Quería casarme, quería tener un novio, quería tener una familia, entonces nunca perdí la esperanza de sobrevivir. Porque cuando tenía 15 años, yo no estaba lista para morir y darme por vencida”.

Ambas Schloss y su madre sobrevivieron el Holocausto al ser liberadas por los rusos. Regresaron a Amsterdam donde intentaron reconstruir sus vidas. Otto Frank, quien también había sido deportado a Auschwitz y había perdido su familia entera, incluso a Anne, visitó a su familia seguido. Eventualmente, Elfriede y Otto Frank se casaron.

Desde ese entonces, Schloss ha escrito libros, viajado por todo el mundo para contar su historia y recordarle a la gente de que la división y el odio no pueden triunfar.