[su_heading size=»40″ align=»left»]Niños de la Misión[/su_heading]

Un día de aprendizaje para los participantes del programa de verano de Precita Center University en el Precita Park, el 14 de julio. Foto courtesía Valentina Sedeno

Nota del editor: El siguiente artículo es parte de la clase 575 Community Media de la San Francisco State University. Los estudiantes, bajo la dirección del profesor Jon Funabiki, se embarcaron en el proyecto  “Niños de la Misión”, donde se hace el perfil de numerosas organizaciones, empresas y programas.

San Francisco está en medio de una crisis en recreación para niños, en la cual, familias que viven y trabajan en el Distrito de la Misión, luchan por encontrar programas de verano a los que puedan asistir sus hijos.

“En la actualidad llenamos 400 espacios vacantes en dos días”, dijo la Directora Adjunta de Programas de Jamestown Community Center, Nelly Sapinski. “En esos dos días empezamos a tener una lista de espera para cada grado, específicamente para los niños más pequeños. El incremento [de Kinder] a quinto grado tiene gran demanda”.

Si bien es algo que simplemente está siendo resaltado ahora, directores de campamentos y administradores en la Misión han estado trabajando con este problema en los últimos años, haciendo todo lo posible para dar cabida a las familias en el vecindario.

“Cada verano es algo que hemos estado experimentando”, dijo la Directora de Mission Neighborhood Center’s Youth Services, Gloria Romero. “Tenemos gran cantidad de familias que están interesadas en nuestro programa que han estado llamando, enviando correos electrónicos y viniendo. Han sido meses buscando asegurarse de que obtengan cupo para el verano”.

Según Romero, la gran demanda de sus programas de recreación de verano ha llevado a su principal financiador del Distrito de la Misión, el San Francisco Department of Children, Youth & Their Families, a incrementar su presupuesto con la esperanza de satisfacer la demanda y abarcar a más familias en lista de espera y en espacios confirmados para sus hijos. A pesar del énfasis en el aumento de los recursos y la financiación, los Mission Neighborhood Centers y otros programas de verano en la Misión todavía están luchando por mantener el ritmo de la creciente demanda de programas de verano.

“Queremos ser capaces de soportar la demanda tanto como podamos”, dijo Romero. “Hay un montón de familias que necesitan un campamento de verano para sus hijos y sólo tenemos un cierto número de personal y tenemos que asegurarnos de mantener una relación de calidad entre el personal y los niños. Ser capaz de obtener los fondos adicionales ha sido un alivio para nosotros, porque entonces se puede contratar personal adicional y ser capaces de servir a más niños”.

A pesar de ser un problema en todo San Francisco, el Distrito de la Misión enfrenta desafíos únicos que magnifican el problema. Para las familias de la clase trabajadora de la Misión, no sólo es una cuestión de encontrar espacio para sus hijos en cualquier campamento, sino encontrar un espacio que sea, a la vez, asequible y tenga vínculos con el barrio.

Muchas de las familias que desean inscribir a sus niños en estos campamentos de la Misión se han trasladado a otros barrios de San Francisco o a otras áreas de la bahía debido al creciente costo de vida ocasionado por el boom tecnológico de la ciudad. Según Romero, muchas de las familias que acuden al  Mission Neighborhood Center, lo hacen porque, a pesar de no estar viviendo más en la zona, desean que sus hijos sean parte del barrio. Para estas familias la posibilidad de no poder inscribir a sus hijos en campamentos en un barrio con el que tengan profundos lazos sociales y culturales, hace que la cuestión resulte más difícil.

“Nuestra comunidad ha estado experimentando la gentrificación y todo lo que viene con eso, y tenemos familias que han sido expulsadas de la ciudad… Ellos todavía van a la escuela, trabajan y juegan en esta comunidad”, dijo Romero. “Muchas de las familias crecieron en este barrio, por generaciones y esta es su comunidad. El Distrito de la Misión es donde han vivido, en donde han ido a la escuela y donde juegan”.

El Coordinador del Programa de Verano de Precita Eyes, Daniel Villarreal dice que es muy difícil que las familias se aparten.

“Ellos nos conocen, saben de nuestro programa y quieren que sus hijos estén aquí”, dijo. “Uno siempre va a sentirse mal por esas situaciones en las que hay que rechazar familias, pero tratamos de mantener los recursos disponibles para ellos y no sólo abandonarlos”.

Programas y centros comunitarios como Jamestown y Mission Neighborhood Center se unen para tratar de resolver el problema poniendo en contacto a las familias en lista de espera con otros campamentos en San Francisco que pueden tener más espacio disponible para sus hijos.

“No queremos rechazar a las familias, así que los ponemos en lista de espera, pero luego también tratamos de conectarlos con otros campamentos de verano y averiguar dónde tienen vacantes”, dijo Romero.

Los directores y coordinadores de los campamentos del Distrito de la Misión reconocen que este es un buen comienzo, pero no una solución definitiva. Al proporcionar a las familias otras alternativas y recursos, por lo menos pueden encontrar un lugar seguro y asequible y mantener el optimismo de que, eventualmente, encontrarán alguno en su querido barrio.