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En la esquina de las calles Lyon y Page, en el Distrito de Haight-Ashbury en San Francisco, se encuentra la Casa Huckleberry. Un verdadero oasis para aquellos jóvenes que han abandonado sus hogares y que no tienen dónde vivir. La casa de color celeste de estilo victoriano, con una chimenea de ladrillos, está abierta 24 horas al día, y ofrece refugio los siete días de la semana.

“Creemos que cada joven merece una oportunidad para alcanzar su potencial, por lo tanto ofrecemos una gran variedad de servicios para convertirlo en realidad”, dijo Douglas Styles, director ejecutivo de los Programas Juveniles Huckleberry.

Según una encuesta hecha en 2015 por Point-In-Time Homeless, la población total de indigentes que viven en refugios más los que andan por las calles era de 7,539, de los cuales 853 eran jóvenes. Según la encuesta, cerca de 3,200 indigentes en San Francisco van a refugios, el resto anda deambulando por las calles.

La Casa Huckleberry ha ofrecido sus servicios de vivienda desde 1967 y provee 24 horas de intervención, resolución y refugio en caso de emergencia para aquellos jóvenes de 11 a 17 años de edad que se encuentran en crisis.

Durante una conferencia de prensa de New América Media, el Defensor Público de San Francisco, Jeff Adachi, dijo: “En San Francisco existe una gran distancia entre los ricos y los pobres. Doce por ciento de nuestra población vive bajo el nivel de pobreza establecido por el gobierno federal. Tenemos más de tres mil niños sin vivienda en nuestro sistema escolar público”.

Según un reporte hecho por la Coalition on Homelessness en San Francisco, cerca del 40 por ciento de estas personas pertenece a familias sin hogar y 2,352 estudiantes sin viviendas están matriculados en el Distrito Escolar de San Francisco, una cifra que hace diez años atrás era de 844 en 2005.

La casa ofrece servicios gratuitos, como duchas, lavadoras y secadoras de ropa y comida caliente. Los huéspedes también pueden hablar con un consejero sobre sus dificultades y ayuda para encontrar soluciones.

La vivienda es solo uno de los muchos servicios que se ofrecen en la casa Huckleberry; también se brinda ayuda a aquellas familias inmigrantes con niños abandonados por sus padres en su país de origen. Se apoya a aquellos jóvenes que son abusados sexualmente por lucro, así como servicios de salud, educación sobre la salud, entrenamiento de trabajo y acceso a estudios avanzados.

“Nuestro programa se enfoca en reunificar y fortalecer a las familias”, dijo Katie Reisinger, directora del programa de Huckleberry House. “Queremos asegurarnos que las familias discutan los problemas y se conecten con nuestros servicios de terapia”.

La casa de dos pisos tiene seis dormitorios, se permite una estadía máxima de tres semanas, aunque los huéspedes se quedan un promedio de dos o tres días. Según Styles, a la casa llegan entre 200 a 300 huéspedes al año.

“El objetivo principal es que cada huésped solo se quede un corto tiempo en la casa y que regresen a su hogar lo antes posible” dijo Styles. La estadía promedio es de dos a tres días aunque tenemos aquellos que se quedan por varias semanas, pero preferimos se queden poco tiempo, para así estabilizar la vuelta a sus hogares”.

Según Huckleberry House, 93 por ciento de los jóvenes que utilizan sus servicios vuelven a su hogar o se les encuentra una vivienda donde se sientan seguros.

“Nuestro mayor motivo es el de apoyar a los jóvenes y asegurarnos que puedan alcanzar su potencial”, dijo Reisinger.

Huckleberry también ofrece servicios para la prevención de la delincuencia.

Huckleberry’s Community Assessment Resource Center (CARC), es una opción alternativa para aquellos jóvenes que han sido arrestados, ya sea por crímenes mayores o menores, según Styles.

El programa se hace en colaboración con el personal experto en libertad condicional, oficiales de salud pública, departamentos de policía y la comunidad.

Primeramente, los oficiales de policía lleva a los jóvenes que han sido arrestados a CARC y después, se les reúne con los oficiales de libertad condicional, un psicólogo que pueda identificar una posible crisis física o mental y también los ve la persona que se encargará del caso y que hará una evaluación voluntaria.

“Queremos mantener a los jóvenes fuera de la cárcel mientras sea posible”, explicó Styles. “El objetivo principal es devolverle estructura a sus vidas, para que no salgan a cometer crímenes ni se les arreste. Estamos aquí para lo que se necesite”.