(Desde la izquierda) Jeremiah Jeffries, Anthony Khalil Peebles, Stevon Cook, Mark Sanchez y Kim-Shree Maufas participan en el panel ‘Comunidades negras y morenas unidas en la lucha’, recordando los trágicos disturbios policiales ocurridos en la Thurgood Marshall Academic High School. El panel, organizado por el Club Democrático Latino de San Francisco, tuvo lugar el 18 de septiembre en el Centro Eric Quezada de Cultura y Política, ubicado en el 518 de la calle Valencia. Cortesía: SF Latino Democratic Club

El estribillo de la canción de Khalil Anthony Peebles, ‘Mista’, repite la frase “Querido policía de Mista, por favor retira tu mano del cuello de mi hermana”.

La letra de su canción expresa los horrores de un evento que él y sus estudiantes padecieron en la Thurgood Marshall Academic High School (TMAHS) el 11 de octubre de 2002 a manos de la policía de San Francisco. Al resultar difícil hablar sobre esta experiencia, tanto por el trauma que la acompaña como por la forma en que las entidades de la ciudad y los medios de comunicación hicieron que la historia afectara la imagen de la escuela, Peebles recurrió al arte como un medio para procesar lo sucedido en esa fecha, mientras que gran parte del evento sigue siendo olvidado o desconocido para el resto de los residentes de San Francisco.

Pero el 18 de septiembre de 2019, en el Centro Eric Quezada de Cultura y Política, Peebles habló públicamente por segunda vez sobre el evento en un panel sobre el 10/11 organizado por el Club Latino Democrático que fue moderado por Jeremiah Jeffries. Peebles, estuvo junto con otras tres personas afectadas por los eventos de ese día, incluyendo a Kim-Shree Maufas, entonces presidente de la Asociación de padres, maestros y estudiantes (PTSA, por sus siglas en inglés) y ex comisionado de la Junta de Educación, cuya disertación proporciona gran parte de la información para este artículo, Mark Sánchez, miembro de la junta escolar en 2002, y maestro sustituto en Thurgood Marshall durante algunos años, quien actualmente se desempeña como Vicepresidente de la Junta de Educación, y Stevon Cook, ex alumno de Peebles y actual presidente de dicha Junta.

Khalil Anthony, aún conocido por muchos como el señor Peebles, era profesor de literatura y tenía 29 años de edad en 2002, y solo dos años como docente. TMAHS se estableció como escuela por medio de un decreto por consentimiento, lo que significa que fue fundada en 1994 como resultado de un acuerdo entre el Distrito Escolar Unificado de San Francisco y la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP, también por sus siglas en inglés) en el que las partes involucradas acordaron que una sola raza o etnia no debería constituir el 45 por ciento o más de la población estudiantil. A TMAHS se le designó como ‘una escuela negra’, a pesar de que la mayoría de los estudiantes de ese año eran asiáticos, en comparación con el 28 por ciento de afroamericanos y el 14.9 por ciento eran latinos.

Los administradores de Marshall reclutaron activamente maestros con experiencia, alto nivel de educación, lo que hizo que estos educadores se sintieran atraídos por el riguroso programa académico y la actitud adoptada por muchos de los estudiantes, quienes sentían reverencia hacia una educación universitaria, y el respeto mutuo, el cual se refería con frecuencia como “el camino de Marshall”.

Cuando se le preguntó qué consideraba como pérdidas tras el incidente, particularmente para los estudiantes negros ese día, Cook hizo una pausa antes de responder y explicó que podría emocionarse. “Era como una Meca para nosotros. Realmente pensábamos que nos llevaría a ser algo ya que es lo que se esperaba de nosotros. Simplemente no había otra opción”.

Pero el 11 de octubre de 2002, “el Camino Marshall” se perdió. Temprano esa mañana, justo antes de que comenzara el día escolar, hubo una disputa sobre un asunto financiero entre dos estudiantes varones, uno asiático y otro afroamericano. La disputa se convirtió en una pelea a puñetazos que luego fue calmada por el personal de la institución. Los padres fueron notificados de la pelea y se les pidió que recogieran a sus hijos. Unas horas más tarde, el hermano mayor del estudiante afroamericano que participó en la pelea llegó al sitio y fue recibido por un grupo de amigos del estudiante asiático. El encuentro se convirtió en otra confrontación física, que no llegó más allá de los puñetazos. Sin intentar solicitar la ayuda de los maestros u otro personal escolar, el oficial de recursos escolares (SRO) del departamento de policía asignado a la escuela emitió una llamada de auxilio. “Estas llamadas generalmente están reservadas para cuando los oficiales se encuentran en peligro mortal”, dijo el jefe de policía adjunto, el alguacil Paul Miyamoto, quien durante la reunión del 18 de septiembre en TMAHS, lo acompañaron algunos de sus propios oficiales, y se sentó ante la audiencia. La llamada puso en alerta a toda la ciudad como también a todos los oficiales en servicio. Dado que muchos medios de comunicación escuchan la radio policial, también se enteraron de la llamada de auxilio. Pero como un miembro del club se apresuró a señalar: “Dudo que hubieran hecho algo diferente si se hubiera emitido la llamada correcta”, ya que en lugar de aclarar y resolver la disputa rápidamente, la situación solo se intensificó una vez que llegaron los policías.

Apenas unas semanas antes, hubo otros incidentes más serios en otras dos escuelas secundarias del Distrito Escolar Unificado de San Francisco a las que se respondió con menor fuerza policial. En septiembre de 2002, el SFUSD informó al SFPD de un tiroteo en la escuela preparatoria Washington. A pesar de que su población estudiantil triplica a la TMAHS, la policía respondió con un solo automóvil y la situación se resolvió. Una semana después, estalló una pelea con cuchillos en Lincoln High School. Seis policías respondieron al llamado de la escuela con un estudiantado de 2,560. La diferencia entre estas respuestas radica en el hecho de que tanto Washington como Lincoln eran predominantemente escuelas blancas y asiáticas. A menos de 15 minutos de la llamada del SRO a la TMAHS, 120 oficiales arribaron; algunos permanecieron afuera de la escuela y otros sobrevolaron en helicóptero. Mientras tanto, aproximadamente 90 oficiales armados andaban por el recinto, muchos de los cuales marchaban con equipo antidisturbios completo que incluía cascos, chalecos y porras. Justo antes de que los oficiales llegaran, el nuevo director hizo sonar la alarma de incendio de la escuela, lo que intensificó la situación. Los estudiantes no sabían si evacuar, como se les había enseñado durante los simulacros de incendio, o quedarse en sus aulas. “Muchos estudiantes se sintieron provocados ya que habían tenido encuentros con la policía en sus vecindarios anteriormente”, explicó Maufas. Cuando Peebles miró por la ventana de su aula, atestiguó cómo oficiales golpeaban a estudiantes con porras. Instruyó a sus alumnos a permanecer en el aula antes de él salir a los pasillos, donde la policía con equipo antidisturbios marchaba en formación con sus escudos frente a ellos, deteniendo a los estudiantes que intentaban evacuar.

Recuerda haber visto a un oficial en la puerta de otro salón de clase “literalmente cogiendo a una estudiante por la base del cuello y arrojándola contra el suelo”. Peebles sacó una grabadora de video de su clase antes de salir al pasillo. Pero cuando comenzó a hacerle preguntas a la policía que usaba una fuerza extrema, fue arrestado rápidamente con cargos de incitación a disturbios, a pesar de haber estado en su salón de clase solo momentos antes.

Peebles no fue el único a quien se le arrestó. Otros tres estudiantes fueron llevados esposados. “A los padres no se les permitió ver a sus propios hijos durante días para que los moretones no se notaran”, dijo Maufas. Luego, antes de que tuvieran la oportunidad de conseguir un abogado, el alcalde trajo a los estudiantes a firmar un contrato acordando no demandar a la ciudad.

Durante meses, estas familias fueron silenciadas. No se llevó a cabo una audiencia de la junta escolar sobre el incidente hasta el año siguiente en marzo de 2003. La policía nunca emitió una disculpa por su excesivo uso de fuerza, y el director regresó al año siguiente.

Pero algo que se ha roto no puede volver donde comenzó. Después del incidente, muchos estudiantes se transfirieron a otras escuelas. Los requisitos de nivel de crédito de graduación se redujeron para acomodar a la nueva población estudiantil que vendría después del cierre de otra escuela secundaria. Se dejó que las personas encontraran formas de lidiar con el trauma de ese día por sí mismas.

San Francisco finalmente debe dar a luz un secreto de 17 años que, pese a declararse una ciudad incluyente, formó parte de una larga historia de eventos como Little Rock Nine, eventos de vigilancia racista en las escuelas. A medida que se acerca el aniversario del 10/11, San Francisco debe encontrar una manera de reconciliarse con este evento.