[su_label type=»info»]COLUMNA: EL ABOGADO DEL DIABLO[/su_label]

Ilustración: Gus Reyes
Carlos Barón

En la mañana del 25 de enero, al encender mi computadora, me sorprendió la trasmisión en vivo de un espectacular evento, que estaba sucedienco en la capital del país, apenas a tres cuadras de la Casa Blanca.

Ahí, bajo de un sorprendente cielo azul invernal, siete activistas de la organización Greenpeace, 4 mujeres y 3 hombres, se habían trepado a una enorme grúa de construcción, para quedar suspendidos de cuerdas, a más de 90 metros del suelo. Una vez arriba, se las ingeniaron para exhibir un enorme telón de 9 por 22 metros. Luego de algunas arriesgadas maniobras por parte de los activistas, el telón se meció suavemente en el frío aire matutino, exhibiendo una sola palabra, simple y poderosa: RESISTIR.

Quedé fascinado y feliz con el espectáculo, que resultó un gran aliento moral para contrarrestar la inauguración de la presidencia de Donald Trump. Sentía como si mis propias esperanzas colgaran junto a esas valientes figuras en mi pantalla.

¡Me sorprendí mucho al descubrir que conocía a una de las atrevidas figuras! Entre las mujeres, la que llevaba una gorrita de los Gigantes de San Francisco debajo de un casco protector, era Nancy Pili Hernández, conocida activista política, muralista, danzante y luchadora por las causas del barrio de la Misión y del mundo.

Hace pocos días, pudimos conversar. Ella me contó que su padre era chicano y su madre, irlandesa. También confesó que fue la primera vez que trató de hacer una transmisión en vivo vía Facebook. Sonaba orgullosa por el logro técnico, aunque yo pensé que palidecía en comparación con la bravura que todos habían exhibido al subir a esa grúa. En su caso particular, además de acarrear su propio peso (“¡Esa es mucha carga!”, se rió) Nancy llevaba consigo una mochila que pesaba casi 32 kilos!

Le pregunté cómo había logrado esa estupenda acción. Respondió que ha sido una estudiante (y participante) de actos de desobediencia civil desde su adolescencia. “Esta acción directa fue una proclama, no solo de lo que intentamos detener, sino que —más importante aún— de lo que deseamos ver en el mundo. El telón no decía “F** Trump!”, o “¡Alto a los oleoductos!”. Nuestro mensaje era de esperanza. Con él, declaramos nuestra intención de resistir todos los ataques, sean en contra del planeta o en contra de la gente”. Sonreía al hablar y muchas de sus frases eran seguidas por una suave risa, clara señal de su tibia y desbordante personalidad.

Quise saber cómo se habían preparado para su acción, pero –por razones legales– no podía darme esos detalles. “Solo puedo decirte que una manera de prepararme fue el caminar por Bernal Heights, con una sobrina por delante y otra cargada en mis espaldas, envuelta en un rebozo”. Su risa contagiosa acentuó esa memoria.

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¿Acaso había pensado en Alex Nieto (asesinado por la policía de San Francisco en ese mismo cerro), al caminar por ahí? Ella solo respondió “¡Siempre! Ahora, el cerro se siente diferente”. Esta vez, su risa no asomó.

Con mis estudiantes de la Universidad Estatal de San Francisco (Nancy se graduó de esta institución), recientemente discutíamos acerca de los héroes y heroínas latinos. Una muchacha de la clase comentó que a las mujeres casi no se les mencionaba en sus clases, algo que trataremos de remediar este semestre. De hecho, ¡Nancy Pili va a visitarnos en esa clase! Ella se declara orgullosa de que esa acción fue mayoritariamente femenina, tanto arriba de la grúa como abajo en terreno plano, donde el grupo de apoyo fue liderado por mujeres.

Captura de pantalla de la activista local, muralista y bailarina, Nancy Pili, conforme ella graba en vivo un video vía Facebook mientras se encuentran en lo alto de una grúa, durante una acción de Greenpeace cerca de la Casa Blanca. Courtesía: Greenpeace USA

Pregunté a Nancy su opinión acerca de quién calificaba como heroína. ¿Acaso ella calificaba? Ella respondió: “Para mí, un héroe es quien tiene más experiencias actuando en representación de los demás”. Pausó brevemente y continuó: “Realmente no pensé que tal vez me llamaran heroína. Se siente… raro… que haya quienes piensen eso de mí.  Es un honor… pero lo siento raro”. Esta vez, su risa volvió a aflorar, un tanto tímida.

¿Miedos? Declaró haber pensado —brevemente— en su propia muerte, pero en vez de expandirse, sus miedos se centraron “en la gente que estaba allá abajo… amenazada por las políticas migratorias racistas… y en la gente de la Misión, afectada por la gentrificación”. Para mí, su respuesta denota una total carencia de egoísmo.

¿Qué pensamientos tuvo allá arriba, durante esas 14 horas? “Pensé en mis sobrinas, en mis amistades… Más tarde, cuando el sol caía, sentí que podía mirar hacia el futuro… más allá de esta administración… ¡Pero no hemos terminado! ¡La faena diaria es muy necesaria!”

Finalmente, pregunté qué había llevado arriba con ella. ¿Música? “¡Claro que teníamos música! Entre otras canciones, ‘¡Chingue Donald Trump!’, de YG y ‘Cranes in the Sky’, de Solange. De hecho, escuchamos esa canción, justo antes de descender”.

La canción ‘Cranes in the Sky’, según la misma Solange, fue inspirada por su rechazo a las grúas de construcción que llenaban el cielo de Miami. Para ella, una señal de la locura y especulación de los bienes raíces.

Entonces entendí por qué Nancy y sus amigos de Greenpeace escogieron esa canción: “Vean, grúas en el cielo. A veces ¡no quiero sentir el metal de esas nubes! ¡Fuera, fuera, fuera!”

Las grúas eventualmente se irán, pero tengo la esperanza de que Nancy Pili Hernández, nuestra ‘Homegirl que estuvo en el cielo’, se quedará en nuestra memoria colectiva, ¡inspirándonos a un mayor y necesario compromiso por una lucha pacífica!