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Jackie Santos recuerda dónde se encontraba cuando se enteró de la muerte de Alex Nieto ocurrida el 21 de marzo de 2014.  Este empleado de la construcción de 64 años de edad iba en autobús camino a su casa luego de terminar una larga jornada cuando se enteró que oficiales de la policía de San Francisco habían disparado y matado a un joven guardia de seguridad que vivía cerca de su domicilio.

“Estaba furioso. En cierta forma, él era mi hermano”, dijo Santos, quien ha vivido en la Misión por 30 años. “Lo considero muy ofensivo —la ola de asesinatos impunes a manos de la policía en contra de ciudadanos. Refleja un sistema corrupto”.

Santos estaba entre los cientos de manifestantes que llenaron las calles del Distrito de la Misión el pasado martes, lanzando gritos que exigían justicia. El movimiento “Shut It Down” (Ciérrenlo), que convocó a estudiantes y trabajadores a marchar hacia la alcaldía, ocurrió simultáneamente en ciudades de todo el país como una manifestación en contra de la brutalidad policial y la discriminación.

Para muchos residentes locales, el caso de Nieto y la reciente balacera que terminó en la muerte de Amilcar Pérez-López a cargo de miembros del Departamento de la Policía de San Francisco marca una ola de violencia en contra de la comunidad latina. Aquellos a quienes no matan son, por lo general, arrestados injustamente, según informa la Red para Detener Encarcelamientos Masivos. La pancarta de uno de los manifestantes exponía el miedo de los vecinos lanzando la siguiente interrogante: “¿A quién más le llamamos cuando el asesino porta una placa?”

La multitud se reunió inicialmente en la esquina suroeste de las calles 24 y Misión, enfrente de un gran cartel que mostraba los rostros de 45 personas asesinadas por las autoridades. Benjamín Bac Sierra, amigo de la familia Nieto, se dirigió a los manifestantes con un micrófono en mano, momentos antes de avanzar hacia la estación local de policía.

“Vean este cartel detrás de mí…Vean a nuestros hijos, nuestros padres, nuestros hermanos y seres queridos que están ahí. Y sí, si estás hoy aquí es porque ellos son tus seres queridos”, dijo Bac Sierra.  “Y pregúntate: ¿Por qué? ¿Por qué sigue pasando esto una y otra vez? ¿Por qué? Por las personas que dirigen este sistema”.

En una hora, el grupo llegó a la estación de policía de la Misión y no tardó mucho para que se desatara una pequeña pelea entre un participante y un oficial, a la puerta del edificio. Pero el ambiente de paz se restauró tan pronto como el grupo de manifestantes se dirigió hacia la alcaldía.

Los ruidos del paso a desnivel de la carretera 101 no tuvieron comparación con el producido por las voces de la multitud manifestante. La petición de “enjuiciar, condenar y enviar esos policías asesinos a la cárcel” hacía eco en las paredes de concreto, junto a la brigada de la policía, mientras se detenían vehículos en la base de la rampa. Conforme llegaron a la alcaldía, los manifestantes inundaron el atrio e hicieron notar su presencia con un clamor ensordecedor. Ni siquiera el intento de los guardias de cerrar las puertas pudo detener a la gente.

La marcha envió un claro mensaje a las autoridades, sin embargo, según la opinión de Santos, el movimiento no debe parar ahí.

“Necesitamos seguir contactando a la gente y hacer más promoción a través de cualquier medio posible: redes sociales, de persona a persona y llevando a cabo otras manifestaciones”, dijo.

Las redes sociales pueden ser responsables del alto número de jóvenes asistentes al evento: estudiantes de toda la ciudad dejaron las clases en protesta por las recientes balaceras de la policía después de haberse informado vía internet sobre la realización de la protesta.

Una alumna de la escuela preparatoria Mission High dijo que no solo es la muerte y discriminación lo que le molesta, sino también que las prioridades de la policía local no sean manejadas adecuadamente.

“Vivo en la Calle 24 y Misión donde hay estos miembros de pandillas que balacean a la gente pero la policía pasa junto a ellos y arresta a los indigentes”, dijo.

Marcos Castro, de 22 años, reconoce que los oficiales necesitan reevaluar sus técnicas, pero dijo que la policía no dejará de acosar a los civiles mientras continúe la violencia excesiva en las comunidades.

“Escuchamos todo en las noticias. Todos quieren apuntar con el dedo y culpar a la policía, y todos sabemos que no hay muchos policías buenos allá afuera… tal vez unos cuantos policías sí hacen su trabajo”, dijo Castro, “Pero para que ellos nos tomen con seriedad, tenemos que dejar de matarnos unos a otros”.

— Traducción Carmen Ruiz