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Nuestro pueblo, te sentimos.

Muchos de nosotros despertamos el 9 de noviembre todavía batallando con los resultados de las elecciones de este año, buscando en nuestros corazones y mentes una explicación a lo que acabamos de presenciar.

Estamos sorprendidos, estamos confundidos, estamos enojados, estamos heridos. Pero no podemos permanecer así. Sumirnos en la frustración y enojo no nos llevará a ninguna otra parte más que a la desesperación y la autodestrucción. Por el bien de nuestros antepasados, que lucharon por tener un lugar en este país —persistiendo a peores tiempos, más difíciles y aterradores— no podemos rendirnos ahora.

Somos una comunidad diversa que ha luchado incansablemente por nuestra igualdad. Hemos utilizado las injusticias que hemos sufrido para alimentar la llama del cambio. Fue el fuego el que forjó nuestra fuerza colectiva, la cual ahora será puesta a prueba ante los fuegos que se avecinan.

Pero no será inútil.

Este periódico, nacido del movimiento por los derechos civiles de finales de los años 1960, siempre ha representado una esperanza para los pueblos marginados de muchas comunidades. Y siempre hemos luchado para dar voz a los que no la tienen.

Muchos de nosotros aquí, y muchos de quienes están leyendo esto, somos resultado de inmigrantes. Nuestros padres, que emigraron “ilegalmente” a este país, nos dieron todo, incluyendo el derecho al voto. Nuestra responsabilidad ahora —para quienes tuvimos la suerte de haber nacido aquí— es levantarse y hablar por aquellos que no pueden.

Tenemos que hacerlo.

Para aquellos que llaman a este país a hogar; para quienes que no comparten el privilegio de haber nacido aquí; para las niñas y niños de este país que temen la posibilidad de ser arrancados de sus familias; para los niños que aún no han nacido, este mensaje es para ustedes:

Para bien o para mal, la historia de las elecciones de 2016 se ha escrito. Eso no se puede cambiar ni deshacer. Pero la historia del mañana todavía no ha sido escrita. Como comunidad, ahora somos más fuertes que nunca y sostenemos la pluma. El mañana es una página en blanco. Ahora es nuestra oportunidad. Es hora de escribir nuestra propia historia.