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El Distrito de la Misión de San Francisco ha sido históricamente el hogar de numerosos murales, espacios creativos y artistas —muchos de los cuales, al igual que Javier Antonio Chab Dzul, viven al margen de la sociedad.

Dzul —un indigente mexicano de ascendencia maya— utiliza las calles como su lienzo y con sus pinturas no solo cubre una superficie, también el dolor.

Si sigue el rastro de las flores pintadas —tiradas en las intersecciones, calles y banquetas de la zona y decoran con una combinación de colores vibrantes— encontrará a Dzul viviendo afuera de su pequeña tienda de campaña en las calles 19 y Shotwell.

“¿Sabe usted lo que esto hace para mí?”, preguntó Dzul mientras retocaba uno de sus cuadros de flores. “Me distrae, así no tengo que pensar en mis muchos problemas. Es por eso que lo hago”.

Proveniente de Yaxhachén, una pequeña ciudad en el municipio de Oxkutzcab, cerca de la frontera de Yucatán, Campeche, al sur de México, con 40 años de edad, Dzul dejó su casa cuando tenía 13 años. Creció hablando maya, y mejoró su español después de trasladarse a Mérida, capital de Yucatán. Dzul finalmente se dirigió a San Francisco hace 16 años, dejando a dos de sus hijos.

No siempre estuvo sin hogar.

Ha trabajado en muchas cocinas de los restaurantes de San Francisco, incluso vivió en un departamento en calles Turk y Hyde hace unos nueve años.

“Ahí es donde nos quedamos, hasta que terminé aquí en la calle”, dijo Dzul. “Cuando me echaron de la vivienda, fue por no pagar el alquiler. Pero honestamente, [me había] hundido bastante en las drogas”.

Dzul dijo que luego el edificio se vendió, y que tuvo que romper el candado de su habitación para recuperar sus pertenencias. Vagó primero por el Golden Gate Park antes de encontrar un hogar en el campamento en la calle Shotwell, hacer amigos y hablar maya con Luis Demetrio Góngora Pat. Góngora fue fatalmente acribillado por dos agentes del SFPD el 7 de abril. La familia de Góngora ha presentado una demanda contra la Ciudad y Condado de San Francisco, alegando que la policía de San Francisco utilizó fuerza excesiva contra Góngora.

“Esa bala pudo haber sido para mí”, dijo Dzul, quien decoró el lugar donde murió Góngora con flores pintadas. “Aquí en San Francisco, he visto muchas cosas. He llegado a conocer a las personas indigentes que están a un paso más cercanos de la muerte que de la vida, personas con dolor, con lesiones que deben ser tratadas. La policía y el DPW [Departamento de Obras Públicas] no deberían eliminarnos, y tirar nuestras cosas. Nos deberían preguntar, ‘Hey, ¿estás bien?’”

Dzul tampoco fue siempre un artista.

“Nunca me ha gustado el dibujo”, dijo Dzul, cuyo hermano en México era un artista. “Yo siempre pude observar y tratar, pero decía ‘al diablo con ello’, y tirarlo a la basura”.

“Nunca me gustó, pero mira”, agregó, señalando una de sus pinturas.

Dzul ha estado practicando su arte callejero durante cinco años, primero inspirado por el arte exhibido en su antiguo edificio de departamentos.

“Muchos me dicen que mis pinturas son mágicas. Creo que la magia viene de dentro de nosotros. Cuando haces las cosas desde el corazón”, dijo Dzul. “Yo continúo practicando hasta la fecha. No me siento un profesional”.

“Mi mente está un poco más abierta cuando uso drogas”, dijo Dzul.

Dzul fuma metanfetamina en su tienda de campaña, de modo que los niños no lo vean. Fumar le ayuda a dormir en la calle. Y es bueno para mitigar el hambre, también, dijo.

El hambre le puede llegar. Entonces, recorre las cafeterías locales para pedir por panecillos sobrantes o bien, hurgar en los contenedores de basura. Pero a veces los restos de comida no son suficientes. El pensamiento de robar una bicicleta o romper la ventanilla de algún coche ha pasado por su cabeza.

“¿Puede usted creer que no soy capaz de hacerlo? Mis amigos, no tienen problema con ello”, dijo Dzul. “Salgo con esa intención y, en ocasiones, con hambre”.

La necesidad de buscar una laptop en el interior de un coche y venderla por $150 —una suma que puede darle de comer durante una semana, es fuerte. Sin embargo, algo le dice que no lo haga.

En su lugar, busca materiales de arte que le permiten canalizar lo que llama su “espíritu maya”.

“Todo lo que hago, considero que se trata de ellos. [Los mayas] Construyeron grandes pirámides y pintaron obras hermosas, por todas partes”, dijo Dzul. “Son regalos, digo, que nos dan, regalos que sus antepasados les dieron. Y ahora estoy aquí”.