Griselia Flores ofrece una comida a Scott en iglesia Casa de Oración al Dios Viviente, el 23 de septiembre. Foto Santiago Mejia

Indigentes hambrientos se alineaban afuera de la iglesia modesta, cuya pintura verde claro resaltaba en las tempranas horas de la mañana en la Misión, sabiendo que un desayuno caliente los esperaba al interior del edificio ubicado en el número 856 de la calle Capp.

La Casa de Oración al Dios Viviente ha ofrecido desayuno a personas sin hogar en la Calle 24, cada dos martes desde la 7 hasta la 9 de la mañana, pero el desayuno que esta iglesia dio la mañana del 23 de septiembre fue la última en ser servida.

La Casa de Oración, una congregación Pentecostal y Evangélica que ha ocupado el edificio en las calles 24 y Capp durante los últimos dos años y medio, está siendo forzada a abandonar dicho lugar a más tardar el 30 de septiembre, ya que los dueños —el Pacific Southwest Conference, una rama regional de la Evangelical Covenant Church—planean vender la propiedad.

 “Eso es lo que está pasando ahorita en esta congregación. Se están dedicando más a lo económico y no a lo espiritual”, dijo Henry Flores, co-pastor de la Casa de Oración junto con su hermana Griselia. “Ésa es la gran falla”.

La Casa de Oración, que en sentido legal no está siendo desalojada pues tiene un acuerdo de alquiler mes a mes, recibió una carta de la Pacific Southwest Conference a mediados de agosto para informarles que la fecha para desocupar era el 30 de septiembre.

“Se decidió, hasta donde sé, hace unos meses, que la propiedad sería puesta en el mercado y la notificación fue dada a los ocupantes actuales”, dijo Ed Gilbreath, director ejecutivo de comunicación estratégica de la Evangelical Covenant Church en Chicago. “Lo que  entiendo es que no se ha vendido todavía, sino que se ha puesto a la venta”.

Gilbreath hizo esta declaración el 17 de septiembre, pero una carta de la Pacific Southwest Conference a la Casa de Oración fechada el 14 de septiembre 2014, aparentemente lo contradice:

“Hemos llegado a un acuerdo de vender la propiedad antes del fin de mes. Los compradores nos han informado que no están interesados en seguir alquilándola”, dico la carta, firmada por Paul Wilson, superintendente de la Pacific Southwest Conference.

Wilson se negó a comentar la historia.

“Fíjate cómo es la cosa. Eso es con Chicago, y los de aquí [Pacific Southwest Conference] nos están diciendo que nos vayamos el 30. Entonces, uno ya no sabe ni qué hacer”, dijo Flores. “Yo no quiero que el sheriff venga y nos haga pasar una gran vergüenza”.

Pero a medida que Flores y su hermana han comenzado a mover las pertenencias de su iglesia y en la actualidad están buscando otro lugar para continuar, ellos temen por el futuro de la iglesia.

Flores ha vivido en el Distrito de la Misión por los últimos 30 años y teme por el futuro del templo ubicado en el 856 dCapp. Construido en el año 1880 según registros públicos, Flores tiene miedo de que sea entregado a un desarrollador y sea demolido.

“Esto, que es una herencia latina”, dijo Flores. “La van a deshacer y la van hacer edificios”.

La Pacific Southwest Conference y la Evangelical Covenant Church se negaron a comentar sobre quiénes eran los potenciales compradores de la propiedad.

Una congregación histórica

Antes de ser ocupado por la Casa de Oración, el edificio en cuestión fue el hogar de la Iglesia del Pacto Evangélico que se unió a la Evangelical Covenant Church como su primera congregación hispana en 1973. La Iglesia del Pacto, sin embargo, cerró sus puertas en 2013.

Flores afirma que la Iglesia del Pacto cerró bajo circunstancias sombrías.

“Pero no fue porque ellos [los miembros] quisieran”, dijo Flores. “Salieron llorando. Fue una trampa”.

Una de las que se despidieron llorando en 2013 fue Gladys González, de 65 años de edad, que había sido miembro de la iglesia desde hacía 25 años.

Ella afirma que la iglesia fue destruida el año pasado cuando un incendio dañó la parte trasera del edificio y un pastor de San José, llamado Mario Romaní, intervino.

“Cuando llegó a la iglesia Romaní, éramos como 50 personas. La iglesia más o menos se mantenía con esa gente”, dijo Gonzales. “Pero a su llegada, mucha gente se fue, porque no estaban contentos con él. Entonces ya sólo quedamos poquitos. Él no cuidó la iglesia. Era una iglesia muerta”.

La Pacific Southwest Conference no quiso hacer comentarios sobre el supuesto pleito que llevó a la clausura de la iglesia hispana original.

“No era normal que solo tomáramos una propiedad”, dijo Gilbreath. “Había un montón de deudas y cosas relacionadas con ella. Y todo fue absorbido por la Evangelical Covenant Church en los títulos transferidos a nosotros. Pagamos todo y luego asumimos tener posesión de la propiedad”.