Donald Trump ya está señalando la dirección hacia la cual debemos mover nuestro país con un equipo que ha integrado a su alrededor: en retroceso. Sus nombramientos del gabinete incluyen a alguien que refuta el cambio climático para encabezar la Agencia de Protección Ambiental; a una opositora de la educación pública como Secretaria de Educación y a un camarada de los ejecutivos de Goldman Sachs como encargado de regular Wall Street.

Su elección más impactante hasta ahora ha sido la del senador de Alabama, Jeff Sessions, como Fiscal General. Antiguo abogado, Sessions es un racista sureño de la vieja escuela (aunque lo niega); un hombre que se opuso al movimiento por los derechos civiles en los años sesenta porque, según él, el gobierno federal no debía decir a los estados qué hacer.

A Sessions le fue bloqueada la posibilidad de convertirse en un juez federal en 1986, por su intento de enjuiciar a tres activistas afroamericanos de derechos civiles en Alabama por falsas acusaciones de fraude electoral un año antes (actualmente, el fraude electoral es poco común, pero es un tema de conspiración favorito de la extrema derecha). Durante la audiencia, los testigos declararon que Sessions usó la palabra “negro”, bromeó sobre el KKK y se refirió a un subordinado negro como “niño”.

Sessions es un conservador “guerrero de la cultura”, que se ha opuesto duramente a los derechos LGBT cada paso ganado del camino. Llamó al islam “ideología tóxica” y apoya el bloqueo de inmigrantes de países islámicos. Él ha etiquetado tanto al Sindicato Americano de las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) y, a la Asociación Nacional para el Progreso de la gente de Color (NAACP, también por sus siglas en inglés) como “de inspiración comunista” y “anti estadounidenses”. Sessions también dijo que “la gente buena no fuma marihuana”, y se ha rehusado a negar que no procesaría a personas en estados como California donde la marihuana es legal.

Como jefe del Departamento de Justicia de los EEUU, el fiscal general es uno de los cargos más poderosos en la administración presidencial. Dicho cargo actúa como principal representante de la ley en la nación y abogado jefe, con control sobre el FBI, la Agencia Antidrogas (DEA) y los tribunales de inmigración. El poder real del Procurador General, sin embargo, proviene de la autoridad para decidir dónde y cómo asignar los limitados recursos del departamento.

El Departamento de Justicia de la Administración Obama optó por investigar a las agencias policiales que violaban los derechos civiles en lugares como Baltimore, Ferguson, Missouri y San Francisco. Sessions cree que “la aplicación de la ley en su conjunto ha sido injuriosamente calumniada y culpada por las acciones inaceptables de unos pocos actores”, y que “la dirección política de este país los ha abandonado”. Se opone a toda reforma en la aplicación de ley y ha dicho que apoyará las políticas de sentencia obligatoria que afectan desproporcionadamente a las personas de color y obstruyen al ya de por sí, sobrepoblado sistema carcelario.

Él se opone a los derechos de las mujeres, incluyendo la financiación de la anticoncepción y otros servicios de salud para las mujeres de bajos ingresos, y ha sido citado diciendo que Roe v. Wade fue la peor decisión de la Corte Suprema de todos los tiempos. Como Fiscal General, su Departamento de Justicia sería responsable de demandar a estados como Texas y Ohio cuando quebranten estatutos federales, tales como intentar prohibir a las personas trans de utilizar los baños; también podría intentar deshacerse de Planned Parenthood o hacer que los abortos resulten inaccesibles.

Si bien es cierto que el Departamento de Justicia de Obama deportó a más personas que durante cualquier administración anterior, su administración creó DACA y DAPA. En 2007 Sessions encabezó la oposición para derrotar la reforma migratoria bipartidista y, desde entonces, ha seguido siendo obstáculo central en el Senado para su aprobación. Ha luchado contra la migración legal que es posible a través de programas de trabajadores invitados, visas para estudiantes y trabajadores de la tecnología. Parece ideológicamente opuesto a los inmigrantes que no luzcan como él.

Él respalda leyes innecesarias de identificación para votantes aprobadas por estados como Carolina del Norte, a pesar de que el Departamento de Justicia de Obama encontró que esas leyes intencionalmente restringen a votantes negros y latinos. En su audiencia de confirmación se negó a admitir que las declaraciones de Donald Trump sobre fraude electoral en masa eran falsas. Trump dice que perdió el voto popular en casi 3 millones debido al fraude electoral, aunque no hay evidencia que respalde su reclamo.

Muchos temen que, de negarse los efectos reales de las leyes de identificación de votantes y de aprobarse el mito del fraude electoral, Sessions podrían allanar el camino para la privación del derecho al voto a una escala no vista desde la era de los derechos civiles. La viuda de Martin Luther King Jr., Coretta Scott King, escribió una carta al congreso durante su audiencia de 1986, declarando que la designación de Sessions “dañaría irreparablemente el trabajo de mi marido”.

Para decirlo de otra manera, Jeff Sessions es una desgracia, un viejo retroceso hacia una época vergonzosa en la historia de nuestra nación. Un don nadie, políticamente hablando, que respaldó a Trump desde el principio y que ahora está siendo recompensado con un trabajo que está más allá de su capacidad moral y profesional. El nombramiento de este pequeño hombre fanático al timón del Departamento de Justicia representa un gigantesco retroceso para nuestra sociedad. Es un insulto para todas las personas que han trabajado incansablemente para asegurar la igualdad de las mujeres, los negros, los latinos, los musulmanes y los LGBT, y de todos los que creen que los derechos esbozados en nuestra constitución deben extenderse a todos, no solo para los terratenientes católicos blancos.

Poco después de que Trump nombrara a Sessions como su nominado, el representante Luis Gutiérrez, de Illinois, lo resumió de esta forma: “Si siente nostalgia por los días en que los negros guardaban silencio, los gays estaban en el armario, los inmigrantes eran invisibles y las mujeres se quedaban en la cocina, tiene en el senador Jefferson Beauregard Sessions a su hombre”.

—Traducción, Katie Beas