Ilustración: Valeria Olguín

Nota del redactor: La desigualdad de la riqueza es un hecho central de la vida en los EEUU y está empeorando. Cada día, nuestras instituciones se privatizan, más atentas a las necesidades de las grandes empresas y menos preocupadas por las necesidades básicas de la clase trabajadora y de nuestras comunidades más vulnerables. Por esta razón, el movimiento actual para establecer un verdadero ‘banco público’ en San Francisco es revolucionario. El movimiento, que está ganando fuerza, exige una desinversión de Wall Street y una reinversión en las comunidades de San Francisco. Lo que sigue es comentario del periodista independiente Ian Firstenberg sobre los últimos desarrollos de SF Public Bank. Firstenberg publicó un artículo anterior con nosotros sobre el SF Public Bank, que puede leer en nuestra edición del 31 de enero de 2019.

Si queremos continuar sin que más personas sigan siendo asesinadas o nuestro mundo tragado por los incendios forestales o por la elevación de los océanos, debemos cambiar la forma en que distribuimos los recursos, especialmente las ganancias y el capital. En nuestra trayectoria actual, nos dirigimos hacia un mundo postindustrial en el que grupos masivos de personas principalmente de clase trabajadora son básicamente desechadas de la economía, mientras que los ricos implícitamente se lavan las manos de cualquier responsabilidad con un despectivo “Hubieras trabajado más duro para no estar en la quiebra”.

Aunque eso suena monstruoso, existe la posibilidad de que podamos dirigir esta nave en otra dirección, y debemos tomarla.

La banca pública podría ser esa oportunidad. A diferencia de un banco municipal convencional, que toma los fondos de los contribuyentes y del grupo general y los invierte en la bolsa de valores, un banco público estaría endeudado con los votantes, y podría usar fondos para invertir directamente en cosas como vivienda económica o energía verde.

En enero, después de una fuerte apoyo público, el Tesorero de San Francisco, José Cisneros, formó un Cuerpo Especial de Viabilidad Municipal para explorar la idea, y saber cómo integrar un cronograma para implementarla.

Dicho cuerpo publicó su reporte final el 22 de marzo, destacando tres modelos para un banco público —Modelo Uno, que se enfoca en otorgar y reinvertir en áreas desatendidas por la industria bancaria tradicional; Modelo Dos, que crea un banco público que “puede hacerse cargo de la administración del dinero en efectivo y la banca comercial de la ciudad (actualmente gestionada por Bank of America y US Bank)”; y Modelo Tres, una combinación de uno y dos que permite a la ciudad deshacerse de socios de banca comercial y realizar préstamos de reinversión, pero no banca minorista para clientes.

Dean Preston, defensor de la vivienda económica y candidato a Supervisor del Distrito 5, ve esto como una oportunidad de inversión para la gente de San Francisco: “Creo que hay una gran oportunidad para invertir en negocios locales, invertir en viviendas económicas, ver si podemos adquirir parte de la deuda estudiantil que es tan onerosa para la gente y básicamente emitir préstamos con intereses más bajos para ellos”, declaró.

El cuerpo especial estimó que cada uno de los modelos propuestos tardaría al menos una década en recuperarse, y que cualquiera de ellos requeriría cientos de millones (cuando no miles de millones) de dólares en costo inicial.

Pero la Coalición del Banco Público de San Francisco, la fuerza impulsora detrás de la campaña para un banco municipal, está cuestionando los hallazgos del reporte.

“Las principales preocupaciones que tenemos son el costo y las suposiciones que utilizan que indican el plazo para que el banco se recupere”, dijo Kurtis Wu, cofundador de la coalición. “No creo que el reporte haga un buen trabajo para distinguir entre un ‘costo’ y una ‘inversión’. Son cosas diferentes. Nuestra coalición está tratando de decir, ‘Mira, esto es una inversión, por lo que debe establecerse un retorno”.

Wu dijo que el reporte también ignora el costo actual de hacer negocios con Wall Street (que él considera “enorme”), por lo que no es posible determinar en términos reales cuánto le costaría a la Ciudad.

Sushil Jacobs, un abogado del Comité de Derechos Civiles de Justicia Económica, compartió los sentimientos de Wu sobre las deficiencias del reporte: “Creemos que las proyecciones de costos son demasiado altas” y agregó que el equipo de trabajo se olvidó de modelar el potencial de la tecnología financiera o las compañías ‘fintech’ (compañías de tecnología que “automatizan la entrega y el uso de servicios financieros”) para reducir drásticamente los costos.

“Creemos que $40 millones al año es demasiado costoso para la tecnología [que se necesitaría]… y el personal de la ciudad no tuvo el tiempo ni la experiencia para analizar cómo podríamos obtener la licencia de la tecnología”, dijo Jacobs. “Ese es el mayor costo en su proyección, el costo de la tecnología para manejar el dinero de la Ciudad”.

Tanto Wu como Jacobs hablaron sobre el uso de la infraestructura de ‘fintech’ como una forma de reducir los costos iniciales.

“Estamos en la capital de tecnología financiera del mundo y al 90 por ciento de estas compañías les está yendo bien porque están reduciendo costos, con la tecnología que puede hacer las cosas más baratas”, dijo Wu.

Como alternativa a los tres modelos, Jacobs y el ex supervisor John Avalos firmaron una carta en la que se proponía una variación llamada Modelo 1.5.

“Modelo Uno es un fondo de préstamos, Modelo Dos y Modelo Tres serían el banquero principal de la ciudad. El modelo 1.5 se encuentra entre esos”, explicó Jacobs y continuó: “La Ciudad mantendría sus servicios de administración de dinero en efectivo con este banquero principal, que es este gran banco. Al mismo tiempo, está incubando este nuevo banco [municipal].”

Esto significa un banco con licencia oficial (no solo un fondo de préstamo) que podría recibir depósitos, ya sea de un municipio o de depositantes privados. Según Jacobs, esos depósitos lo ayudarían a mantener una “base de capital de menor costo” para “reinvertir en la comunidad y desarrollar la experiencia y la competencia central en un tipo específico de productos de préstamo: viviendas económicas, pequeñas empresas, energía verde, préstamos estudiantiles. El Modelo 1.5 es una forma de implementar un nuevo banco, sin solo proyectar enormes costos por adelantado”, dijo.

Un pequeño ejército de activistas, abogados, trabajadores y políticos están trabajando incansablemente en este momento para superar estos obstáculos iniciales, por lo que la decisión final podrá ser tomada por los ciudadanos de San Francisco.

En esta etapa inicial, es importante aclarar cuáles serían los objetivos ideológicos de un banco público. ¿Qué significa un ‘banco público’? ¿A quién representa? ¿Y quién estaría dictando el flujo de capital? El establecimiento de un banco público no es un ajuste al sistema bancario tradicional, es una agitación del sistema bancario. De esta inversión surge una redistribución del beneficio, hacia la gente.

Como Wu lo ve: “No es que el beneficio y las personas sean mutuamente excluyentes… la pregunta es quiénes obtienen el beneficio, cuando lo encuadran así se convierte en una conversación sobre la redistribución de la riqueza… la idea de un banco público esencialmente dice que podemos tener ganancias y personas juntas, simplemente estamos decidiendo quiénes son estas personas”.