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La choza al pie de una ladera en Chiquimula, Guatemala, donde vive la familia de Juan Pérez y Margarita López, no tenía electricidad cuando su hijo mayor, Amilcar, se fue a los EEUU.
Pero sí la tuvo el día que él murió.

Durante una conferencia de prensa el 24 de abril, con una distancia de más de 3 mil millas entre Chiquimula y San Francisco, ambos Juan y Margarita hablaron vía Skype a los medios de comunicación y partidarios de Amilcar Pérez-López —el inmigrante guatemalteco de 20 años de edad que fue baleado fatalmente el 26 de febrero por dos policías encubiertos de San Francisco en el Distrito de la Misión.

“He sufrido bastante por mi hijo”, dijo Margarita, con su acento maya Ch’orti’ en el mejor español que pudo reunir. Margarita no pudo contener sus lágrimas. “Yo pido justicia para mi hijo, porque lo siento bastante, que me quitaron a mi hijo”.

Arnoldo Casillas, el abogado que representa a la familia Pérez-López, presentó una demanda federal de derechos civiles contra el Departamento de Policía de San Francisco (SFPD, por sus siglas en inglés) el 24 de abril, después de conocerse los resultados de la autopsia independiente la cual contradice la versión oficial de la policía. La demanda implica al Jefe del SFPD Greg Suhr, a los policías Eric Reboli y Craig Tiffe, a la Ciudad y al Condado de San Francisco.

“El Distrito de la Misión tiene un cáncer”, dijo Casillas. “Una y otra vez, los derechos civiles de jóvenes latinos están siendo violentados —siendo pisoteados”.

A Pérez-López le dispararon en la calle Folsom entre las calles 24 y 25 después de que los policías encubiertos Reboli y Tiffe respondieran a una llamada en la que se informaba que un hombre armado con cuchillo en mano perseguía a otro. En la noche del tiroteo, Suhr declaró que Pérez-López (que aún no había sido identificado) atacó a los policías con el cuchillo por lo que Reboli y Tiffe debieron disparar.

“Es una mentira. No hay otra manera de caracterizar esa versión”, dijo Casillas. “Le dispararon en la espalda cuatro veces. Si te estoy atacando, no me puedes disparar por la espalda”.

La autopsia independiente, realizada por el patólogo forense Jay Chapman, de Santa Rosa, concluyó que existen cuatro heridas de entrada en la espalda de Pérez-López: una cerca de la parte superior del hombro derecho, dos a la mitad de abajo a la derecha, y otra al mitad izquierda de la espalda. También hay una herida que penetró por la parte posterior del brazo derecho de Pérez-López, rozando su pecho y uno en la parte posterior de la cabeza.

Casillas argumentó que los disparos en la espalda y la herida del brazo indican que Pérez-López no solamente estaba huyendo de la policía, sino que tenía su brazo al lado al momento de los disparos.

“Esta no es la persona que el Jefe Suhr describe, dijo Casillas. “Es físicamente imposible lograr estas trayectorias a través de su cuerpo a menos que él estuviera huyendo”.

Aunque el equipo legal de Pérez-López todavía está esperando los resultados de la autopsia oficial, ellos han visto las fotografías de las heridas de entrada y esperan que los resultados reflejen los de la autopsia independiente.

Además de dicha autopsia, tres testigos y una fotografía tomada el 26 de febrero por el vecino Chris Carlsson parecen contradecir la versión de Suhr sobre la sucesión de los hechos.

El señor Pérez, la persona a quien Amilcar perseguía con un cuchillo tras un altercado, afirmó que éste fue agarrado por la policía por detrás antes de tirar el cuchillo y baleado. Los otros dos testigos (referidos como el señor V y el señor D por su propia seguridad) apoyan la versión del señor Pérez.

La fotografía de Carlsson también mostró a Pérez-López muerto en la calle entre dos coches estacionados y no en la banqueta en donde Suhr declaró que el tiroteo ocurrió.

Casillas pide cargos contra los dos policías, pero admite que eso no es tan probable.

El equipo de Casillas ha entregado su caso a la Oficina Fiscal de los EEUU en San Francisco con la esperanza de conseguir un proceso federal.

Las familias
El 27 de febrero, un día después de que Amilcar fuera asesinado, la esposa del oficial Eric Reboli, Marilu, escribió en su página de Facebook: “Gracias a todos los que están preocupados por Eric. Él está bien y voy a hacerle llegar sus mensajes. Gracias por el apoyo. La vida es frágil y dulce. Cuídense”.

Jonathan Melrod, uno de los abogados participantes en la demanda y miembro de la junta asesora de California a la Comisión de Derechos Civiles de los EEUU, dijo que había visto a Suhr en una entrevista por televisión hablando de las familias de los policías.

“Él [Suhr] dijo: ‘Sabes qué, ha sido muy difícil para las familias de los dos policías’. Esta es la familia que lo está tomando difícil”, dijo Melrod, señalando una foto de la familia Pérez-López. “La familia que dependía de Amilcar para su sustento. La familia que envió a su hijo para buscar [a ellos] una vida mejor. No oí hablar el Jefe Suhr de esa familia. Y esa es la familia de que vamos hablar hoy”.

Más tarde esa noche, cientos de personas marcharon por la Misión, comenzando en el lugar donde fue asesinado Pérez-López. Dos de esas personas eran Refugio y Elvira Nieto, que sufrieron la pérdida de su hijo Alex el año pasado, también a manos de la policía.

“Pues aquí con mucha tristeza”, dijo Elvira, recordando la expresión en el rostro de Margarita López. “Porque yo sé del dolor que se siente por estar en esto”.