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Al comenzar el 2017, tuve el privilegio de visitar Chiapas, México para celebrar el vigésimo tercer aniversario del levantamiento zapatista. Estando próximo a concluir mi doctorado en psicología clínica, pasé gran parte de 2016 preguntándome cómo integrar mi experiencia en la comunidad psicológica mayoritariamente eurocéntrica de San Francisco a las perspectivas y el activismo indígenas. Chiapas era el espacio perfecto para desarrollar las preguntas aún más.

Especialmente después de los eventos de 2016 —Standing Rock, la brutalidad policial , las elecciones en los EEUU— esta oportunidad de explorar una parte importante mi  ancendencia, el interés histórico y compromiso humanitario no pudo haber llegado en mejor momento. Afortunadamente, un grupo de activistas sociales del Instituto de Estudios Integrados de California (CIIS, por sus siglas en inglés) me recibió en el viaje, y durante la primera noche, me enseñaron el concepto de ‘psicología de la liberación’.

Psicología de la Liberación

Los orígenes de la psicología de la liberación comienzan en la década de 1970 con Ignacio Martín Baró, sacerdote jesuita salvadoreño y psicólogo social. Para Martín-Baró, la psicología tradicional no era relevante porque se aplicaba de forma neutral y se centraba demasiado en los individuos, no en las condiciones de vida de la sociedad.

La psicología de la liberación coloca a los individuos oprimidos y las comunidades marginadas dentro de sus contextos sociopolíticos, con el objetivo de elevar la conciencia de la opresión estructural en una progresión hacia la liberación física y psicológica.

Soy uno de tantos con sangre mestiza en este hemisferio. Continuaré experimentando desafíos a mi identidad conforme continúe reconociendo cómo encarno al colonizador y al colonizado. Explorar el arte, la historia y la religión precolombinos siempre ha sido una manera de reclamar esa parte de mí que casi ha desaparecido como resultado del colonialismo.

Cuando conocí por primera vez sobre el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) —cuya misión explícitamente busca ‘rescatar’ la cultura indígena— inmediatamente sentí afinidad.

Para mí, esta conciencia comenzó en mi adolescencia. Sintiendo que mi psique no pertenecía al mundo comercializado moderno, busqué expresión en el arte antiguo y la historia. Mi conciencia en desarrollo finalmente se manifestó en mi intento por combinar la psicoterapia y la psicología de la liberación.

Para las comunidades indígenas que estaban experimentando la ‘concientización’ —un proceso de despertar individual y comunitario a los impactos sociopolíticos en la psique— la lucha nunca ha sido segura, y siempre ha sido sobre la supervivencia como personas y como culturas.

Previo al viaje, me inspiré en documentales y escritos sobre zapatismo. Siempre es difícil estudiar los relatos detallados de violencia y opresión que enfrentaron los pueblos indígenas en el estado de Chiapas (y México, en general), una opresión que crece hasta nuestros días bajo el disfraz del capitalismo, el corporativismo y el neoliberalismo.

Zapatismo

Pero, por cada acto de colonización, hubo, y sigue existiendo, resistencia: los indígenas y sus aliados luchan por la equidad y la justicia. Los zapatistas tuvieron que aprovechar esta necesidad ancestral profundamente arraigada de luchar, o las comunidades arriesgarían la continuación del trauma intergeneracional a manos del opresor.

La religión, que se usó para colonizar, en realidad se convirtió en una herramienta importante en el levantamiento de 1994. Durante su mandato, el Obispo Samuel Ruiz, de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, predicó la ‘teología de la liberación’ a los pueblos indígenas en Chiapas. En la teología de la liberación, en oposición a la estructura jerárquica del catolicismo previamente impuesto, los individuos tienen el poder de crear su propio destino y se les anima a enfrentar la injusticia social (como lo hizo Jesús).

Este mensaje resonó entre los indígenas mayas de la región que durante mucho tiempo habían sido oprimidos activamente por el gobierno federal. El EZLN siguió el mensaje de auto liberación con un argumento para la confrontación armada, ya que poner la otra mejilla estaba resultando en los efectos negativos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Los zapatistas depusieron las armas hace mucho tiempo a solucitud del pueblo de México, justo cuando el gobierno se vio obligado a prestar atención a su mensaje populista. Sabían entonces y ahora saben que, a medida que la realidad social se vuelve cada vez más clara, es necesario escuchar a las personas oprimidas, cuyas voces han sido excluidas por las fuerzas neocoloniales dominantes del capitalismo. Este valor, ‘mandar obedeciendo’ (conducir obedeciendo) es un principio esencial del EZLN y de la psicología de la liberación.

Mi viaje a las montañas

El grupo con el que viajé tuvo la oportunidad de asistir al EZLN organizado por Conciencias por la Humanidad en el Centro Indígena de Capacitación Integral de la CIDECI-UNITIERRA.

Este evento se organizó a solicitud de jóvenes zapatistas que deseaban aprender más sobre ciencia y tecnología. El evento acogió aproximadamente cien conferencias sobre temas que van desde la astrofísica, el aprovechamiento de la energía solar, a los cuidados paliativos para los enfermos y ancianos. San Cristóbal de las Casas ya se sentía como una plataforma en el cielo, y estábamos siendo expuestos a los secretos del universo.

Cerca de cincuenta jóvenes zapatistas asistieron a cada conferencia y compartieron notas entre ellos. Al final de cada sesión de un día, los comandantes zapatistas compartieron un mensaje de resistencia, cada uno con su propio estilo de humor, narración de cuentos y serias llamadas a la acción.

También viajamos más lejos en las montañas a la capital zapatista de Oventik para saludar al Congreso Nacional Indígena (CNI). Allí, el CNI anunció que llevarían a una mujer indígena a la presidencia en las elecciones de 2018 en México. El EZLN, junto con el CNI, busca volver a manifestar el divino femenino en el mundo, una antigua forma de ser que ha sido casi destruida a través de los modos patriarcales de colonización.

Tal vez porque mi linaje materno es mexicano, o tal vez porque este fue un momento que abrazó una trayectoria necesaria en nuestro mundo, este anuncio fue la única vez en mi vida que no tuve que traducir de español a inglés en mi cabeza. Y fue una de las experiencias más emocionales que he tenido.

A través de mis experiencias en Chiapas, se hizo evidente que el zapatismo continúa influyendo en la historia. Los zapatistas mantienen sus propias escuelas y clínicas de salud en territorios autónomos libres de control gubernamental (aunque no exentos de agravantes gubernamentales). El mensaje de liberación, autonomía y rescate de los sagrados indígenas dentro del individuo y dentro de la comunidad se expande más allá de los territorios. Resuena en todo México y en todo el mundo.

El EZLN y las formas de vida indígenas siguen bajo amenaza, pero persisten en la búsqueda de la liberación y la autonomía para sí mismos y para las comunidades de todo el mundo que han estado sujetas a los impactos negativos del capitalismo y el neocolonialismo. Espero que podamos continuar expresando el mismo mensaje aquí en el Área de la Bahía.

John Carson es un estudiante de cuarto año en el programa de doctorado de Psicología Clínica en el Instituto de California en Estudios Integrales y está realizando una pasantía como psicoterapeuta en la C.G. Instituto Jung en San Francisco.