Reyna Pacheco, nacida en Tijuana, México y criada en una de los barrios más hostiles de San Diego, posa para una fotografia en Melbourne, Australia. La atleta de 21 años, ha obtenido una beca completa en la Universidad de Columbia y ahora practica el squash a nivel profesional. Foto James Braund/Getty Images

Por haber crecido en un ambiente de pobreza, siendo indocumentada y vivir en uno de los barrios más hostiles de San Diego, a los 13 años, Reyna Pacheco se mostraba indiferente ante la posibilidad de ser expulsada de su escuela.

“Estar en esa escuela básicamente implicaba tener que asistir a la universidad”, dijo Pacheco, quien rutinariamente viajaba tres horas cada mañana desde su casa en City Heights hasta la zona rica de la ciudad, La Jolla, para asistir a la Escuela Preuss de la UCSD. “Pero se lo dices a una niña que ni siquiera puede imaginarlo [ir a la universidad], porque primero, no tengo el dinero y lucho cada día por vivir y segundo, porque no tengo papeles. Así que simplemente no tiene sentido”.

Entonces conoció a Renato Paiva, un brasileño que en 2007 había dejado su cargo como entrenador asistente en Harvard para unirse a una organización no lucrativa como lo es la Academia de Acceso para la Juventud, para crear un programa piloto de squash urbano en San Diego, que ayudaría a difundir ese deporte —tradicionalmente reservado para los privilegiados— entre las comunidades menos favorecidas.

Pacheco había tomado la decisión de abandonar Preuss, pero decidió, de cualquier manera, probar para formar parte del equipo de squash.

“Quería demostrar que podía entrar a estos programas y que podía hacer algo con mi vida, pero que escogía no hacerlo debido a todos estos factores que nadie estaba considerando”, dijo Pacheco. “Las pruebas no consistían en ser un buen atleta, sino de esforzarse, aunque resultaba extraño porque, obviamente, el club de squash estaba en la parte rica de la ciudad”.

Logró entrar al equipo y continuó en Preuss. Fue entonces que Paiva, quien visitó a las familias de los participantes de su programa de squash, vislumbró la realidad de Pacheco.

Nacida en Tijuana, México, Pacheco tenía cuatro años cuando su madre, María, partió con ella y su hermano mayor Jesús y, con solamente $20, viajaron hasta San Diego. Pasando de casa a casa —muchas veces viviendo sin electricidad— Jesús y Reyna se quedaron con familias que ponían candado a su refrigerador mientras su madre trabajaba.

Cuando Paiva se reunió formalmente con la familia Pacheco, se tuvo que sentar en una cubeta boca abajo, porque no había sillas en esa casa.

“Definitivamente tomé un salto de fe”, dijo Pacheco, quien se levantaba a las 4 de la mañana sólo para poder practicar una hora antes de la escuela. No pasó mucho tiempo antes de que ella se convirtiera en la mejor jugadora de squash en el programa, lo cual significaba la necesidad de adquirir mejor equipamiento. Empeñó el brazalete de oro que su padre biológico le había dado en México para poder comprar una raqueta profesional. Viajando a los torneos de la costa este, Pacheco observaba cómo niños ricos destruían por frustración sus raquetas.

Pero fue gracias a sus viajes que conoció a una familia vinculada a un poderoso bufete de abogados en Nueva York que la ayudaron a ella, a su madre y hermano para obtener su residencia. Su hermano Jesús —el ‘héroe’ de Pacheco— que abandonó la escuela para ayudar a mantener a su familia, ahora trabaja como ingeniero de campo.

Las calificaciones de Pacheco también mejoraron. Obtuvo la beca Grants Millennium y durante su último año de la preparatoria, la niña que años atrás había renunciado para ir a la universidad, fue aceptada en todas las universidades de su elección, con excepción de Princeton. Tras obtener una beca completa, la joven de 21 años de edad ahora se encuentra en su último año en la Universidad de Columbia, jugando squash y centrándose en su carrera de Estudios Urbanos con especialidad en Ciencias Políticas.

Esta jugadora profesional de squash clasificada como la número 95 en el mundo, fue eliminada en la ronda inicial del Campeonato de Squash del NetSuite Open que este año se celebra en San Francisco, pero volverá a competir este mes en el US Open en Filadelfia.

Ella espera clasificar entre los primero treinta del mundo, y algún día trabajar como diplomática de los EEUU.

“Yo no tomo por sentado en dónde estoy en este momento y las oportunidades que he tenido, porque no creo que sea por falta de intentarlo el que las minorías no triunfen. Es por falta de oportunidades”, dijo Pacheco. “Si usted va a un barrio pobre, hay gente brillante allí. Cada vez que entro a la cancha, no creo que esté jugando por mí misma, estoy jugando por los tantos niños que están en estos programas”.