El Estadio Olímpico se llenó, no para ver a La H como se conoce a la selección masculina de fútbol, sino para asistir a la ceremonia de juramentación de Xiomara Castro, la primera mujer presidenta socialista democrática en la historia de Honduras.

Afuera del estadio, es común ver carteles con imágenes representando momentos importantes en la historia del fútbol. En cambio, retratos de figuras históricas de mujeres cubrieron las paredes del estadio. El maestro de ceremonia anunció la llegada de importantes diplomáticos y dignatarios extranjeros.

La línea entre geopolítica y deportes comenzó a desdibujarse en mi cabeza; se sentía como los juegos olímpicos o más como los juegos centroamericanos. Cuando una banda de trece músicos comenzó a tocar el himno nacional, Castro, cantando, sostuvo su mano derecha sobre su corazón y su mano izquierda en un saludo de poder hacia el cielo.

Castro fue elegida en noviembre pasado en su tercera carrera presidencial consecutiva. No es la típica candidata de izquierda. Ni tiene la formación política que uno esperaría: ama de casa, participante principalmente en organizaciones de servicio comunitario. Cuando entrevisté a Mercy Ayala del centro de investigación jesuita ERIC-SJ, señaló que de esta manera Castro comparte una experiencia mucho más común con la hondureña promedio. Se desempeñó como primera dama hasta 2009, cuando su esposo, Mel Zelaya, fue derrocado en un golpe de estado que lo obligó a abandonar el país.

“Bien pudo haberse exiliado, pero salió a la calle con el pueblo y acompañó el proceso y enfatizó lo que significó el golpe de Estado para el país”. Para personas como Mercy y sus colegas, esta elección significa una alternativa a 12 años de gobierno conservador y antidemocrático, subrayado por el narcotráfico y la corrupción patrocinados por el estado, que han azotado al país.

Berta Zuñiga, hija de Berta Cáceres, presenta a la presidenta hondureña Xiomara Castro — la primera presidenta socialdemócrata en la historia de Honduras — con  ‘la vara alta’, una vara ceremonial del pueblo indígena Lenca.
Courtesia: COPINH

“Esta es una comunidad que profundizó su conciencia en torno a la protección de los bienes comunes”, dice Mercy, hablándome sobre el juicio de Guapinol Eight. “En los últimos años se han criminalizado las protestas. Estos ocho hombres, adultos y jóvenes, están allí desde hace dos años despojados de su libertad”. Mercy señala que ha habido muchas irregularidades y que los cargos no tienen fundamento. Organizaciones internacionales de derechos humanos como Amnistía Internacional están de acuerdo y han exigido la liberación de los ocho hombres que se alzaron en defensa de los recursos hídricos frente a los intereses del extractivismo.

Recientemente, el hermano del ex presidente, Tony Hernández, quien sirvió en el congreso de Honduras, fue sentenciado a cadena perpetua aquí en los EEUU por su vínculo con el tráfico de cocaína. Supuestamente, millones de dólares de la droga se canalizaron hacia el partido Nacionalista de derecha y la campaña presidencial de su hermano, Juan Orlando Hernández. Intercept informó que el exministro de defensa recientemente solicitó asilo político en los EEUU por temor a que se presentaran cargos de corrupción en su contra. Puede haber muchos más de los que huir si la presidenta Castro se mantiene fiel a sus promesas de campaña.

Ahora Castro tiene cuatro años para concretar su plataforma de 15 puntos, la cual amplió a 22 durante su ceremonia de juramentación. Abrió comprometiéndose a expandir un sistema de consejos populares a través de los cuales la gente pueda participar. Recitó su plan enumerado ante los aplausos de El Olímpico, siendo el primero que un millón de familias que viven en la pobreza recibirán electricidad gratis a ser subsidiada por los mayores consumidores de energía del país.

“¡Libertad para los presos políticos de Guapinol!” seguido de silbidos y aplausos de los representantes de los movimientos sociales en las gradas.

“¡Justicia para Berta Cáceres!” Otro rugido de la multitud. La hija de Berta, Berta Zúñiga, subió al escenario junto a Xiomara presentando su “vara alta”, o bastón largo del pueblo indígena Lenca. Castro se comprometió a hacer retroceder el saqueo capitalista renegociando el Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y los EEUU (CAFTA, por sus siglas en inglés) y fortaleciendo las instituciones democráticas.

Hondureños llenaron el Estadio Olímpico para ser testigos de la ceremonia de toma de protesta de la presidenta Xiomara Castro, primera presidenta socialdemócrata de ese país.
Courtesia: COPINH

Cerró reconociendo a la mitad de la población del país que por primera vez será representada de manera directa: “No más violencia contra las mujeres, lucharé con todas mis fuerzas para cerrar las brechas y generar las condiciones para que nuestras niñas puedan desarrollarse plenamente y vivir en un país libre de violencia. Mujeres de Honduras, no les voy a fallar. Defenderé tus derechos, puedes contar conmigo. ¡Hasta la victoria siempre!”

Según el excomandante guerrillero e intelectual público salvadoreño, Dagoberto Gutiérrez, Honduras puede ser el país geopolítico más importante de la región. Un país con el movimiento social más vibrante que históricamente ha estado estratégicamente ubicado para que los EEUU continúe con su papel hegemónico en la región.

No será fácil gobernar y comenzar a allanar el camino para que lo sigan otros en la región. Hay oligarcas poderosos, los mismos que destituyeron a su marido del cargo sin duda se alinearán en su contra. El peso de una democracia hondureña renovada descansa directamente sobre los hombros de Xiomara Castro, pero no está sola. El pueblo de Honduras, especialmente las mujeres, está listo para seguir adelante.