Hace siete años, “exiliados” del Distrito de la Misión, aterrizamos un poco al sur, en Daly City.

Nuestra modesta aunque cómoda casita está ubicada cerca de la frontera entre San Francisco y Daly City, frente al Parque Lincoln y su Centro Comunitario. La primera mañana ahí, oímos animadas voces desde la calle. Miramos por la ventana y vimos a ocho mujeres chinas de edad avanzada, aprestándose a practicar Tai Chi. Eran las 8:30 de la mañana.

La siguiente mañana, ahí estaban de nuevo. Como reloj suizo, con sol o lluvia, es un ritual que atesoran. Cada vez que las veo, son las mismas ocho mujeres. Pareciera que nunca se pierden una sesión. Ha sido una gran fuente de inspiración. 

 
Xiao Ling Lei (a la derecha) participa en una sesión de Tai Chi en el Minnie and Lovie Ward Recreation Center en San Francisco, el 18 de marzo de 2022. Foto: Benjamin Fanjoy

Tres años atrás, un amigo me contó de una clase gratuita para adultos de la tercera edad. Pasaba en el Centro de Recreación Minnie and Lovie, cerca de nuestra casa. Inspirado por esas mujeres de mi flamante barrio, me fui a descubrir esta nueva clase.

 
Xiao Ling Lei en una sesión de Tai Chi el 18 de marzo de 2022, en el Minnie and Lovie Ward Recreation Center en San Francisco.
Foto: Benjamin Fanjoy

Ha sido una experiencia maravillosa. Cuando recién comencé, el instructor era uno llamado Phillip Lim. Fue un gran primer instructor, afable y servicial, representó una clara definición de la palabra confiable. Después de poco más de un año, Phil decidió “mudarse hacia el campo y pintar su buzón color azul”, como dice la canción del músico de blues, Taj Mahal. Phil se alejó de San Francisco.

Al irse Phil, yo también dejé la clase. Tuve una operación en mi cadera y luego la COVID-19 le puso un párele a casi todo, incluyendo las muchas actividades que suceden en el excelente Centro Recreativo Minnie y Lovie.

Recientemente, con una nueva cadera y con el COVID-19 más manejable, he retornado a la clase. Hoy, casi todas las personas en mi clase son mujeres, todas de raza china y de diversas edades, pero en su mayoría adultos mayores, como yo.

 
Un grupo mayoritariamente de adultos mayores asisten a una sesión de Tai Chi en el Minnie and Lovie Ward Recreation Center en San Francisco, el 18 de marzo de 2022. Foto: Benjamin Fanjoy

La nueva maestra, una mujer llamada Betty Li, es también una líder que inspira confianza. Simpática, amistosa y conocedora. Cada miércoles y viernes, entre las 10 de la mañana y el mediodía —bajo su guía y a veces con la inspirada ayuda proveída por Aileen Tse y Richard Cheng— cerca de 12 mujeres y 2 (a veces 3) hombres, practicamos una balanceada combinación de movimientos lentos y controlados. Representan ejercicios basados en la meditación, conocidos como Tai Chi. Literalmente, Tai Chi Ch’uan significa gran boxeo esencial. Tai: extremo. Ji: límite.

Quién lidera utiliza música especialmente compuesta para estos ejercicios. Sonidos evocadores y fluidos, que acompañan a los movimientos, con el propósito de ayudar a conseguir el balance entre dos fuerzas opuestas, llamadas yin y yang. Física, mental y espiritualmente.

El arte china del Tai Chi ayuda participantes con beneficios para la salud física y mental: clase en San Francisco, el 18 de marzo de 2022. Foto: Benjamin Fanjoy

Cuando pregunto a Betti Li por las razones de ser maestra, ella fue pragmåtica: “Vivo en este barrio… conozco a la mayoría de quiénes llegan a la clase… me hace feliz enseñarles… especialmente a la gente jubilada… quiero que vengan y hagan ejercicio… en vez de quedarse en casa viendo televisión o sus teléfonos”. Ella cuenta que empezó con el Tai Chi por la década de los 1960, cuando estudiaba su secundaria en China. “Era una clase obligatoria… aunque creo que la juventud prefiere moverse más rápido! Pero ¡aprendí!”

Creo que el Tai Chi puede fortalecer nuestra salud física y mental. También creo que actividades como ésta ayudan a navegar en esta a menudo volátil y descaradamente violenta sociedad.

Como muchos sabemos, muchos políticos hacen lo posible por dividirnos. Piensan que mientras más apartados estemos, más fácil será controlarnos. ¡Tienen toda la razón!

Todos estamos conscientes (y a veces somos culpables, a diversos niveles) de la forma descarada en que estereotipamos a la gente de comunidades distintas a la nuestra. Es un tumor cultural en nuestra sociedad. Una triste y común realidad de la vida en este país.

Los mexicanos (o mejor dicho, todos los latinos) son estereotipados como flojos, mientras que los chinos como malos conductores de automóviles y como rudos pasajeros, “¡especialmente esas señoras que te agarran a codazos en la línea 30. La gente negra es estereotipada como ruidosa y violenta. Los árabes y otra gente del Medio Oriente como terroristas en potencia y los anglosajones o ‘blancos’, a menudo son vistos como seres privilegiados e ignorantes, negacionistas culpables, que rehúsan examinar su propia historia, mortalmente asustados de los dramáticos cambios demográficos que ocurren en los EEUU.

Esa larga lista se vomita regularmente. Lamentablemente, mucho se queda pegado. Y duele. Nos duele, a todos.

Cuando la COVID-19 empezaba, el ex (y tal vez futuro presidente de los EEUU) Donald Trump, el mismo que inició su primera campaña atacando a los migrantes mexicanos, decidió, sin ninguna prueba fehaciente, que la pandemia era culpa de China. Su uso repetido del ‘virus chino’ y de otros términos despectivos, ayudó a crear un feo clima de odio. Después de sus negativos tuits, la comunidad asiåtico-americana sufrió una gran cantidad de ataques odiosos.

Todos los estereotipos deben desaparecer. Si no es así, el abismo que separa una mitad del país de la otra mitad seguirá creciendo. Debemos mezclarnos, interactuar, colaborar en creaciones y aventuras multiculturales, aprender acerca del otro, amarnos.

Actividades simples, pero también de profundo significado, como una clase de Tai Chi, son buenos pasos hacia esas metas.

Una foto grupal de la clase de Tai Chi en el Centro Recreativo Minnie and Lovie Ward en San Francisco, el 18 de marzo de 2022. Foto: Benjamin Fanjoy