La trigésima octava procesión anual del Día de los Muertos de San Francisco recorrerá el corazón de la Misión el próximo 2 de noviembre para concluir en el Parque Potrero del Sol en medio de las decenas de altares que serán colocados para conmemorar a nuestros muertos. Y mientras que la procesión de este año se centra en gran medida en las víctimas de la violencia armada, abuso policial y en aquellas personas que han muerto encarceladas en los campos de concentración para inmigrantes establecidos durante la actual administración de Trump, la procesión en San Francisco tal como la conocemos hoy en día tiene sus raíces en la epidemia de SIDA en la década de 1980.

Lo que ha menudo ha sido ignorado por los medios de comunicación y la comunidad de San Francisco a lo largo de su historia es la omisión para reconocer a la comunidad gay latina como víctima de la homofobia y la epidemia de SIDA de esa década. 

“En el minuto en el que salíamos, el mayor temor era que se comenzara a asumir que teníamos VIH”, dijo Juan Pablo Gutiérrez, artista y activista de la comunidad LGBTQ actual director del Colectivo del Rescate Cultural, una asociación que tiene como propósito la recaudación de fondos para organizar la procesión anual. “Porque la gente pensaba que al saludarnos de mano iban a contagiarse”.

Durante más de tres décadas, Gutiérrez ha estado al frente de la procesión, defendiéndola de la embestida corporativa que busca beneficiarse de esta sagrada fiesta precolombina.

Un altar en el interior de la casa de Juan Pablo Gutiérrez, artista y activista LGBTQ. Foto: Sophia Schultz Rocha

Y aunque en San Francisco se contaba ya con una procesión del Día de los Muertos previo a la llegada de Gutiérrez en 1982 (organizada por primera vez por el difunto cofundador de la Galería de la Raza, René Yáñez), su llegada coincidió con la enorme pérdida de vidas víctimas del SIDA. 

Esta epidemia históricamente se ha contado a través de la perspectiva masculina blanca y gay. Una vez en San Francisco, Gutiérrez fue consciente de la homofobia y la falta de educación dentro de la comunidad latina— algo que persiste hasta la actualidad. 

“Incluso creo que ahora, no hay equidad dentro de la sociedad estadounidense en la que vivimos. Todavía hay constantes amenazas de ataques y tergiversación por parte de los medios de comunicación hacia la comunidad LGBTQ latina”, comenta Gutiérrez quien recuerda el miedo de contraer VIH y los temores que la gente tenía hacia las personas gay durante la epidemia, y en donde la gran parte de ellos provenían de la comunidad latina.

Juan Pablo sostiene un poste de casi 4 metros de alto que será utilizado para encabezar la trigésima octava Procesión del Día de los Muertos, cuya ruta pasará por el corazón de la Misión el 2 de noviembre de 2019. Foto: Sophia Schultz Rocha

“Latinos gay, lesbianas y ‘Transgéneros’… no tienen voz”, dijo Gutiérrez, “y dado a que las fuentes principales de los medios de comunicación tradicionalistas han continuado representando la principal fuente de conocimiento y educación, recomendamos que revisen la definición de la palabra ‘epistemiología’ y practiquen sus principios básicos, si es que pretenden ahora y en el futuro, informar con la verdad. 

La insatisfacción y subrepresentación de la comunidad gay latina llevó a que el tema del SIDA se convirtiera en una vertiente en la procesión del Día de los Muertos de 1984, y que sirviera para que la comunidad hablara sobre los estragos de una crisis de salud pública y alzara la voz ante la pasividad del gobierno federal durante la administración de Reagan.

Durante la exhibición de la Galería de la Raza en 1984, Gutiérrez hizo un altar en el que se encontraban las palabras “mientras la sociedad da la espalda, morimos miles, miles y miles”. Este llamado a tomar acciones atrajo tanto el apoyo como la reacción de la comunidad de la Misión. 

“La comunidad latina no estaba lista, pero René Yáñez, quien era auxiliar en la exposición de ese año, aprovechó la oportunidad al permitirnos continuar y llevar a cabo la exhibición”, citando lo que dijo Gutiérrez en el libro El corazón de la Misión, la historia de Cary Córdova sobre la cultura latina, el arte y la política en la Misión. “[El altar] obtuvo mucha mala propaganda proveniente de diferentes lugares que querían que fuera retirado de la exposición, pero [Yáñez] decidió mantenerlo después de que una pareja latina se arrodillara llorando frente a la instalación ya que su hijo adolescente acababa de morir de SIDA”. 

El año 1984 también fue marcado ya que fue la primera vez que un reportero del Área de la Bahía publicaba un obituario sobre un gay latino, según el libro de Córdova. También, los periódicos de Nueva York ya habían estado publicando por algunos años historias sobre el impacto del SIDA en la comunidad gay, según Córdova.

“Aunque algunos asociaron al Distrito de la Misión como homofóbico debido al conservadurismo latino, la realidad era que muchos residentes se encontraban sufriendo la brutalidad de esta enfermedad de manera directa”, escribió Córdova en su libro.

Córdova cita a la ‘marcha de velas’ de 1983 organizada por el terapeuta Gary Walsh como uno de los primeros actos que buscaba crear conciencia sobre el número de muertes asociadas con el SIDA. Después de esta muestra de activismo comunitario vendría, en 1985, el desfile del Orgullo y el Arte contra el SIDA en 1987. 

Foto: Sophia Schultz Rocha

Gutiérrez añade que uno de los mayores desafíos de la época era la preocupación sobre cómo el VIH y el SIDA afectarían a la comunidad heterosexual. Hoy en día, la homofobia y los ataques hacia la orientación sexual siguen muy vivos. Sin embargo, Gutiérrez ve un rayo de esperanza en la comunidad latinx a medida que las generaciones continúan luchando por una revolución sexual y por sus derechos humanos. 

“Vivimos en un momento muy, muy difícil”, dijo Gutiérrez, “Y parece que a medida que pasan las décadas, las cosas no se tornan fáciles. Pero nuestra determinación no titubea. Gracias a Dios por la comunidad latinx porque ahora es a ellos a quienes les toca tomar el liderazgo para las futuras generaciones”.

Foto: Sophia Schultz Rocha

Gutiérrez también explica la difícil situación de la comunidad gay cuando se toma en cuenta la etnografía del latinx: “Somos 22 países de habla hispana que conforman la comunidad latina de San Francisco. Son 22 países con sus propios idiomas, con sus propias costumbres, con sus propias tradiciones. Así que para ser gay, estás hablando sólo de la Castro, en el caso de San Francisco, porque una vez que sales de la Castro no es tan fácil ser gay. Seguimos siendo una ciudad homofóbica”. 

Al considerar las historias y las experiencias de ser gay, Gutiérrez cree firmemente que las complejidades de cada cultura son ignoradas. El y otros organizadores se han comprometido firmemente a organizar la procesión del Día de los Muertos pese a no contar con ayuda económica por parte de alguna corporación o entidad gubernamental. El costo para usar el parque para este evento es de aproximadamente $40 mil. Sin embargo, continúan adelante con su lema “Nuestros muertos no se venden”.