Erik ‘El Terrible’ Morales firma guantes de box en Yerba Buena Gardens durante la ceremonia de inauguración de El Museo Mexicano. Foto Alejandro Galicia Díaz

Su alias en el cuadrilátero de ‘El Terrible’ Morales que Erik tuvo durante su carrera boxística que duró una década, podría resultar un poco engañoso, ya que fue todo menos terrible.

Era un niño cuando tomó por primera vez un par de zapatos de fútbol, pero supo rápidamente que no sentía la pasión por ese deporte. Luego probó suerte en el baloncesto y se dio cuenta que no estaba hecho para eso.

Entonces, el joven Morales siguió los pasos de su padre  —un boxeador profesional retirado. Nueve años y 61 peleas profesionales después, Morales es el único boxeador mexicano en la historia en ganar múltiples títulos mundiales en cuatro divisiones de peso diferentes.

Ocupa el puesto número 49 en la lista de los ‘50 grandes boxeadores de todos los tiempos’ de ESPN y es reconocido por su valiente y sangrienta trilogía de peleas una con su compatriota Marco Antonio Barrera, y otra con el superestrella filipino, Manny ‘Pacman’ Pacquiao.

Erik Morales (a la derecha) vence a su rival y compatriota, el mexicano Marco Antonio Barrera el 22 de junio de 2002. Foto Laura Rauch/AP

A pesar de quedarse corto en ambas trilogías (1-2), su actuación le merecieron la admiración de innumerables fanáticos del boxeo y cimentaron su legado como uno de los mejores luchadores de todos los tiempos de México.

“Tuve la oportunidad de encarar peleas importantes contra Barrera, Pacquiao y otros grandes luchadores”, dijo Morales. “Mi mejor recuerdo es tener siempre a los fanáticos emocionados durante mis peleas”.

Al igual que muchos boxeadores mexicanos el objetivo de Morales era seguir los pasos del legendario Julio César Chávez, que ganó seis campeonatos mundiales en tres divisiones de peso distinto.

“De niño siempre escuché que no existió otro luchador como Julio César Chávez, que tiene títulos mundiales en tres categorías de peso”, comentó. “Eso me motivó a alcanzar su récord y luego romperlo”.

La llegada de Morales al domo de la fama del boxeo empezó en los límites de La Zona Norte, un barrio de Tijuana conocido por sus burdeles, redes de prostitución y el tráfico de drogas.

Allí, su padre José —que murió en junio a la edad de 60 años— operaba un gimnasio de boxeo. José fungió como entrenador titular de Morales durante su carrera.

“El boxeo era natural para mí”, dijo Morales. “Mi padre me enseñó. Me enseñó con una gran cantidad de trabajo duro y muy detallado sobre cómo luchar. Eso me ha permitido estar en un ring de boxeo y hacer las cosas con facilidad”.

De complexión alta y delgada, Morales se adaptó a la perfección para el boxeo a largo alcance. A pesar de saber cómo utilizar su alcance, rango y habilidades, a menudo atacó a sus oponentes golpe tras golpe, enfrentando peleas sangrientas e muchos intercambios. Aunque no siempre es lo mejor, se trataba de un estilo de lucha emocionante que le ganó la admiración de los fanáticos del boxeo.

Morales admite, sin embargo, que la lucha más dura que enfrentó a lo largo de su carrera no fue en contra de sus oponentes en el ring, sino contra sí mismo. Su batalla para alcanzar el peso antes de las peleas, especialmente en las divisiones de menor peso de 122, 126, 130 y 135 libras, fueron siempre un problema para él. Previo a cada pelea, Morales podría deshidratar su cuerpo a fin de alcanzar el menor límite de peso requerido, y después rehidratarse y alistarse para pelear.

“Fue un gran esfuerzo en las de 126 y 130 libras”, dijo Morales. “En la de 135 libras, apenas podía lidiar con ello. En las de 140 libras  no tenía que matarme [en el gimnasio tratando de hacer el peso]. Pero yo estaba más allá de mi promedio”.

El momento más brillante de Morales llegaría en 2005, cuando derrotó a Pacquiao por decisión unánime. Su carrera, sin embargo fallaría poco después, al perder siete de sus últimas once peleas.

“Creo que la ‘descompensación’ que enfrenté fue lo que más me costó, pero al final del día, todo consistió en el trabajo duro y la batalla contra mí mismo para obtener el peso y estar en forma”, declaró. “El desgaste era mucho en comparación con otros combatientes”.

Después de una exitosa e ilustre trayectoria, Morales se retiró en 2014, con un récord que incluye 52 victorias (36 por KO) y nueve derrotas. Su legado sin duda lo consolidó para ocupar el Salón de la Fama Internacional. Fue un legado construido con base en un estilo de lucha tenaz impulsada por una actitud férrea hacia sus oponentes. Además de atacar a sus oponentes, el tipo bravo de La Zona Norte nunca estuvo lejos de lanzar insultos o burlas hacia sus mayores rivales.

“La satisfacción realmente valió la pena”, dijo el boxeador a reflexionar sobre su carrera. “Pero valió la pena porque antes de un Juan Manuel Márquez y Marco Antonio Barrera, [estuvo] Erik Morales [quien] entró en el escenario y arrasó con todo mundo”.