Foto Courtesy Laura Waxmann

Ha pasado un año desde el asesinato de Ernesto Xe Acosta, pero ni un solo día sin que sea recordado.

Un rayo de sol quebró el cielo gris que envolvía a San Francisco, iluminando una colina en el parque Alamo Square donde un pequeño grupo de personas se reunió con instrumentos en sus manos.

En ellas había una sensación de algo que estaban reviviendo —un 10 de febrero, una fría noche de invierno, fotografías de un hombre apuesto sonriendo sinceramente a la cámara, velas blancas y flores colocadas con cuidado sobre la hierba húmeda— con el corazón quizás aún más adolorido ahora de lo que les dolió durante la confusión y la incredulidad que rodeó la muerte de Xe el año pasado.

El grupo de personas que asistió al primer aniversario del asesinato de Xe fue más pequeño que las casi 200 que inundaron las calles cuando la noticia del asesinato sin sentido se dio a conocer. Pero las historias que compartieron eran vívidas y llenas de amor.

Muchos recordaron el momento en que recibieron la noticia de que el muy querido empleado de Whole Foods había muerto —lo que estaban haciendo en ese instante, la última vez que escucharon su voz, o lo vieron en su Volkswagen azul cruzando por la Calle Haight.
El día que Xe tomó su último aliento coincidió con el día en que una infinidad de vidas a su alrededor se detuvieron de igual forma.

Xe fue asesinado a balazos el 10 de febrero de 2013, a las 2 de la mañana, en la intersección de las calles Hayes y Webster. Fue un disparo mortal en el pecho el que terminó injustamente con sus 23 años de estancia en la tierra. Nadie sabe porqué murió —la interrogante continúa ardiendo en los corazones de sus seres queridos, para quienes las respuestas de “al azar” y “no provocado” son obvias pero insuficientes.

Meses después de la balacera, imágenes de video difundidas por la policía, provenientes de una licorería y un taxi cercanos a la escena del crimen, revelaron a un pistolero no identificado en lo que la policía cree es un carro Lexus ES 350 de color blanco. Xe camina sobre la acera, luego desvía de su camino conforme el auto se detiene, al parecer alguien le llama. Lo que sucede después es doloroso e inexplicable. La policía cree que disparan desde el coche, y se ve cómo Xe cruza la calle a trompicones y cae en la acera.

No han arrestado a nadie ni hay avances en el caso de Xe, según su familia. La policía cree que él no conocía a su asesino —no se le conocía enemigo alguno.

La policía dijo que los disparos podrían haber estado relacionados con una pelea que se produjo esa misma tarde, durante una fiesta de cumpleaños para el productor de música local, LaRon Mayfield, en la vecina sala de conciertos Yoshi’s de la Calle Fillmore. Se hace un llamado a testigos a presentarse con cualquier información que pueda ayudar a encontrar a las personas que quitaron la vida a Xe.

En el parque Alamo Square, el primer encuentro anual de paz en honor a Xe comenzó con el traqueteo de las maracas y los golpes pausados del tambor, acompañado de canciones en la antigua lengua mexica, el náhuatl.

Xe vivió día a día, y fue bueno con quienes lo rodeaban. Para cuando murió, ya había alcanzado varios de sus sueños —poseer una furgoneta Volkswagen, viajar a Brasil y aprender sobre sus raíces indígenas y la cultura en México. Los que lo recordamos nos preguntarnos acerca de las aventuras que hubiera emprendido.

Nunca se llenará el vacío que queda en su ausencia, pero los recuerdos de Xe viviendo feliz —despreocupado, rodeado de amigos, riendo y dando cálidos abrazos— proporcionaron sonrisas y calidez en ese frío y oscuro día para la eternidad.

Si deseas compartir tus pensamientos y recuerdos de Xe, visita la página de Facebook ‘Your memories of Ernesto Xe Acosta’.

Si tienes información sobre el tiroteo puedes llamar a la policía al (415) 575-4444 o enviar un mensaje de texto al TIP411 con ‘SFPD’ al inicio del mensaje.

—Traducción Alfonso Agirre