Corte de listón y ceremonia de dedicatora del Centro de Trauma en el Zuckerberg San Francisco General Hospital el 10 de noviembre. Foto courtesía Drew Altizer Photography

En noviembre de 2008, San Francisco aprobó una medida de un bono de $887.4 millones para construir un nuevo Hospital General de San Francisco. A pesar de la recesión, la medida fue decretada con más del 83% del voto a favor.

El pasado 21 de noviembre el Alcalde Edwin Lee presidió el corte del listón inaugural del ‘Zuckerberg Hospital General de San Francisco’ un nuevo edificio que le separa del actual hospital por la Wells Fargo Plaza. El próximo mayo, el nuevo hospital abrirá sus puertas y algunos pacientes serán transferidos a la Unidad Médico-Quirúrgica Banco de América’.

La medida de bonos no cubrió todo el equipamiento de la nueva instalación, por tanto el anuncio de una donación de $75 millones por parte de Mark Zuckerberg, de Facebook y su esposa la doctora Priscilla Chang fue un alivio significativo. Sin embargo, llamar el hospital con el nombre de la décima sexta persona más rica del mundo y su esposa, quien se encontraba culminando su entrenamiento allí, pareció más que un pequeño tono sordo. Zuckerberg logró hacer $1.6 mil millones de dólares en un día en 2014. Si hubiera trabajado un turno de 12 horas, como lo hacen muchas enfermeras del hospital, entonces hubiera ganado su contribución fiscal en menos de una hora.

Los votantes de San Francisco, que pagan más de diez veces la contribución de Zuckerberg y de Chang, nunca tuvieron oportunidad de apoyar o vetar el cambio de nombre. El no dar voz a los empleados del Ministerio de Salud Pública de San Francisco, que trabajaron diligentemente para apoyar dicho bono es elitista y una falta de respeto.

Por su parte, el Banco Wells Fargo pagó un acuerdo de $175 millones en julio de 2012 por prácticas de préstamo predadoras contra compradores de casas afroamericanos y latinos, comunidades que ahora, además, enfrentan la epidemia de desalojos. Wells Fargo y el Banco de América fueron rescatados por contribuyentes fiscales y continuaron aprovechándose de ejecuciones hipotecarias contribuyendo con ellas a la crisis de la vivienda. Resulta ironía cruel nombrar a una plaza y una sala de hospital con nombres de instituciones bancarias que, parcialmente, han sido responsables de la indigencia que afecta un número significativo de nuestros pacientes.

A los votantes de San Francisco se les pedirá cubrir los gastos de actualización del hospital. Como enfermera que he trabajado en el Hospital General de San Francisco por muchos años, seguramente apoyaré futuras medidas de asignación de bonos que aseguren seguir proveyendo calidad en el cuidado de todos sin tener en cuenta la clase económica, capacidad de pago o ciudadanía. Lamentablemente, el nombrar a un organismo públi-co con nombres de millonarios y corporaciones puede inducir a futuros votantes a decir “no queremos pagarlo, encuentren a un filántropo”.

La salud pública es cara, pero vale la pena. Convertir el hospital que amamos en un muro publicitario es más que desagradable; provoca el derroche y desacuerdos. En lugar de un renombramiento costoso y confuso, el dinero debería destinarse a mejorar la asistencia médica para todos.

Sasha Cuttler RN PhD es una enfermera del Hospital General de San Francisco y el Sindicato Internacional de Empleados de Servicios (SEIU) Local 1021, y representante de la SEIU, Alianza de Enfermeras de California.

—Traducción Luis Estrada