[su_label type=»info»]Editorial del Equipo [/su_label]

Personal del Departamento de Obras Públicas de San Francisco “limpian” el campamento de indigentes ubicado en la calle División el 1 de marzo, luego de que la ciudad declarar asunto de riesgo a la salud pública. Foto Santiago Mejia.

San Francisco es famosa por sus valores liberales. A través de una serie de cuestiones sociales —desde el medio ambiente, los derechos homosexuales hasta la vivienda y servicios de salud mental para los desfavorecidos— la ciudad ha estado a la vanguardia, estableciendo políticas públicas progresistas que frecuentemente se adoptan en otras partes de los EEUU.

Y los san franciscanos sienten orgullo especial por esa inclusión y diversidad histórica de su ciudad. Sin embargo, existe una creciente evidencia de que estas tradiciones están siendo abandonadas.

Desde que el alcalde Ed Lee asumió el cargo en 2011, San Francisco se ha vuelto más rica, más blanca y más económicamente conservadora. Su plan de desarrollo de la mitad de la calle Market ha sido muy bueno para los adinerados y expertos en tecnología, pero ha hecho la vida mucho más difícil para los residentes marginados de la zona.

Las compañías tecnológicas como Twitter han cosechado los beneficios de los recortes de impuestos de Lee (la ciudad perderá $34 millones de ingresos tan solo en 2015), mientras que permite el desplazamiento de muchas de las organizaciones no lucrativas que proveen servicios esenciales a los más desfavorecidos de la ciudad.

Una reciente encuesta procedente de la Oficina de Desarrollo Económico de la Alcaldía encontró que cuatro de cada cinco organizaciones no lucrativas están preocupadas por la “sostenibilidad financiera a largo plazo”, y que siete de cada diez indicaron la necesidad de tomar una decisión respecto a su reubicación en algún momento durante el próximo año —informó en marzo de 2016 la San Francisco Business Times.

Parece que existe una creciente indiferencia hacia los menos privilegiados de San Francisco que recurren a ese tipo de organizaciones.

“Yo no debería ver el dolor, la lucha y la desesperación de las personas sin hogar desde y hacia mi camino al trabajo todos los días”, dijo lamentándose Justin Keller, un joven trabajador de la tecnología, en un blog publicado en febrero.

Pocos años antes de eso, Greg Gopmen, que fundó la AngelHack, sugirió que los indigentes deberían estar agradecidos sólo por estar en una ciudad “civilizada” como San Francisco y que deberían verse a sí mismos como “invitados”.

En el período previo al Super Bowl 50 a principios de este año, el alcalde Lee tuvo como prioridad una limpia de indigentes localizados en las proximidades de la Super Bowl City —para que quedaran fuera de la vista y del pensamiento. Varias semanas después, el alcalde declaró que un campamento de indigentes montado en la calle Division, donde muchos de ellos se reubicaron, era un peligro para la salud pública, y ordenó su desmantelamiento.

Esta idea de que los “indigentes son un peligro para la salud pública” es la justificación que el alcalde dio cuando declaró que había la necesidad de “castigar severamente” a estas personas. La retórica de “reprimir” también ha sido repetida mecánicamente por el Supervisor del Distrito 11, Scott Wiener, quien es candidato a la asamblea estatal este año.

Fue el fundamento de Lee para enviar al Departamento de Salud Pública a destruir el campamento en la calle Shotwell, lo que finalmente ocasionó que la policía de San Francisco acribillara a un indigente llamado Luis Góngora.

La falta de vivienda es un problema complejo, a menudo relacionado con alguna enfermedad mental y adicciones. La idea de que se puede resolver sólo con “medidas enérgicas” como Lee nos quiere hacer creer es errónea y en realidad bastante insensible —una retórica más propia de una campaña republicana que del alcalde de la ciudad liberal más importante del país.

Mahatma Gandhi dijo una vez: “La medida de una civilización radica en cómo trata a sus miembros más débiles”.

Si eso es cierto, San Francisco no está a la altura de su reputación.