El autor y reportero de El Tecolote, Alejandro Galicia Diaz, combatiendo la enfermedad del hígado graso. Courtesía: Alejandro Galicia Díaz

Fue el jueves por la tarde, un día antes del cumpleaños de mi madre, para ser preciso, cuando tuve una cita con mi doctor. Tronando mis nudillos y secando el sudor de mis manos y mi frente, mientras permanecía en la sala de espera, lo único que pude preguntarme, furioso, fue “¿porque no me cuidé mejor?”

Mientras estuve sentado en la sala de espera por 45 minutos observando el póster de la anatomía humana y escuchando a escondidas la conversación que los médicos tenían sobre a mi diagnóstico, mi doctor finalmente entró y me informó que había desarrollado la enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés).

Naturalmente, uno piensa en lo peor, y eso es legítimo, cuando se considera que puede resultar en problemas de salud muy serios si uno no se atiende. Pero hay varias maneras de combatirlo.

“El hígado graso es muy común y por lo general se produce como resultado de una mala dieta o por ingerir demasiado alcohol”, dijo Julio Herrera Aguirre, anestesista en la Hospital General de Ciudad de México. “Lo mejor que puedes hacer es prestar atención a lo que comes y tomas o, en caso de complicaciones, trasplante”.

Comer saludablemente, alejarse de los alimentos procesados y hacer ejercicios son la mejor manera de combatir la enfermedad, o la mejor forma de prevenirla, si todavía tienes un hígado sano. Desafortunadamente, muchas personas en este país no piensan en las consecuencias de una dieta mala y los efectos que tendrá en sus órganos a largo plazo.

Un estudio reciente hecho por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, mostró que los EEUU es el segundo país con mayor índice de personas obesas en el continente Americano (después de México).

Y según la Fundación Americana del Hígado, al menos 30 millones de estadounidenses, o casi 1 de 10, padecen esta enfermedad. A menudo, muchas personas no están conscientes de que su hígado está funcionando mal.

Lo que muchas personas, como yo, no entienden es la gravedad del daño que el consumo de la comida chatarra puede ocasionar en el organismo, principalmente en el hígado. Este órgano desempeña varias funciones y una de ellas es filtrar y neutralizar los contaminantes que están en nuestra sangre. Sin embargo, mientras más se consumen alimentos grasosos y procesados, más alta es la cantidad de grasos en el hígado, lo que provoca esta enfermedad.

Combatir la enfermedad del hígado requiere disciplina. Es el único órgano en nuestro cuerpo que tiene la capacidad de regenerarse. Pero, para tener un hígado sano, todo depende de lo que comemos y lo que necesitamos evitar.

Para combatirla también se debe indagar sobre lo que uno puede comer.

Según HealthHub, parte del sitio web Sunwarrior: el ajo, la cebolla, la alcachofa, el aguacate, la remolacha o betabel, el brócoli, la zanahoria, las verduras de hoja, la cúrcuma, la nuez de castilla, los cítricos, los granos enteros y el agua, son los mejores para purificar el hígado. Unas de mis favoritas son la mora azul y la frambuesa, las cuales contienen una gran cantidad de antioxidantes que purifican el hígado.

“Lo que necesitas entender es que se requiere un cambio en el estilo de vida”, dijo Monica Sparks, entrenadora física y de salud, y entrenador personal certificada en el área de la bahía. “No es un cambio que ocurrirá en sólo una noche. No es un arreglo instantáneo. Requiere mucha práctica, además de empezar con los fundamentos”.

Después de que recibí mi diagnóstico, empecé a tomar mi salud más en serio. Hoy en día, utilizo mi  gimnasio personal de boxeo en casa, sudando o bien, jugando en la cancha de baloncesto lanzando canastas y manteniéndome físicamente activo.

He dejado de comer comida chatarra y tomar bebidas gaseosas. No ha sido fácil pero mientras avanzo, he notado mejoría.