Janette Vázquez, de 28 años, beneficiaria de DACA, quien trabaja como entrenadora personal, se une a los cantos durante la marcha llevada a cabo en el cruce de las calles 7 y Misión el 5 de septiembre, luego de que el presidente Trump pusiera fin al programa. Vázquez dijo estar “luchando no solo por mis derechos, sino también por los de todos, porque todos somos Soñadores… luchando por un mejor futuro”. Foto: Aaron Levy-Wolins

“La resistencia es una forma de vida”, me lo dijo alguien no hace mucho; un indocumentado, traído por sus padres a este país siendo niño. Alguien que entiende el significado de la empatía mejor que muchos de los nacidos en las fronteras invisibles de este país.

Cuando desperté la mañana del 5 de septiembre de 2017, ante la noticia de que DACA había sido rescindido, pensé en esta persona, en su activismo y en sus palabras. Pensé en los millones de personas como ella. Y pensé en sus padres, que arriesgaron todo con la esperanza de encontrar una vida mejor para ellos y sus hijos al otro lado del Río Bravo.

Mi madre fue uno de esos padres. Es por ella que tuve el privilegio de haber nacido aquí, un privilegio que me da la oportunidad de escribir estas palabras.

No puedo pretender saber lo que es vivir diariamente con ese miedo, el secreto o la incertidumbre, que son parte de la realidad y vida de los indocumentados. Pero he visto trabajar a mi gente. He visto a mi gente superarse. Nos hemos visto levantarnos incluso antes de DACA, que fue creado por la presión que pusimos en la administración anterior.

Los hombres que rescindieron estas protecciones, diseñadas para salvaguardar algunas de las partes más vulnerables de la población, afirman que lo están haciendo con el interés de poner a “los ciudadanos estadounidenses primero”. Pero está bastante claro que lo que quieren es que 11 millones de inmigrantes indocumentados y aproximadamente 800 mil solicitantes de DACA vivan en las sombras, para que nuestra gente no tenga acceso a la educación superior ni a los beneficios que tienen quienes vienen con ella. Ellos quieren ordenarnos volver a una vida de servidumbre, viviendo en este país, siempre y cuando nuestra gente haga los trabajos de baja remuneración que sólo benefician a los afortunados nacidos aquí.

Ellos desean que no existamos. Pero lo hacemos. Hemos existido todo el tiempo, porque hemos estado aquí todo el tiempo. Existir es resistir. Y a pesar de DACA, continuaremos haciéndolo.

—Alexis Terrazas,

Editor-en-Jefe