Miembros de YUCA (Youth United for Community Action) se reúnen en una protesta comunitaria contra Amazon, luego de que la corporación eligiera ignorar su contrato de alquiler del 30 por ciento, instituido por el Comité del este de Palo Alto. YUCA tiene como objetivo responsabilizar a corporaciones y empresas por explotar la reputación del área. Cortesía: Kyra Brown

Los activistas jóvenes de color del Youth United for Community Action (YUCA), con sede en el este de Palo Alto, lo han convertido en su trabajo de vida para influir en el cambio desde sus propios hogares luchando contra las injusticias sociales y ambientales.

Supe de YUCA a principios de este año cuando investigaba organizaciones locales en la bahía sur. Me acerqué y fui invitada para visitar a la directora del programa, Cynthia Cruz.

La oficina de YUCA es inmediatamente reconocible por un enorme cartel que muestra con orgullo puños de color con leyendas como, #BlackPower #LoveWins y #SaveEPA. El sitio está ubicado entre otras casas unifamiliares al este de Palo Alto.

Mi primer encuentro con YUCA confirmó todo lo que pensé que me encantaría. Ese día, Cruz llevó a cabo una sesión de ‘educación política’ para los jóvenes, en la cual se refirió al capitalismo, la justicia ambiental, la privatización de los recursos en tierras indígenas y lo que significa para el este de Palo Alto la crisis actual del agua.

Esta zona tiene una rica historia de activismo como una parte marginada del Área de la Bahía, teniendo que luchar para incorporarse e incluso ahora, no recibiendo toda la atención como ciudad.

YUCA es un espacio educativo seguro proporcionado por y dedicado a los jóvenes. Esta pequeña porción del este de Palo Alto se remonta a 1994, cuando los estudiantes de color de bajos ingresos de la Universidad de Stanford, que compartían un espíritu revolucionario, se movilizaron para acercarse a la comunidad y crear un programa de pasantías de verano. Las prácticas obtuvieron mucha atención y actividad. YUCA ahora se erige de manera independiente como una organización comunitaria durante todo el año para jóvenes entre los 13 y 18 años.

Mucho del trabajo de YUCA se centra en los derechos de vivienda y la accesibilidad. En años pasados, los residentes de la zona han sido desplazados por los gigantes tecnológicos (las oficinas de Amazon comparten la misma cuadra que la oficina de YUCA) o la réplica de sus olas, que se han presentado en forma de fuertes aumentos de alquileres que afectan a cientos de familias. YUCA ha logrado asegurar una lista de medidas que protegen a los residentes de larga data y continúa impulsando la vivienda asequible y el control de alquileres, pero una de sus mayores victorias es el cierre de la instalación de gestión de residuos peligrosos Romic.

Durante años, Romic trabajó directamente en el patio trasero del este de Palo Alto, contaminando las aguas subterráneas, lo que ha causado una epidemia de asmáticos en toda la ciudad y ha aumentado en gran medida el riesgo a desarrollar cáncer. Después de que varios empleados estuvieron expuestos al material peligroso que causaba serias complicaciones de salud, YUCA, junto con otros residentes de la ciudad, exigieron la clausura de las instalaciones. Después de una campaña de 11 años contra Romic, el éxito finalmente llegó en 2006. Gracias a los activistas de YUCA y sus aliados, el este de Palo Alto ha sido capaz de enfrentar estos problemas de salud.

Los miembros principales de YUCA trabajan estrechamente con Cruz y el director ejecutivo Tameeka Bennett. Ellos deciden qué enfoque tomar en cada campaña, qué preguntas hacer, a quién contactar, cada aspecto de cualquier organización comunitaria es parte de su responsabilidad, y esto se extiende a la educación de su comunidad.

Hace unos meses asistí a un foro de vivienda organizado por miembros principales de YUCA, que se centró en el desplazamiento de jóvenes de esta zona y otras comunidades que se han visto afectadas, y presentó principalmente las voces de esos  jóvenes. Los participantes admitieron que se están aferrando a los restos de su cultura tras una grave transculturación, lo que ha dejado a muchos sintiéndose sin esperanza.

Pero el trabajo impulsa a los miembros del núcleo a continuar. Valeria Ojeda, de 16 años, dijo que la organización ha fomentado su crecimiento como líder compasivo y que espera avanzar en YUCA para luego desempeñar roles más grandes. Karely Núñez, de 15 años, una vez fue una tímida estudiante, ahora ha encontrado su voz entre sus compañeros. Ella leyó un poema que ella misma compuso sobre el desplazamiento, frente al público durante el panel de vivienda. Ine Grewe, de 14 años, miembro orgullosa de su comunidad, quien ha adquirido las herramientas necesarias para convertirse en oradora pública.

Sentarse en la audiencia y presenciar a los jóvenes dirigir todo este panel fue un testimonio del poder del este de Palo Alto.

Mi papel como asistente de aprendizaje superior es limitado. Todos los días que entro en YUCA, aprendo más de ellos de lo que probablemente se den cuenta, y creo que eso es lo importante de tener una organización dirigida por jóvenes, la tenacidad que conlleva la juventud y lo necesario que es movilizar a las personas. Es lo que mantiene vivo al este de Palo Alto y lo que le dé continuidad.

Jasmine Diarte comenzó a hacer prácticas en YUCA como asistente de aprendizaje superior en marzo de 2018.