Mafalda es una heroína iracunda que rechaza al mundo tal cual es… reivindicando su derecho a seguir siendo una niña que no quiere hacerse cargo de un universo adulterado por los padres.”

                   —Umberto Eco, escritor, crítico y filósofo italiano

Carlos Barón

Me sentí afortunado de poder arrancar a Mabel Jiménez de sus varios deberes en “El Tecolote”. Aunque fuera por un breve tiempo, apenas mas de una hora.

Mabel está motivada por un gran sentido de responsabilidad, palabra que aparecería a menudo en nuestra conversación. Así, el conversar de si misma tal vez le pareciera una distracción de sus muchas tareas.

Cada vez que entro a la oficina del querido periódico, veo a Mabel enfrascada en su trabajo, generalmente usando audífonos para su mejor concentración, mientras se enfrenta a la pantalla del computador.

Al revisar los nombres de quiénes trabajan en “El Teco” (nuestro apodo cariñoso) el nombre de Mabel aparece en varios sitios: Editora Asistente, Editora de Fotografía, Diseñadora, Fotógrafa…y Encargada de Publicidad. Sonriendo, ella comenta: “¿Tal vez el hecho de ser mujer me califica automáticamente para varios deberes? Aún  niña, aprendí a reconocer una verdad esencial: las mujeres, generalmente, son el pegamento en las familias… y en muchos sitios de trabajo.. Aprendí a aceptarlo, pero a veces me preocupa…un poco.”

Sus años formativos pasaron en Tijuana, México. “Eramos pobres. Nuestra calle era de tierra…mi padre era mecánico…aún  lo es…mi madre se ocupaba del trabajo hogareño…además de cuidar de mi hermano mayor. El es ocho años mayor que yo. Es autista, y tiene una una discapacidad en su desarrollo, lo  que significa que tiene la edad mental de un niño chiquito.”

Suspira, recordando: “Tengo otro hermano, un par de años mayor que yo, pero pronto entendí que,      eventualmente, yo estaría a cargo del hermano autista. Mis padres aún lo cuidan, pero me di cuenta –solita, –que cuando ellos ya no pudieran, yo sería la cuidadora. Nadie me lo dijo. Tenía ocho años de edad cuando me dí cuenta. Mi padre trabajaba afuera de la casa, pero mi madre era la cuidadora principal, la que resolvía problemas. El pegamento…y también aprendí que –hiciera lo que fuera—tenía que ser la mejor. El mejor pegamento.”

Mabel nació en San Diego, pero creció en Tijuana, donde vivió hasta sus 18 años. ‘Cuando yo estaba a punto de nacer, mi madre cruzó la frontera, para que yo naciera acá. Así, soy ciudadana norteamericana. Una Americana de México. Veintiún años después, pude conseguir las tarjetas de residentes para mis padres.”

Pausa brevemente y añade, sonriente: “¡Soy una orgullosa “Bebé ancla”! ¡El primer eslabón de la “cadena migratoria” de mi familia! Esa siempre ha sido la manera en que este país se ha expandido?

Su sonrisa se troca en una feliz risa, a la cuál me uno.

Fue una larga travesía. Sus padres esperaron mas de 21 años para recibir la “tarjeta verde” de residentes. No recibieron tarjetas de “Genios”, como sucedió “asombrosamente” con Melania Trump, la “Primera Dama.”

Respecto al cómo eligió su carrera de fotógrafa de prensa, Mabel dice: “Comencé escribiendo diarios de vida…y dibujando. Me encantaba dibujar  y el arte era un tema favorito…pero pensaba que estudiar arte, el ser artista, sería algo egoísta, pues lo estaría hacienda solo por placer. Me tomó mucho tiempo darme cuenta de que también puedo usar el arte para la comunidad. No tiene que ser egoísta. Aún así, escogí  la carrera de fotógrafa de prensa, pues pensé que era lo mas artístico en el periodismo. ¿Tal vez haga mas arte en un futuro cercano?¿O será el próximo capítulo en mi vida? ¡Cuando deje de tratar de cambiar el mundo!”

Le pregunto: “El 8 de marzo, “Día Internacional de la mujer”, no querías hablar del tema. ¿Por qué?”

De nuevo sonríe. Recuerda perfectamente: “¡Vamos, Carlos! Con todo lo que hacemos las mujeres, todos los días, todas las luchas que tenemos que dar, en todas partes…es difícil celebrar, ¡pues nuestra lucha continúa todos los días del año!  ¿Un día?

Respecto al Movimiento Me Too (Yo También), ella dice: “Es algo positivo. ¡Una nueva ola del Movimiento Femenino! Ha logrado que –finalmente- muchos hombres entiendan lo que pasa a las mujeres. Cada mujer tiene sus historias de acoso, o de asalto sexual, pero muchas nunca hablamos de ellas. También yo las tengo. No he contado mi historia, porque creo que es problemático el que las mujeres tengamos que abandonar nuestra privacidad  y hacer público nuestro dolor… para que se nos crea. Esa es una posición muy vulnerable.”

Ordena sus pensamientos y sigue: “Hay algo muy cierto: el dolor femenino es siempre subestimado.”

Aunque tal vez ella no tema por su vida,  algo que otras mujeres líderes en otros países si lo siente, ¿çómo se siente Mabel Jiménez con los muchos insultos que aparecen en “las redes sociales”? ¿O incluso en las conversaciones casuales? ¿Como el término “Feminazi”?

Pausadamente, ella contesta, repitiendo el sentimiento de la escritora y profesora Clay Shirky: “Cuando el privilegio es una costumbre, la igualdad puede parecer una opresión.”  Creo que el término “Feminazi” revela mas acerca de quién lo use, que acerca de quienes pretenden describir con ese insulto.  Lo único que pedimos es igualdad.”

Se fija en la hora y se preocupa. “¡Uy! Hemos hablado por mucho rato! Tengo que volver. Asegurarme que todos tengan sus asignaciones, saber lo que se necesita de mí. ¿Ves? ¡Me están llegando algunos textos. ‘¿Dónde estás?’ ”

Vuelve a reír y prosigue: “¿Sabes? ¡La verdad es que aún tenemos mucho por recorrer.! Por ejemplo, recuerdo un día, en que me sentí muy productiva,  lo que dió mucho gusto. El comenzar cosas y completarlas, me hizo sentir exitosa de cumplir con mi papel, con mi posición de mujer profesional. Entonces, salí a la calle, sintiéndome poderosa…y un hombre pasó a mi lado y me dijo: ‘¡Lindas tetas!’. En ese momento sentí que no importaba lo que hiciera, cuan duro trabajara o cuan educada fuera. En la calle, ¡éso es todo lo que alguien va a notar de mi! ¡Imagínate si las familias pusieran el mismo esfuerzo que ponen en enseñar a los varoncitos a respetar a las mujeres, como el que ponen en enseñar a las mujercitas a cómo defenderse del acoso sexual!”

Termina la conversación. Siento que he conversado con una “Mafalda” de la vida real. Esa niña de la cuál escribió Umberto Eco al comienzo de esta columna. ¡Que suertudo he sido!