Miembros de la comunidad se reúnen afuera del Ayuntamiento de San Francisco el 12 de junio, para recordar a las víctimas del tiroteo en el club nocturno gay Pulse, en 2016 en Orlando, que tuvo lugar durante la Noche Latina. Foto: Natasha Dangond

En la mañana del domingo 12 de junio de 2016, muchos de nosotros nos despertamos con la horrenda noticia del tiroteo masivo en el Pulse Nightclub en Orlando, Florida, que ocurrió en la Noche Latina del Mes del Orgullo. Nos enteramos de que Omar Mateen había asesinado a 49 personas esa noche. Ese acto mortal sigue siendo uno de los peores tiroteos masivos en la historia de los EEUU.

En San Francisco, como en muchas ciudades del país, se organizaron homenajes y vigilias ese día. Fui parte de un grupo de personas latinx que insistieron en que nuestras voces se escucharan ya que no estábamos incluidas desde el comienzo de la planificación del evento que se lleva a cabo en Castro, el histórico distrito gay de San Francisco. Para disgusto de los organizadores, expresé nuestra frustración desde el escenario después de que finalmente fuimos incluidos en el programa.

Es entendible que para los homosexuales de cualquier raza, la idea de ser atacado en un ‘espacio seguro’, como lo es un bar homosexual, causara profundo estremecimiento. Pero los informes iniciales de los medios parecían ignorar el hecho de que esto sucedió durante la Noche Latina, omitiendo con ello la razón de la existencia de dichos eventos. Las noches latinas son espacios para congregarse, no solo para celebrar nuestra identidad queer, sino también para celebrar nuestra propia latinidad. Son espacios para deleitarnos plenamente, sin ser forzados a elegir entre uno u otro, como puede suceder tanto en el espacio predominantemente latino como en los espacios predominantemente LGBTQ.

A pesar de que públicamente se creó conciencia sobre la falta inicial de inclusión, nuevamente, al año siguiente, se organizó un homenaje en San Francisco sin el aporte de la comunidad latinx. Apenas dos días antes del evento, un organizador se acercó al Latino Democratic Club solicitando nuestro patrocinio. El programa debía ser parte de la campaña nacional #HonorThemWithAction. Se explicó que no habría un programa de oratoria formal, pero sí un ‘micrófono abierto’ y se alentaría a los asistentes a escribir pensamientos en notas post-it, que serían colocados en tableros para que las personas las fotografiaran y compartieran en redes sociales con el hashtag. Como copresidente del club en ese momento, me resistí a la idea de un programa que no se centrara en las voces de las personas de color.  Cualquier vigilia o monumento conmemorativo que no se centre o de espacio a las voces de las personas de color queer y transgénero (QTPOC) no es una verdadera vigilia o conmemoración. Tampoco me gustó que me pidieran tan tarde el ‘participar’.

Y este año, me molestó que me pidieran avalar un evento en el que mi comunidad de jotería no participó en su creación, pese al hecho de que las víctimas de la masacre de Orlando Pulse fueron en su mayoría latinos homosexuales y afro-latinx. Siendo claro, un organizador me contactó un mes antes y dijo que me agregaría a una cadena de correos electrónicos, pero no hubo seguimiento hasta que fui contactado para reunir nombres de organizaciones y personas latinx en un comunicado de prensa sin antes saber su contenido. También se nos pidió respaldar un evento cuyo formato desconocíamos. Ante mi capacidad y nivel de molestia, me negué a participar, pero reenvié la solicitud a mi círculo de líderes y activistas de Queer Latinx. Desafortunadamente, a muchos también les disgustó la solicitud de último minuto.

El evento continuó, pero la falta de organizaciones latinas en la lista de eventos de Facebook no pasó desapercibida. Hubo quien preguntó sobre por qué no veían los nombres de latinx, lo que provocó una discusión sobre la representación entre otros comentaristas, una discusión que responsabilizó a los organizadores. El comentario, junto con las respuestas, fue eliminado, lo que provocó más sospechas sobre los organizadores y su aparente falta de respeto por nuestras voces.

Entonces, sabiendo todo lo que ha sucedido desde la primera vigilia, ¿cómo podemos ir más allá de la desconfianza y avanzar de manera proactiva juntos?

Me comuniqué con el recientemente elegido Supervisor del Distrito 8, Rafael Mandelman, para solicitar que nosotros, las comunidades LGBTQ, hagamos una vigilia y conmemoración apropiada el próximo año. Para mí, esto significa que en el momento en que comience la idea de organizar el evento 2019, se necesita tener un alcance real que incluya voces latinas y otras voces de POC. Se debe establecer una reunión en la cual los asistentes puedan compartir ideas, ya que las conversaciones por correo electrónico no solo son engorrosas sino que también pueden perderse. Cualquiera que sea la programación que provenga de ello, debe enfocarse en el POC y los oradores deben representar un rango de edades y contar con voces ‘nuevas’ y antiguas. Los organizadores deberán exhibir un verdadero liderazgo anteponiendo a los demás por sobre ellos mismos.