Altercados entre la policía y miembros del sindicato de docentes dejó al menos seis personas muertas y más de cien heridos en el estado de Oaxaca al sur de México. La violencia comenzó cuando la policía comenzó a desalojar a los manifestantes que bloquearon una carretera principal el 19 de junio. Foto: Jorge Luis Plata/Reuters

Entender todo lo que se está viviendo en el estado de Oaxaca no es fácil y como oaxaqueño que reside en California, es muy triste ver el conflicto entre el gobierno e integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).

Ya han pasado más de tres semanas desde que policías federales en Nochixtlán, Oaxaca, dispararon a los manifestantes con rifles automáticos, gases lacrimógenos, incluso hubo disparos desde un helicóptero federal que sobrevolaba la zona de conflicto. Los manifestantes no tuvieron más opción que defenderse con piedras y palos ante estos ataques.

La violencia dejó al menos seis muertos y decenas de heridos. Este hostigamiento y represión se vivió en diferentes partes de Oaxaca, donde el gobierno presuntamente cortó la electricidad y servicios telefónicos en ciertas colonias.

A pesar de que ha pasado ese tiempo, algunos bloqueos carreteros y manifestaciones en apoyo a los maestros continúan en Oaxaca y otros estados del país. Desafortunadamente, la prensa internacional y nacional no le ha dado mucha importancia. El presidente Enrique Peña Nieto no ha emitido muchas declaraciones al respecto, ni presidentes de países cercanos. Pareciera que para estos mandatarios, es más importante hablar de negocios que de la pérdida de vidas humanas.

Ahora, la forma que muchos mexicanos en el extranjero nos mantenemos informados es por medio de las redes sociales y de nuestros familiares. Para entender más sobre este conflicto, hablé por teléfono con el profesor Heleodoro Pérez, mi tío, que vive en Oaxaca y ha sido parte de estas protestas.

“Estas manifestaciones no solo son en contra de la Reforma Educativa, sino una lucha en contra las reformas estructurales que fueron aprobadas en México”, dijo Pérez. También dijo que estas reformas estructurales ponen en riesgo los derechos humanos y pretenden explotar y despojar a los mexicanos de los recursos naturales del país.

Esta reforma implementará una evaluación docente, que consistirá en un examen estandarizado que “califique” el nivel académico de los docentes. Los profesores que no logren estos resultados serán despedidos, y no tendrán la oportunidad ni el apoyo para continuar preparándose en su profesión. Es importante mencionar que un examen estandarizado, no puede medir la pasión y dedicación por la enseñanza de un docente. Dicha pasión es muy importante, ya que muchos de estos profesores tienen que viajar para llegar a lugares remotos, muchos de ellos con comunidades indígenas, y poder enseñar a sus estudiantes. No podemos poner en el mismo nivel a un maestro que labora en una zona urbana con uno que se desempeña en una comunidad necesitada o indígena, donde en muchas ocasiones no tienen siquiera los recursos necesarios para implementar una educación adecuada. Lo mismo es para los exámenes.

Esta reforma “educativa” es más una reforma laboral, ya que no cambiaría ningún material. Sin embargo, pondría en riesgo los derechos laborales y causaría despidos injustificados. Esto no solo afectará a los maestros sino a los estudiantes y padres de familia, quienes empezarán a atestiguar una educación privatizada, donde los padres tendrán que pagar por libros, servicios de electricidad, agua potable, etc. Esto hará que estudiantes de comunidades rurales que viven en extrema pobreza en estados como Chiapas y Oaxaca, no puedan continuar con sus estudios por falta de recursos económicos. La educación en México podría convertirse en un privilegio y no en un derecho inalienable.

Si el gobierno mexicano insiste en implementar estas evaluaciones a los profesores, sería buena idea que el pueblo mexicano exigiera evaluaciones a los propios políticos, que midan su nivel de corrupción y para saber si están capacitados para liderar nuestro país. Lo que el presidente mexicano debería hacer es visitar las escuelas en las zonas rurales del país y ver si están en condiciones apropiadas. Estamos de acuerdo en que debe haber un cambio educativo, pero debería empezarse por la eliminación de la desigualdad socioeconómica que existe en el país la cual impide que muchos niños y jóvenes asistan a la escuela. Se tiene que llegar a la raíz de este problema educativo y no pensar que “arreglando” la superficie, se resolverá el verdadero problema.

Los maestros solo piden un diálogo abierto con el gobierno, no solo para discutir la reforma educativa sino todas las reformas estructurales que afectarán al pueblo mexicano. La violencia y represión por parte del gobierno hacia los manifestantes, no es aceptable y solo crean un clima de confrontación. El pueblo mexicano poco a poco va despertando y los maestros de la CNTE ya no están solos en esta lucha: organizaciones sociales, estudiantes, padres de familia, el sector salud, entre otros, han brindado su apoyo a estos docentes y juntos, exigen justicia. Los mexicanos que vivimos en el extranjero debemos considerar solidarizarnos con ellos y no juzgarlos sin entender por lo que están luchando. La unión del pueblo es la fuerza para luchar en contra de la injusticia social.