Las elecciones generales están nuevamente a la vuelta de la esquina y, otra vez, la ciudadanía tendrá la oportunidad de participar en la toma de decisiones para el bien, o el mal, del futuro de este estado, país y del mundo entero.

Dicho de esta manera, el llamado a votar puede hacernos sentir importantes a cualquiera de nosotros, simples ciudadanos. Y llenarnos de entusiasmo, optimismo y esperanza al participar en tan civilizado acto democrático. Sí, como no.

Desafortunadamente, tanto California como el resto del mundo están muy lejos de ser “Alicia en el país de las maravillas”. La situación económica, climática y social es en estos días una calamidad, una pesadilla. Y los responsables de semejante desgracia son la gente rica y poderosa, y la servil maquinaria política.

El planeta agoniza y pide a gritos un poco de atención. Es urgente tomar medidas drásticas para reducir la contaminación del medio ambiente, sin embargo, existe en la papeleta de votación la proposición 23 para hacer lo contrario. Como si la situación estuviera para seguir esperando.

“No es por hacerles desaire, es que ya no soy del vicio…”, del vicio de creer en lo podrido y la charlatanería de los políticos y sus elecciones. No más… Y ojalá pudiera decir lo mismo con mi pago de impuestos, pero es que nos tienen a todas y a todos por el cuello, y encima nos quieren hacer creer que nuestra opinión a través del voto es importante.

Vengo de un país chiquitito, pobre y sufrido, cuya situación actual podría excusarse, dadas las vicisitudes de su historia. Y ahora soy ciudadana de un país poderoso, inmenso y rico donde no encuentro tan sólo una razón que lo excuse de estar sumido y condenado en tan desastrosa situación económica.

Pero, no solamente eso. ¿Cómo es que el gobierno (el actual y los pasados) de este país, que se llena la boca vanagloriándose de ser ángel protector del mundo, tenga a su propia gente limitada de las riquezas básicas de una sociedad del primer mundo como son la salud y educación?

No, aquí mamá y papá tienen que trabajar durísimo para hacer dinero y mandar a sus hijos a la universidad. Y las familias que no ganan lo suficiente, han querido “creer” en las ofertas del ejército, y decidido ir a guerras sin causa, convencidas de que el gobierno les premiará más tarde (si no regresan dementes o muertos) pagándoles los estudios.

Las elecciones seguirán siendo una farsa mientras nuestros impuestos (fruto de grandes sacrificios diarios) sigan malgastándose invadiendo, destruyendo, masacrando y torturando a simples ciudadanos como yo o como vos en otras partes del mundo. Y todo para mantener el status quo de la gente rica y poderosa, y a unos políticos sin escrúpulos que nos quieren convencer de lo contrario. ¿O es que vamos a dejarnos dar atole con el dedo?

California se está cayendo en pedazos. Sí, California, el estado que por un tiempo fue el quinto poder económico del mundo. Recordemos cómo esperamos más de tres meses hasta que los políticos se pusieron de acuerdo respecto al presupuesto del estado. Los números no coincidían con la realidad. Tal es la desesperación, que algunos han visto la legalización de la marihuana como solución a la crisis económica. Y quienes se oponen a esta proposición 19 son los que tienen el monopolio de las drogas legales, como el tabaco y el alcohol.

Señores políticos: sus propuestas electorales y el sistema para el que ustedes trabajan es inalcanzable y complicado para la simple ciudadanía. Aunque no se necesita saber mucho para encontrar ilógico el gastar tantísimo dinero para hacer la guerra al otro lado del mundo mientras que invertir aquí en salud y educación saldría más barato.

¿Quién piensa en terrorismo al momento de pagar el alquiler de la casa, la educación y alimentación de los hijos, el seguro médico, el del carro? A otro perro con ese hueso. ¿O es que hay intereses ocultos de por medio? Bueno, a lo mejor tener una sociedad saludable y educada limitaría el poder de manipulación por parte de quienes se benefician económicamente de nuestra ignorancia y debilidad de los ciudadanos.

Les conviene mantener un círculo vicioso en donde casi todo gira alrededor de 40 o más horas de trabajo semanales, una televisión como mejor amiga y consejera, un consumismo patológico al estilo estrellas de Hollywood. Y exhaustos pero sin opción seguimos, seguimos y seguimos así porque hay que pagar las tarjetas de crédito y otras fantasías.

Educación y salud. Hablemos de eso y comparemos cómo nos encontramos en relación a los países nórdicos, por ejemplo. ¿Por qué no? ¿Acaso EEUU no es el mejor país del mundo? Eso es lo que se le ha metido a la gente en la cabeza, aunque muchos aún no hayan tenido la oportunidad de visitar Canadá o México.

Elecciones, ¿para qué? ¿Para legitimar las absurdas decisiones de los políticos y el respaldo incondicional para mega proyectos de los poderosos? No, gracias.