Altar durante la vigilia en honor a Jacob Valdiviezo, un joven de 19 años muerto el 30 de marzo de 2013 afuera de la casa de sus padres, en las calles Bryant y 24, a manos de un hombre que le preguntó a cuál pandilla pertenecía. Valdiviezo no pertenecía a ninguna pandilla, asistía a la universidad en Oregon y tenía una beca. Foto Shane Menez/El Tecolote Archives

OPINIÓN INVITADO

Por Roberto Hernandez

Hace más de dos años, escribí una carta titulada “Muerte en la Misión”, pidiendo a la policía y funcionarios electos abordaran el tema de la violencia de nuestro barrio luego de la muerte de seis jóvenes en un periodo de siete semanas.

Una de esas muertes ocurrió en la plaza del Garfield Park un domingo por la tarde, mientras algunas familias jugaban en el parque.

Yo rogué en esa carta a la Ciudad declarar un estado de emergencia para resolver el hecho de que nuestros jóvenes estaba muriendo como en una “epidemia”.

Algunos entendieron el punto, pero la Ciudad falló en esa declaratoria.

Veamos ahora todas las muertes que han ocurrido desde ese entonces.

Como comunidad, nos hemos reunido en varias juntas con cada sector y con el ayuntamiento, en las cuales han participado más de 500 personas.
Después de un año de reuniones, creamos un ‘mapa de camino hacia la paz’, un plan para resolver la violencia en nuestra comunidad en los próximos cinco años.

Roberto Hernández se dirige a los asistentes a la reunión de miembros de la comunidad y autoridades públicas ‘Mission Peace Collaborative’ en la escuela secundaria Everett. Foto Justin Jach/El Tecolote Archives

Ahora, estamos a un año de la creación de ese plan. Acudimos al proceso de distribución del presupuesto de la Ciudad para asegurar fondos que permitan la implementación del plan, pero nos fueron dados solo $100,000.00, cuando necesitábamos por lo menos $2 millones.

Se me dijo que le bajara de tono y fuera paciente. ¿De verdad? ¿Cómo puedo bajarle de tono cuando continúo acudiendo a funerales de jóvenes y personas que conozco? Muchos de ustedes conocen a mi hijo Tito, de 7 años de edad, que está en el primer grado de la escuela Buena Vista Horace Mann (BVHM).

El 3 de septiembre de 2014, la BVHM fue afectada por la muerte de Rashawn Williams, una graduado de 14 años de edad con grado de 4.0 GPA.
Uno de los compañeros de clase de Tito era el hermano pequeño de Rashawn. Durante los próximos tres meses, Tito pasó de ser un niño enojado que lloraba y tenía pesadillas, temeroso y sin poder dormir, a convertirse en un niño muy callado.

La esquina de las calles 26 y Folsom donde Rashawn fue atacado se llenó de veladoras, flores, globos, pizarrones con notas y lágrimas. Nosotros vivimos a tres calles de esa esquina. Explicarle a Tito lo que estaba sucediendo ahí fue muy conmovedor.

Aunque la escuela ofreció algunos servicios, fue muy abrumador el ayudar a una población escolar de más de 600 estudiantes y familias. Asistí a la junta del PTA y externé mis preocupaciones sobre el impacto que esta muerte tendría en nuestros hijos.

En la BVHM tenemos una gran directora, que pese a ello, tuvo una crisis emocional durante la junta, y empezó a llorar. Pidió disculpas por perder la calma y nosotros sentimos lo intenso que debió resultarle. Nos hizo llorar a muchos. Veintiséis maestros acudieron a los servicios funerarios. Fue un día emotivo pero para los estudiantes resultó confuso tener 26 maestros sustitutos.

El hermano pequeño de Rashawn no regresó a la escuela y Tito estuvo preocupado por él. Era difícil para Tito entender porqué se cambió a otra escuela.
Mi deseo al compartir la experiencia de Tito es para que a los niños de la BVHM toque en sus corazones la necesidad de declarar este tema como una epidemia en nuestra comunidad, lo cual se puede traducir de inmediato en ayuda para recibir los recursos financieros que nos permitan implementar el mapa del camino hacia la paz.

Todas estas muertes están afectando la salud mental y el bienestar de nuestra comunidad.

Me llevó un tiempo escribir esto debido al dolor de perder a mi hija, Icelya. Ella nació el 24 de diciembre de 1977. Fue mi primera hija, mi regalo de Navidad. Tenía 27 cuando murió dos semanas después de dar a luz en 2005. Ella es de donde obtengo mi fuerza. Y ahora, mi pequeño niño está siendo afectado por la violencia en nuestra comunidad.

Es un nuevo año, hagamos la diferencia en este 2015.

— Traducción Emilio Victorio Sánchez