[su_label type=»info»]Editorial del Equipo [/su_label]

Una captura de pantalla de la fotógrafa de The Guardsman, Natasha Dangond siendo golpeada por el ayudante del alguacil, Osha, durante la protesta del 6 de mayo en el ayuntamiento. Video por Cece Carpio.

Cualquiera que lea El Tecolote con regularidad sabrá lo frustrada que se encuentra nuestra comunidad con la policía de San Francisco y sabrá el por qué. Hemos dedicado amplia cobertura en nuestras páginas a los tiroteos que quitaron la vida a Alex Nieto, Amilcar Pérez-López, Mario Woods y más recientemente, a Luis Góngora —todos ellos hombres de color que fueron asesinados por agentes del SFPD.

Ninguna acción disciplinaria ha sido aplicada a aquellos de los agentes involucrados en dichos tiroteos, sin embargo la controversia ha surgido en cada uno de esos incidentes, toda vez que la versión de la policía de San Francisco (que siempre gira en torno a que fue necesario recurrir a la fuerza letal porque la vida de sus oficiales corría peligro) ha demostrado incongruencia ante autopsias independientes, ante los relatos de los testigos o ambos.

Luego de la muerte de Góngora, el 7 de abril, la frustración de la comunidad se desbordó y llevó a un grupo de activistas, más tarde conocido como ‘Frisco 5’, a denunciar a la policía de San Francisco y sostener que no tomarían alimento sólido hasta que el jefe Greg Suhr fuera despedido.

En el transcurso de la huelga hubo múltiples manifestaciones de solidaridad por parte de la comunidad, lo que atrajo a cientos de manifestantes, así como la realización de varias marchas al Ayuntamiento para presentar una petición al alcalde.

Durante una de esas manifestaciones, en la noche del 6 de mayo, los participantes se enfrentaron al Departamento del Alguacil de San Francisco en el Ayuntamiento. Sus ayudantes detuvieron a 33 manifestantes que haciendo uso de su derecho a expresarse, manifestaban su descontento; sin embargo, en un arranque de pasión autoritaria, trataron de intimidar a periodistas que cubrían el hecho.

Los ayudantes del alguacil agredieron a por lo menos cuatro periodistas (dos de ellos, fotógrafos de El Tecolote), a pesar de que portaban visibles credenciales de prensa. Según los informes, Sana Saleem, de 48hills, fue empujada contra un escritorio, resultándole costillas lastimadas, a pesar de que ella se identificó varias veces como miembro de la prensa.

El fotógrafo de El Tecolote, Joel Ángel Juárez, cuya experiencia incluye viajar a Grecia para cubrir la difícil situación de los refugiados, fue arrojado al piso y hecho rodar un tramo de escalones de mármol y su cámara estrellada contra el suelo.

De complexión delgada, Natasha Dangond, una fotógrafa del periódico estudiantil del CCSF, The Guardsman, no representaba amenaza física para ninguno de los que esa noche se encontraban en el Ayuntamiento; sin embargo, un ayudante del alguacil, de apellido Osha, debió haber percibido lo contrario, pues consideró necesario golpear la cabeza de esa fotorreportera con su porra.

Todos estos periodistas que fueron atacados se encontraban en el Ayuntamiento documentando un suceso en la historia, con la esperanza de contar una historia. Nunca tuvieron la intención de convertirse en parte de ella y nunca debieron serlo.

Este tipo de conducta por parte de agentes del orden, que se supone están para proteger, es simplemente inaceptable. Lo que es aún peor, es que se dirigen específicamente contra periodistas para impedir documenten los sucesos.

Esta no es una buena imagen para San Francisco. Y no es la forma en que se dirigen los asuntos en una sociedad libre. Una sociedad libre depende de individuos informados y éstos, a su vez, requieren una prensa libre. Los fundadores de nuestra nación creyeron que la libertad de prensa era lo suficientemente importante como para consagrarla en la primera enmienda de la constitución. Al parecer, los alguaciles no lo consideran así.