Manifestantes afuera de Manny’s en San Francisco portando carteles en los que se lee ‘Boicot a Manny’ por la postura del propietario, Manny Yekutiel, en su apoyo público al sionismo y al continuo aburguesamiento de la Misión, el 20 de marzo de 2019. Foto: Jon Siker

En 1917, durante la Primera Guerra Mundial, una carta poco conocida llamada ‘Declaración Balfour’ sembró las semillas de lo que entonces se conocería como Palestina, hoy Israel. En ella, los británicos manifestaron su apoyo sobre la noción de un hogar o estado judío, según cómo sea interpretado dicho documento.

Décadas más tarde, después de la Segunda Guerra Mundial, y de la casi total aniquilación del pueblo judío por parte de la Alemania nazi (por no mencionar el asesinato de millones de otras minorías, entre ellas LGBTQ, refugiados, inmigrantes y discapacitados), el Estado de Israel fue visto como un nuevo imperativo, un lugar donde los judíos podían reconstruir y encontrar refugio y, nuevamente, según cómo se vean los eventos, una espina judeo-cristiana, un estado judío respaldado en gran medida por el Occidente cristiano, en el lado predominante Medio Oriente musulmán.

Desde la independencia de Israel en 1949, el destino de los judíos israelíes y palestinos israelíes, así como la población de 1.2 millones de no judíos que vivían allí antes de la independencia, se ha desviado dramáticamente: mientras que los judíos han sido vistos como el principal ejemplo de resiliencia, inventiva y éxito contra todo pronóstico, con una economía de alta tecnología en auge y un estatus elevado en los asuntos mundiales, los palestinos han sido despojados cada vez más de sus tierras, derechos y estatus, expulsados y luego, literalmente, amurallados, sufriendo a través del lento e inexorable proceso de ser absorbidos por el estado judío de Israel, ahora dominante, con dinero y políticamente conectado.

Aquí en San Francisco, podemos dibujar muchos paralelos claros. Estamos en un coche de desgaste. Nos están siendo arrebatados nuestros hogares, los residentes de larga data han sido expulsados, los hogares familiares han sido reemplazados por condominios de acero y cemento, la asequibilidad ha sido reemplazada por la exclusividad, negocios que ofrecen café y repostería a $8.

¿Cómo mantener o tan solo reclamar el territorio que el vecindario se ha visto obligado a ceder? ¿Cómo reivindicarse contra la riqueza que busca maximizar sus propias ganancias? ¿Cómo salvar la cultura de este lugar mientras es consumida, cuadra por cuadra?

Ingresé a Manny´s, una cafetería-espacio para eventos, que es el más reciente detonante de polémica y fricción creciente entre empresas locales y activistas. Manny Yekutiel, dueño de Manny’s, es un hombre gay judío afgano que encarna muchas de estas historias. Un autoproclamado sionista, cuyo negocio describe como un espacio para el diálogo y la participación cívica y proyecta un intento serio para alentar a la comunidad y la ciudad.

Manny’s presenta una imagen de progresividad implacable, cuyos empleados, usualmente marginados, a menudo sin hogar y respaldados por una organización local no lucrativa, exaltan las virtudes de la inclusión, estilos de vida saludables y la vida natural. Los cubiertos y las tazas están hechos por artistas locales, al igual que las obras que adornan las paredes y el espacio escénico. Un té verde de primera calidad y un delicioso postre preparado, horneado y localmente, por un costo de $7.14, en San Francisco, y en cualquier lugar de la ciudad, es una ganga. Incluso puede pagar por anticipado una bebida para algún desconocido u obtener una bebida caliente gratis, sin preguntas.

Su área para eventos ofrece la presentación y discusión de una gran cantidad de activistas, grupos y luminarias locales y nacionales. Los grupos comunitarios pueden hacer uso gratuito o a muy bajo costo del espacio para interactuar con el vecindario. La pequeña librería, con libros prestados por la Dog Eared Books, ofrece textos y análisis sobre casi todo lo que nos aqueja como sociedad: la injusticia, las desigualdades entre raza, sexo, religión, riqueza y sexualidad. En un ambiente árido, resulta maravilloso intentar abordar estos problemas en una cafetería, el mismo giro comercial que ya ha traído tantas revoluciones y avances científicos y culturales.

Pero para promocionarse como un espacio de reunión cívica, se debe esperar y aceptar la resistencia. Al mostrar su apoyo a Israel, un estado que sus partidarios ven como un improbable modelo a seguir para el mundo, también se debe reconocer lo que es tan dolorosamente evidente para los que están al otro lado del muro: Israel es intrigado y subyugante, un apartheid moderno no muy alejado de los azotes de Europa de donde huyeron sus fundadores judíos. Para ser verdaderamente un espacio cívico, debemos aceptar esas dualidades y cumplir con nuestro deber de decir la verdad al poder y hacer brillar una luz sobre aquellos que no pueden brillar por sí mismos.

Por eso, todos los miércoles de 6:30 7:30 de la tarde, una colección de activistas de organizaciones locales, entre ellas, Black and Brown for Justice, Peace and Equality, y la sucursal del Área de la Bahía del Movimiento Juvenil Palestino, se unen con carteles y megáfonos en mano para protestar contra Manny’s por ser ‘sionista y gentrificador’. Al interior, los clientes ignoran, o pretenden hacerlo, el gran letrero rojo, visible a través de la ventana frontal que dice ‘Boicot a Manny’.

Para sus detractores, Manny’s representa un nuevo frente en la guerra contra la gentrificación. Ven que las relaciones acogedoras del fundador con los adeptos del Departamento de Planificación de San Francisco le han brindado a él y al negocio, algunas ventajas que otros no han podido conseguir. Esto incluye la renta reducida para uso como un ‘espacio comunitario’, así como la carta blanca para operar sin tener consultar a los residentes subsidiados del edificio. Desconfían de los días de Manny como recaudador de fondos para la élite política, de Clinton y Obama, y de la tremenda financiación privada y social y el respaldo que este negocio ha recibido. Ellos ven esto como un lugar donde la élite tecnológica, en su mayoría blanca, puede sentirse fortalecida y purificada en la lucha por la igualdad y contra la gentrificación, mientras que en realidad no hacen más que gastar, agarrar sus perlas y perpetuar el ciclo.

La actitud de oídos sordos de Manny o su parcialidad sobre el tema de Israel ha tenido un costo y solo ha avivado la llama: sus tweets celebrando a Israel han provocado rápidamente a sus opositores. Uno de ellos, en el 70 aniversario de Nakba: la expulsión forzosa y éxodo del pueblo palestino de sus tierras ancestrales, un evento llorado por la comunidad palestina y su diáspora global, sufrió una ira particular. Su celebración por parte de Israel llega en un momento en que esa nación se encuentra en un estado similar al nuestro (liderado por un líder fervientemente xenófobo, que recientemente fue declarado culpable de corrupción, que es anti musulmán, anti-derechos, pro-vigilancia y pro-corporación). Para liderar por la coalición, el partido gobernante de Israel ha tenido que alinearse con la extrema derecha de ese país, la gente que, como se esperaba, odia al Otro, a quien sea, y ve la cooptación de la tierra palestina como un derecho divino y necesario.

Entonces, ¿cuál es la verdad sobre Manny’s? ¿Es un lugar que defiende ideas totalmente abiertas, honestas y beneficiosas? ¿Un lugar donde las ideas se compran y venden según el mérito, donde ninguna injusticia puede ser anulada o superada? ¿Dónde se da a las personas una representación justa y una plataforma? ¿O es simplemente una versión corporativa dorada de eso, una trampa furtiva, una jaula dorada pagada por las mismas personas que destruyen los hogares, un lugar donde nuestras mejores ideas pueden transformarse en algo que no funciona para nosotros sino para el status quo? ? ¿Es otra apuesta en el corazón del vecindario asolado por una especie de aculturalización, convirtiendo lo que es único en algo que es indistinguible?

El cínico piensa que si este es un campo de batalla, en un espacio subsidiado para hablar de política, promover arte y encontrar oportunidades, la batalla ya está perdida. Los hogares y las familias se han ido, para no volver jamás. Los negocios han cerrado, el tejido del barrio ha sido cambiado. Hablar en este espacio o en cualquier otro probablemente no cambiará eso. Pero el optimista puede ver que todavía hay mucha lucha en la comunidad y abundan las ideas. Y la opinión positiva de Manny’s es que él y quienes lo administran y están detrás de él han hecho esfuerzos genuinos para la inclusión, la mejora y han ofrecido un nuevo espacio para que exploremos, reflexionemos y mejoremos. El tiempo dirá si esto no es más que un lugar matizado y fabricado o un lugar auténtico donde surgirán ideas y soluciones.