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Priscilla Lenares en la Biblioteca de la Misión. Foto Jessica Webb

La lectura es el verdadero amor de mi vida. Mi abuela me enseñó a leer a temprana edad; no recuerdo un momento en mi vida en que la lectura no haya sido un consuelo o inspiración. Incluso en aquellos momentos de profunda depresión, los libros me han iluminado.

Estuve dos años viviendo en un hogar transitorio para mujeres llamado Good Shepherd Gracenter ubicado aquí en San Francisco.  Después del fallecimiento de mi madre en 2011, me sumí en una profunda depresión y necesité ayuda para salir de aquel abismo. Comencé a sentirme mejor, sobretodo porque estaba rodeada de mujeres que también trataban de superarse y que luego se convirtieron en mis mejores amigas.

Elizabeth Veras Holland

Una, en particular, a quien nunca olvidaré. Nos conocimos en octubre de 2014; estaba recién llegada a la casa y no nos conocíamos. Un día se sentó a mi lado, se presentó como Priscilla  y me dijo: “acabo de leer mi primer libro”.

Priscilla Lenares vino a San Francisco de Bakersfield en la primavera de 2014, cuando tenía 28 años, para comenzar su recuperación. De origen mexicano y nativo americano, el primer paso en su jornada comenzó en la Friendship House Association of American Indians (Asociación y Casa de la Amistad para Nativo Americanos) ubicada en el distrito de la Misión, en la avenida Julian entre las calles 14 y 15.

“No me gradué de la secundaria, era adicta y estaba deprimida. Tengo hijos y no sabía ser madre para ellos”, dijo Priscilla. “Necesitaba un cambio y descubrí la Casa de la Amistad por medio de una enfermera de una clínica en Bakersfield. Así que vine aquí para tratar de cambiar mi vida”.

En la Casa de la Amistad, ella comenzó a conectarse consigo misma espiritualmente. Pero existía otro elemento en su recuperación el cual sus consejeros la alentaban a obtener: una educación.

“Cuando era niña y estaba en la escuela rápidamente me quedé atrás”, dijo Priscilla. “Escondía los zapatos, para no ir a la escuela. Mientras más me quedaba atrás, más insegura me sentía”.

Pero había una maestra en el Five Keys Charter School —un programa que ofrece diploma de secundaria— que enseñaba en la Casa de la Amistad.

El primer día de clases la maestra nos entregó una lista de lecturas y rápidamente se dio cuenta en lo que se había metido.

“La lectura siempre se me ha hecho muy difícil. Realmente no sabía leer. Tuve que decírselo a la maestra y ella me dijo que no me preocupara. Que lo haríamos juntas”.

Pronto Priscilla se comprometió a conseguir el diploma.

Después de completar su plan de recuperación en Friendship House se fue a vivir a Gracenter, pero como tenía que trabajar en dos empleos, no pudo continuar con su compromiso con la educación que se había propuesto.  Siguió practicando la lectura por su propia cuenta, anhelando aprender lo más posible. Cuando recibió una oferta de trabajo como directora de Friendship House los fines de semana, se dio cuenta que podría dedicarse a sus estudios durante la semana y retomar su objetivo.

Cuando estaba casi por completar sus estudios y recibir su diploma, nuevamente tuvo que enfrentar dificultades ante lecturas asignadas pero siempre se acercó a su maestra como lo hizo en el primer día de clases. “No lo entiendo”, le dijo. La maestra le aseguró que lo conseguiría, y así fue.

Priscilla recibió su diploma de secundaria de Five Keys Charter School en junio, tres meses después de cumplir 30 años de edad. Dio un discurso durante la ceremonia de graduación en el cual compartió su historia. Ahora es directora de Friendship House y alienta a sus clientes a aprovechar las oportunidades educacionales que ofrece Five Keys Charter School. La lectura todavía le cuesta trabajo, pero consigue libros en la biblioteca y continúa practicando la lectura.

También está impulsándose como mamá: “Ahora me estoy cuidando mejor, puedo ser la mamá que siempre he querido ser. Tengo mucho que ofrecerles a mis hijos ahora… Nunca es tarde para mejorar y siempre hay segundas oportunidades en la vida”.

Mi amistad con Priscilla me ha cambiado profundamente. Más que nunca aprecio el amor por la lectura y que me inspire a trabajar aquellos temas que me son difíciles. He comenzado a leer más en español. También escribo estos artículos, lo cual no me es fácil.

La historia de Priscilla me dice que siempre se debe estar lista para aprender. Somos todos estudiantes y podemos aprender mucho los unos de los otros.

—Traducción Hilda Ayala