Un letrero anuncia un baño de género neutral en la Universidad de Vermot. Foto: Toby Talbot/Associated Press

Carolina del Norte ocupó los titulares en los medios el mes pasado al convertirse en el primer estado que hace cumplir una ley para que el uso del baño corresponda con el sexo biológico de las personas.

En una reunión especial que tuvo lugar en menos de 24 horas con un costo de $42 mil, la Ley 2 fue aprobada por la Cámara, luego por el Senado antes de ser firmada por el gobernador Pat McCrory el 23 de marzo. El proyecto de ley es una de las casi 200 propuestas de este año cuyo objetivo son las comunidades homosexuales y transexuales en todo el país, según los datos registrados por la Campaña de Derechos Humanos.

La HB 2 no es simplemente una ley estatal, es otra forma de violencia promulgada contra individuos cuyo género es variante. El mismo día que McCrory y la Asamblea General de Carolina del Norte firmaron la ley, una mujer transgénero, Kourtney Yochum, fue acribillada a tiros en el área de Skid Row del centro de Los Ángeles.

El uso del sanitario es una función esencial del ser humano, pero el proyecto de ley niega a las personas trans el derecho a acceder a ellos de forma cómoda y segura.

El proyecto de ley inició después de que el grupo Keep North Carolina Safe emitió una petición de emergencia para derogar una ordenanza aprobada por la ciudad de Charlotte, que habría protegido a las personas trans en el uso de los baños que corresponden a su identidad de género. Entre otras razones, la denuncia establece un temor por el riesgo potencial para mujeres y niños al detener dicha ordenanza.

El temor al asalto sexual y la violencia es válida, con 1 de cada 6 mujeres en los EEUU que han experimentado un intento o violación durante su vida, y con un 44 por ciento de las víctimas de violación que son menores de 18 años, información acorde con la Rape, Abuse and Incest National Network.

Pero las personas transgénero y de género no conforme no son la causa de esta violencia. No existe información que documente sucesos en los que personas trans hayan agredido a otras personas en los sanitarios, de acuerdo con Sebastián Ochoa-Kaup, director del Centro de Recursos Queer y Trans en la Universidad Estatal de San Francisco. McCrory y Keep North Carolina Safe no pueden proporcionar información sobre incidentes como estos en los que están basando su política.

“No hay casos registrados de personas trans agrediendo a otros en los baños”, dijo Ochoa-Kaup. “Hay un montón de datos sobre personas trans que han sido agredidos física y verbalmente, que se agravan por este tipo de leyes”.

Los argumentos que abogan por una ley dirigida a las personas de género variante se basan en el miedo infundado, y una cantidad alarmante de personas transgénero y de género no conforme mueren en todo el mundo como consecuencia de este temor, de ahí que se deba condenar a una normativa como la HB 2.

El proyecto Trans Murder Monitoring, que ha documentado el asesinato de personas variantes de género en todo el mundo desde 2008, registró 1,374 muertes desde enero de 2008 hasta octubre de 2013.

El informe de la Campaña de Derechos Humanos sobre salud transgénero y derechos humanos documenta incidentes como aquel en el que una mujer transgénero en El Salvador fue detenida en una prisión masculina y violada más de 100 veces, en ocasiones con la complicidad de los oficiales.

El informe describe, además, efectos discriminatorios en el acceso a la educación y el empleo de las personas trans. Según una encuesta, casi la mitad de los estudiantes transgénero faltó a alguna clase debido al bullying, y 1 de cada 6 abandonó la escuela debido al acoso continuo. Un estudio realizado en 2014 por el Instituto Williams encontró un 41 por ciento de personas transgénero y de género no conforme que intentan suicidarse.

Las personas trans, por supuesto, son muy conscientes de este tipo de violencia y discriminación, pero resulta importante ilustrarla para aquellos que no son conscientes de las consecuencias de la transfobia. El odio y la ignorancia que conducen a leyes de odio como la HB 2 no se limitan a los sentimientos heridos, sino que también fomentan la violencia hacia los seres humanos que manifiestan un género diferente al cual fueron criados.

Como una persona que define una identidad de género fuera de los confines del sexo biológico, considero que las personas transgénero y de género no conforme son valientes y firmes en la definición contra una cultura que trata de encasillar al género. Manifestar la desaprobación hacia  estas leyes puede hacerse de distintas formas, ya sea por medio de la protesta o, simplemente, el fomentar la libre elección de la expresión de género de las personas.

Utilizar el baño no es un privilegio, es una función inherente al ser humano, y la definición del género no debe ser diferente a ello.

— Traducción Sandra Valmaña Lastres