Ilustración: Anthony Holdsworth

Muchos nos burlamos de la propuesta que Donald Trump hiciera en noviembre de 2015, de crear una ‘fuerza de deportación’ masiva que eliminaría a los más de 11 millones de inmigrantes indocumentados que actualmente residen en los EEUU. Mientras que hubo quienes vieron sus palabras como una seria amenaza, muchos otros se rieron de él.

Ahora, como primer mandatario, Donald Trump es, sin lugar a dudas, el hazmerreír, pero nadie debería burlarse. Su administración ha señalado tener toda la intención de dar prioridad a las deportaciones a gran escala. La agencia ICE ya está actuando agresivamente en varios estados para detener y deportar inmigrantes indocumentados.

Sin embargo, los que están siendo atacados no son los criminales en quienes Trump basó su contienda política. Por el contrario, ICE está yendo por personas que han estado siguiendo las reglas, como los receptores de DACA que libre y valientemente proporcionaron a toda su información personal al solicitar la orden ejecutiva de Acción Diferida de Obama. Un caso muy sonado ha sido la deportación de Guadalupe García de Rayos -una madre de 36 años de edad de dos hijos que vivía en Arizona y que había estado rutinariamente reportándose con los federales en los últimos nueve años.

Estas redadas no son meramente ataques a inmigrantes indocumentados, sino también hacia quienes, pese a su condición legal, han hecho todo lo posible por seguir la ley. Es una traición hacia estas personas que han estado cooperando con el gobierno federal de buena fe. Muchos de los afectados, como los hijos de García de Rayos, están aquí sin tener culpa de ello.

El presidente se ha aprovechado de los temores de muchos estadounidenses, que compraron la falsa versión que él vendió, aquella en la que hizo ver a los inmigrantes no blancos como el origen de los males de la nación.

La verdad es que estas detenciones y deportaciones no harán alguien esté más seguro. Y tampoco ayudarán a que alguien encuentre trabajo. Son sólo campañas de titulares para distraer nuestra atención de la realidad.

A solo un mes después de asumir el poder, Trump está demostrando qué tipo de líder es: uno incompetente. Obsesionado con su propia imagen, que organiza manifestaciones políticas de estilo proselitista, mientras su administración está en completo desorden, desbordándose y rodeada de luchas internas.

Poniendo en la mira a los beneficiarios de DACA, que voluntariamente proporcionaron al gobierno su información, es una manera fácil de aparentar un cumplimiento de una promesa de campaña, pero ello no hace nada para mejorar la calidad de vida de nadie y, por el contrario, daña a algunos de los miembros más marginados de la sociedad. No hay nada humano en querer separar a las familias.

—Traducción, Katie Beas