Ilustración Sugey Salazar

Cuando pensamos en matriarcas, la imagen de una anciana poderosa y sabia viene a la mente. Esa es la forma en que comúnmente se le presenta en los medios de comunicación. Sin embargo, cuando se aplica a las comunidades afroamericanas y latinas, la imagen no es suficientemente amplia.

En estas comunidades, la matriarca puede ser tanto una anciana como una madre trabajadora de mediana edad, la tía joven o una adolescente que cuida a sus hermanos. Es el núcleo que hace malabares con la economía familiar, la comida, la escuela y mucho más. Y por lo general, se coloca en último término cuando se trata de cuidarse a sí misma.

Pensaba en estas matriarcas cuando asistí a una conferencia de prensa el mes pasado a cargo del Departamento de Salud Pública de San Francisco (SFPHD) para anunciar la  campaña ‘Corazones Sanos’, un esfuerzo dirigido a ayudar a la población afroamericana y latina implementando la actividad física en sus vidas para mejorar la salud cardiovascular.

Esta campaña, centrada en personas con ingresos por debajo del 200% del nivel de pobreza federal, no llega oportunamente. Existen alarmantes indicadores de salud cardiovascular en estos dos grupos poblacionales. La tasa de diabetes entre la comunidad afroamericana de San Francisco es del 15.8%, casi cuatro veces mayor al promedio de la ciudad, que es de 4.7%. Aproximadamente el 40% de latinos presentan sobrepeso y sólo el 12% dice practicar algún ejercicio regularmente. Estas estadísticas de la Asociación de Mejoramiento de Salud de San Francisco muestran claramente que la pobreza y la mala salud van de la mano.

No es ningún secreto que todo el mundo desee gozar de buena salud, pero muchas personas de bajos ingresos no tienen el tiempo ni los recursos para lograrlo. ¿Una membresía al gimnasio o alimentar a su familia? Una decisión que para muchos resulta obvia.

La campaña ‘Corazones Sanos’ pretende corregir esta desigualdad con “recetas de ejercicio”, que proporcionará acceso gratuito a actividades físicas a través de una membresía al YMCA y otros recursos.

“Es una cuestión de justicia social”, dijo del SFPHD, el médico Tomás Aragón en conferencia de prensa.
Sin embargo, un componente crítico y, posiblemente, ignorado, para hacer que un programa resulte un éxito, es establecer una conexión cultural con estas comunidades. Eso significa comprensión sobre la importancia de la comida en reuniones sociales y el lenguaje dentro de las familias, así como el papel poderoso de las matriarcas. Si la matriarca puede convencer a aquellos con quienes convive, esto es, su familia y círculo de amigos, para que adopten prácticas más saludables, es probable que terminen haciéndolo.

Pero todos sabemos que adquirir un nuevo régimen de salud puede ser una batalla difícil. Muchas matriarcas afroamericanas y latinas enfrentan responsabilidades de  crianza de sus nietos, ayudar a familiares enfermos y atender a los parientes de la tercera edad con problemas de salud severos. Teniendo esto en cuenta, ¿cómo pueden las matriarcas cambiar sus hábitos de salud, y encontrar el tiempo para hacerlo?

Si el SFDPH está dispuesto a utilizar estrategias creativas enfocadas en conseguir recursos específicos para las matriarcas, también podrían beneficiar a quienes están en su entorno.

Esto puede significar la colaboración entre organizaciones que proveen cuidados para niños para que proporcionen apoyo para ayudar a la matriarca a tomar una  clase de natación o de yoga o pases de guardería para que sus nietos puedan disfrutar de una hora en el YMCA, mientras ella acude al gimnasio, incluso asegurar que les provean de servicio de guardería en los sitios donde se ejerciten.

Estas soluciones de bajo costo, proporcionarán los recursos necesarios para que las matriarcas superen obstáculos en el camino hacia la mejora de su salud. Como modelos ejemplares en sus familias, estas matriarcas podrían dar un ejemplo saludable para aquellos en quienes tienen influencia.

— Traducción Sugey Salazar