Jorge Ramos, originario de El Salvador, posa para una fotografía el 14 de septiembre de 2017, afuera de la International High School, de San Francisco. Ramos es becario de El Tecolote mediante un programa de su escuela. Foto: Alexis Terrazas

Mi nombre es Jorge Ramos, tengo 18 años de edad y soy originario de Cuyultitan La Paz, El Salvador. Llegué en 2015 a San Francisco, California y desde entonces, he pasado dos años experimentando la vida de inmigrante.

Me gustaría describir lo que ha sido mi vida en este país desde mi viaje cuando salí de mi país natal. Un día normal, sin planes de viajes, recibo la noticia de que tenía que salir de mi casa, comenzando así la angustia y sufrimiento para mí y mi familia, pues mi vida corría peligro. Por mucho tiempo, aquel que duró mi viaje, tuve que aguantar hambre por días.

Recuerdo con exactitud el sufrimiento para poder llegar al sueño americano que muchos latinos buscamos, lo que me tomó un mes y días —no todos logramos cumplirlo. Durante el tiempo que he permanecido en este país he tenido que pasar por momentos tristes al extrañar a la familia y llegar al límite de la frustración por pensar que nada tiene sentido, pero también, he aprendido que todo en esta vida tiene solución.

Mi vida como estudiante ha sido un tanto difícil porque tengo que trabajar de noche, en cuanto salgo de la escuela, solo así puedo pagar mi renta y cubrir otros gastos personales. Cuando llegué a este país fue triste y difícil no saber inglés y en la escuela a la que asisto, San Francisco International High School, me resultaba muy difícil entender las clases e indicaciones recibidas. Con el tiempo, aprendí a defenderme y poder ayudar a personas traduciendo.

Jorge Ramos, originario de El Salvador, posa para una fotografía el 14 de septiembre de 2017, afuera de la International High School, de San Francisco. Ramos es becario de El Tecolote mediante un programa de su escuela. Foto: Alexis Terrazas

En mi tiempo libre descanso y me pongo al día con mis tareas y mis quehaceres de mi cuarto, lo cual, muchas de las veces, me da solo de 4 a 5 horas para descansar antes de continuar con mi rutina; sin embargo, estoy aprendiendo a ser una persona responsable de gastos como lo haría alguien a cargo de un hogar.

Durante los días que no estudio, trabajo doble turno en diferentes lugares, y así puedo cubrir gastos extras que muchas veces surgen, como los gastos de la familia que no está en este país y que no tienen los mismos recursos. Esos días, que son más desgastantes, debo comenzar las labores a las 8 de la mañana y, con esfuerzo, llegar al límite a las 11:30 de la noche. Sin considerar el tiempo que me toma trasladarme de mi casa al trabajo y del trabajo a la casa nuevamente.

Espero que todo lo que he hecho durante este tiempo en el futuro tenga recompensa; que después del sufrimiento y esfuerzo todo salga bien. Agradezco cada día a Dios por la oportunidad que me da de seguir viviendo, pese a las enfermedades que muchas veces se presentan de alguna manera.

Quiero dar un consejo a los jóvenes que vienen de nuestros mismos países: hay que tener en cuenta que después de la lucha viene la recompensa y ganancia para nuestras vidas, a pesar de todas las dificultades de la vida en este país no hay que dejarse caer en vicios, algo que con la ayuda de Dios he podido controlar. El sabio ve el mal y lo menos que debemos buscar en este país es vernos involucrados en problemas con la ley o con la comunidad.