A partir de este mes, Shaping San Francisco presentará historias recopiladas en nuestro archivo digital, Foundsf.org. Los codirectores, Chris Carlsson y LisaRuth Elliott, ofrecerán piezas breves que destacan los eventos contenidos en dicho archivo, que han dado forma al Distrito de la Misión en las últimas décadas.

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Los incendios entre las calles Misión, 22 y 30 en los últimos años han dejado lotes vacíos como cicatrices permanentes. Junto con muchos otros sitios que se han incendiado, son el reflejo de la fragilidad de nuestro barrio de madera y ponen, al a vez, de manifiesto la insensible facilidad con la que se puede utilizar el fuego para desplazar a inquilinos de bajos ingresos que han habitado en él por largo tiempo.

A fines de junio de 1983, la esquina noreste de las calles 16 y Valencia también era un terreno baldío que se hundía un piso por debajo del nivel de la calle: ocho años antes, en diciembre de 1975, un pirómano había incendiado los apartamentos Gartland, cuyo resultado fue la demolición del edificio y la muerte de entre 13 a 25 personas (la cifra varía según a quién se le pregunte). La propietaria, Beatrice Presant, había adquirido la propiedad junto con otras abandonadas a fines de la década de 1950, y en el momento del incendio estaba al final de su vida. Gartland sufrió al menos seis incendios el año previo a su desaparición y fue citado reiteradamente por violaciones del código, sin que ninguna de ellas fuera remediada. En lugar de ser responsabilizada por las condiciones deplorables y la muerte de residentes en su propiedad, su abogado, Charles O. Morgan (socio del entonces alcalde George Moscone), convenció a la prensa y al público de que ella era una víctima involuntaria, al igual que las dos docenas de muertos.

En aquel entonces de lo que luego fuera nombrado ‘Pozo Gartland’, el norte de la Misión, alrededor de las calles 16 y Valencia, era bastante diferente de lo que es hoy. Al otro lado de la calle estaba Esta Noche, en Rondel Place, un lugar famoso por ser la meca del travestismo y trans latinx. Asimismo, el Teatro Roxie exhibió una variedad de películas de arte y extranjeras, al igual que lo hace ahora, pero luego fue un teatro con fines de lucro. Café Pícaro llevaba poco tiempo de haber abierto y el resto de los restaurantes, bares y boutiques de la zona vendrían con los años.

En 1983, el reverendo Floyd Andrews, de la Christian Spiritualist Church of America, propuso construir un espacio de recuperación de adicciones para mujeres en donde una vez estuvo el Gartland, continuando con su bien documentado negocio de explotación de los beneficiarios de asistencia social mientras ‘empleaba’ a algunos de ellos en actividades relacionadas con la iglesia. En un intento por bloquear los planes del reverendo de llenar el agujero en las calles 16 y Valencia, y como un recordatorio para todos lo que sucedió allí, surgió un grupo de artistas, estudiantes, cineastas, músicos, poetas y radicales del Distrito de la Misión conocidos como Ratas urbanas que: “Llevó a cabo una serie de alteraciones de los carteles en el sitio. También pusieron graffiti de gran formato, construyeron y mantuvieron un cementerio improvisado en el Pozo, para destacar la muerte de los antiguos inquilinos del hotel.

Las Ratas Urbanas ya habían afilado sus colmillos con numerosas acciones los años anteriores, protestando por las guerras de Reagan en Centroamérica, protestando por la reelección de Dianne Feinstein y satirizando su campaña pública de chivos expiatorios contra los evasores de la tarifa Muni, convocando a un banquete para Reagan y la Reina de Inglaterra en el Golden Gate Park con efigies de 20 pies de altura, proyectando películas en los costados de los edificios y en lugares de punk rock, y mucho más.

Un anuncio alterado y grafitti en el sitio donde se ubicaban los Apartamentos Gartland, que alude a la sospecha de incendio. Foto: Susan Greene

El 20 de junio de 1983, las Ratas Urbanas establecieron un escenario en la esquina suroeste de las calles 16 y Valencia y protagonizaron una obra estilo la pasión, llamada ‘La vida y los crímenes del reverendo Floyd’, que dramatizó su objetivo de comenzar una explotación para mantener a mujeres con problemas de adicción a cambio de alojamiento, comida y trabajo esclavizado. Liderando a un grupo de 75 personas, marcharon hasta su iglesia en la calle Dolores, y aunque no lograron entrar, sus esfuerzos fueron clave para que Andrews no obtuviera la aprobación de sus planes.

En su mayoría, estos artistas de barrio, fueron inconscientes del papel que tendrían en las primeras etapas de la gentrificación. Como dijo la miembro Susan Greene:

Muchos de nuestro grupo eran de clase media, artistas blancos, activistas e intelectuales, y por lo tanto, a nuestro pesar, formamos parte de los primeros brotes de la gentrificación de la Misión. Todos saben que los murales también aumentan el valor de las propiedades. Ahora la mayoría de nosotros apenas podemos darnos el lujo de vivir en San Francisco, y no podemos darnos el lujo de vivir en la Misión.

Los apartamentos Maria Alicia, que se convertirían en viviendas para personas de bajos ingresos, comenzaron a construirse en 1987 y continúan funcionando como tales. En los 35 años desde que se incendió Gartland, el incendio premeditado todavía funciona como una herramienta de desplazamiento. Una película reciente de los residentes del Distrito de la Misión, ‘The Other Barrio’, se basa en la historia de este incendio.