Nunca en mi vida había visto un documental tan siniestro contra una persona. Esperábamos ver una película sobre el fenomenal trabajo literario del autor, sobre la historia de la literatura estadounidense y sobre la gigantesca contribución de Ernest Hemingway, sin embargo, nos encontramos con un montón de calumnias, chismes, rumores, insultos, denigraciones e intentos de apartarnos de su obra literaria, a través de horas y horas enfocadas en su vida íntima y personal.

El documental, un gran pedazo de mierda y un intento de destruir la humanidad del autor a través de chismes, no refleja en absoluto ningún análisis serio sobre el proceso creativo y su originalidad. Como en otros de sus millonarios documentales, Burns se preocupa por desacreditar al comunismo y hacer una propaganda descarada de los EEUU y el capitalismo que representa. No perdona a los bolcheviques que salvaron a Europa y España.

Creo que esa puede ser la razón de tanto odio contra Hemingway: Burns no puede tolerar a un estadounidense educado e inteligente que sea bohemio, diferente, exitoso y, sobre todo, comunista.

El documental contiene varias mentiras y engaños. Uno de ellos —en el que el documental se contradice— sugiere que después de la revolución cubana de Fidel, Hemingway perdió todo lo que tenía en Cuba. Eso es una gran mentira. Minutos después, el documental muestra a su personal filmando en Finca Vigía, la casa de Hemingway que hoy es un importante museo, mostrando intactas sus pertenencias. ¡Sus lentes intactos, sus botas embarradas intactas! No se perdió nada.

Fidel personalmente se hizo cargo de todas las pertenencias de Hemingway y construyó el museo para salvaguardar su legado. ¿Por qué no mencionas nada de eso, Burns? Y para apagar el fuego con gasolina, Burns entrevista al desquiciado Vargas Llosa, un escritor de derecha que nos muestra que hay idiotas que escriben muy bien. Vargas Llosa se hizo amigo de carniceros de la talla de Pinochet, insultó a García Márquez y en su juventud no le agradaba Hemingway.

Si Hemingway estuviera vivo, esperaríamos la misma reacción que tuvo contra uno de sus detractores mentirosos: ¡le habría dado al señor Burns un buen puñetazo en la cara!

Atentamente,

Fernando A. Torres