Miembros de Siete Potencias en un taller de baile en ODC Dance Commons. Foto Mabel Jiminez

El viernes 15 de noviembre, los sonidos del tambor, el cencerro y el chekeré se escucharon en todo el auditorio mientras Siete Potencias avanzaba hacia el teatro del Centro Cultural de la Misión para dar inicio a su tan esperada presentación de reencuentro.

Siete Potencias es una agrupación galardonada de arte folklórico dedicada al canto, los tambores y la danza, proveniente de la región este de Cuba conocida como ‘Oriente’. La agrupación se creó en la Habana, Cuba, el 13 de septiembre de 1999. A pesar de esto, el grupo interpreta música afrocubana que es propia de oriente.

‘Oriente’ consiste en lo que actualmente en Cuba se divide en las cinco provincias hacia el este de la isla. Esta región tiene su folclore particular debido a la inmigración de haitianos en Cuba.

Al comienzo del siglo XIX, la composición étnica en la zona del este cubano cambió cuando los franceses dueños de las plantaciones y sus esclavos haitianos huyeron de la revolución haitiana, emigrando hacia punta oriental de Cuba. Estos inmigrantes recién llegados trajeron consigo su lenguaje, ritmos, bailes, canciones, cuentos y religión, y dieron al Oriente rasgos folclóricos inusuales dentro del panteón afrocubano.

La historia de Siete Potencias comienza mucho antes de su formación en la Habana. Todos sus integrantes son originarios de las provincias cubanas de Santiago o de Guantánamo, y muchos de ellos se conocen desde la infancia. Las relaciones dentro de la agrupación se basan en amistades de toda una vida, algo que se nota cuanto realizan sus presentaciones.

Manuel Suárez, fundador de CultuCuba, llegó a California en el 2000. Desde entonces, está ininterrumpidamente promoviendo y motivando el interés por la música y la danza de Oriente en el Área de la Bahía.

Suarez prepara talleres, clases de danza y agrupaciones para el Carnaval con el fin de promover su cultura. En el 2003, ‘La Comparsa de CultuCuba’ recibió importantes galardones del Centro Cultural de la Misión, desde entonces, contribuye cada año con el Carnaval de San Francisco.

El año pasado, CultuCuba inició el lanzamiento de una campaña para recolectar fondos y traer desde Cuba al Área de la Bahía al resto de los integrantes de la agrupación Siete Potencias. La misión fue un éxito, permitiendo, por primera vez, el reencuentro de la agrupación en suelo estadounidense.

“Fue una experiencia conmovedora, porque algunos de los miembros de esta agrupación se encontraban aquí mientras que los otros estaban ausentes”, señaló Suarez, cuando expresaba sus impresiones acerca de la presentación. Solo cinco de los 16 miembros llegaron a los EEUU mientras que al resto les negaron la visa.

A pesar de que faltaban miembros, Siete Potencias entregó su corazón a la presentación como si se tratase de la última vez que actuarían juntos.

Durante la primera media hora del programa, la agrupación demostró su conocimiento sobre la influencia afrohaitiana en Cuba. Presentaron ritmos y danzas del ciclo de la ‘Tumba Francesa’ que incluía: yuba, frente y mason.

“Estos tres bailes están influenciados por la cultura francesa y el baile final, mason, una interpretación africana del waltz que bailaba la alta sociedad francesa en el siglo XIX”, observó Suarez, a la vez que explicaba la historia sobre los diferentes estilos de baile. “Esta imitación del baile eurocentrista realizada por los afrocubanos fue la inspiración y el origen del baile en pareja en Cuba, manifestándose en diferentes formatos de baile popular como lo son el changui, el son y, más tarde, la salsa”.

La segunda parte se le dedicó a la identidad nacional cubana en general. Esta parte del acto incluyó: abakua, guaguanco, columbia y una conga oriental. Estos tres principios rítmicos son importantes en la historia y en la cultura de Cuba.

La abakua, una iniciación afrocubana perteneciente a una fraternidad, fue “la primera institución multirracial y multiétnica de Cuba”, y fue responsable de liberar a muchos esclavos negros comprando su libertad. Sus canciones y bailes se realizaban con poder y gracia.

La agrupación retumbó con un guaguanco y una columbia, que conforman la facción de la rumba. Ambas derivan de toda la diáspora africana en Cuba, se tocan en cada provincia y representan la plataforma nacional en la que los cubanos expresan sus diálogos políticos, sociales y culturales de manera musical e improvisada.

La agrupación finalizó espléndidamente con una conga oriental, ritmo de carnaval en Cuba. Este festival y ritmo tienen un significado histórico importante en aquel país. En 1953, este ritmo se utilizó para cubrir el ataque al Cuartel Moncada liderado por el joven Fidel Castro junto a un grupo de revolucionarios. A pesar de que el ataque falló, el ritmo representa el espíritu rebelde que siempre han tenido los tambores en Cuba, y de hecho, en el mundo.

Los tambores rugieron, los bailarines se movieron al compás, mientras trajes de vivos colores ondeaban y sus pies, de manera sucinta, zapateaban al ritmo. El coro de voces se elevó por encima de todo, a la vez que la audiencia no pudo evitar ser contagiada por las formas y los sonidos de la comparsa.

Hubo muchas sonrisas, la energía era grande, y el entusiasmo encendido. Quizás, la mejor parte de ver a Siete Potencias fue el ser testigo del reencuentro de un grupo de amigos que no se había visto durante 13 años compartiendo el escenario, y ser partícipe de aquello que los hizo unirse en un principio —su pasión por la música y el baile.

Para aquellos que no pudieron asistir a las presentaciones, Siete Potencias estará en el Área de la Bahía hasta el 9 de diciembre realizando talleres en el Malonga Center for the Arts en Oakland y visitando escuelas locales.

Más información sobre Siete Potencias: www.cultucuba.org.

— Traducción Eduardo Alegrett