Kim Shuck en la librería Dog Eared Books el 27 de julio de 2019. Cortesía: Doug Salin

Kim Shuck porta muchos sombreros como la séptima poeta laureada de San Francisco, figurativa y literalmente, por lo que no sorprendió que su discurso inaugural en 2017 involucrara casi seis cambios de sombrero, cada uno en homenaje a su historia y herencia, desde una banda de flores alrededor de su cabeza hasta un calamar morado gigante con sus brazos disecados colgando.

Las cosas más importantes en la vida son bobas, dice ella, entre ellas la poesía y las personas. Es una perspectiva que Shuck defiende mientras promueve el trabajo de los galardonados del pasado que han mantenido vivo el arte y la tradición poética en San Francisco.

“La diversión no tiene que ser costosa y no necesitas permiso para hacer arte. Ese es el verdadero mensaje que estoy tratando de transmitir”, dijo.

Shuck, autora, tejedora y artista de abalorios, se inspira en la cultura y la tradición de los nativos americanos del sudeste, entrelazando la vida india urbana contemporánea con su experiencia como Ani Yun Wiya (Cherokee) y americana-polaca nacida y criada en el Área de la Bahía. Sus colecciones de poesía incluyen Clouds Running In, Rabbit Stories, Smuggling Cherokee y, más recientemente, Deer Trails, publicado por City Lights Books como parte de la Serie Poeta Laureado de San Francisco.

Como residente de quinta generación de San Francisco y miembro de la Nación Cherokee de Oklahoma, una de las 573 tribus reconocidas a nivel federal en los EEUU, Shuck reconoce las vastas realidades que las personas sufren cada día. Su voz, señala, no es la regla ni es representativa de todos los pueblos indígenas o san franciscanos.

Su trabajo literario resiste las generalizaciones que a menudo se aplican a los escritores nativos, que deben navegar a través de una sociedad formada por el colonialismo y contaminada con estereotipos.

“Las palabras importan y han sido mal utilizadas a mi alrededor y sobre mí toda mi vida”, dijo Shuck. “Se nos dice que la historia está escrita por los ganadores, pero eso no es cierto. La historia la escriben las personas con los bolígrafos y yo tengo un bolígrafo”.

San Francisco ha estado luchando en los últimos años con la forma de abordar su propia historia controvertida y cómo está representada en el mundo del arte. En 2018, Shuck abogó por la eliminación de la escultura ‘Primeros Días’ del Monumento al Pionero en el Centro Cívico, que representaba a un nativo americano caído a los pies de un vaquero, con la mano levantada en victoria, junto a un misionero católico que señalaba al cielo. La Comisión de Arte de San Francisco consideró que la estatua de bronce era un retrato irrespetuoso de la “degradación y genocidio de los pueblos indígenas” y decidió eliminarla.

En junio, el Distrito Escolar Unificado de San Francisco (SFUSD, por sus siglas en inglés) votó por unanimidad para pintar sobre un fresco de 1,600 pies cuadrados en la secundaria George Washington, lo que provocó debates entre cientos de artistas y académicos sobre su valor histórico y educativo. El conflicto gira en torno a dos escenas que representan la vida de aquel presidente, específicamente su historia como propietario de esclavos junto con su papel en la expansión estadounidense y la subyugación de los pueblos indígenas.

“Cuando desensibilizas a las personas sobre la muerte o al abuso de ciertas poblaciones, es más fácil para todos ser insensibles a la muerte y al abuso de esas poblaciones en la vida, en lugar de solo en el arte”, dijo Shuck.

El mural ‘La vida de Washington’ y la estatua ‘Primeros Días’ son parte de las crecientes disputas en el país entre quienes se oponen a la celebración o el avance de narraciones falsas sobre el pasado y otros que creen en aceptar y aprender de las duras verdades de la historia de nuestro país.

“Una de las cosas que está sucediendo es que esta falsa dicotomía se ha establecido donde la destruyes o la amas”, dijo. “Sé por qué [el mural] me molesta, pero también soy artista y entiendo por qué la gente quiere retenerlo”.

Shuck, ex instructora de la Universidad Estatal de San Francisco y el Colegio de Artes de California, es una de las 13 beneficiarias de la Beca inaugural de la Academia de Poetas Poetas Laureados, un programa que promueve proyectos creativos y cívicos en todo el país, como podcasts, lecturas de poesía y talleres de escritura.

Este verano, lanzó ‘Fire Thieves’, que alienta a los artistas a organizar lecturas de poesía dentro de sus comunidades y, como muchas de sus empresas artísticas, subraya la importancia de crear y apoyar obras de arte vivas.

“Tenemos una serie de problemas serios que se derivan de no ser una comunidad cohesionada y la forma de crear comunidades cohesionadas es participando juntos en obras de arte. Es una de las características de la cultura”, dijo.

Una devota voluntaria del SFUSD por 20 años, Shuck ha visto el Distrito de la Misión en varias encarnaciones: su belleza e historia, un lugar al que llama hogar. Pero con la afluencia de nuevas personas y el desarrollo en el área, comprende el miedo al desplazamiento entre los residentes de toda la vida que habitan en un vecindario cada vez más gentrificado.

A pesar de todo eso, ella mantiene la esperanza en San Francisco, ya que hay determinados cuerpos preparados para tomar las riendas y preservar la ciudad: “Veo el corazón que todavía está aquí, pero debemos mantenerlo cultivado porque perdemos cosas todos los días si no nos apoyamos mutuamente”, dijo.

La lucha por la equidad requiere trabajo. Es una batalla que Shuck ha conocido durante décadas, pero cree que se puede lograr si es defendida por personas de todas las generaciones: “Re-narremos la ciudad, re-narremos qué es el éxito. Así que ve a plantar algo, escribe algo, pinta algo, crea algo. Si creemos que hay historias en San Francisco que se están perdiendo, hagamos algo al respecto”, dijo Shuck.