Orquesta Aragón. Foto Tom Ehrlich

La banda de charanga más celebrada de Cuba, Orquesta Aragón, ofreció una presentación espectacular que dejó sin aliento a 500 aficionados que se dieron cita en el teatro McKenna de la Universidad de San Francisco el pasado 20 de abril.

La noche arrancó cuando el maestro de ceremonias Luis Medina, de KPFA, presentó el ensamble afrocubano de la Universidad Estatal de San Francisco, dirigido por el doctor John Calloway, y a la Orquesta Charanga del City College de San Francisco, conducida, a su vez, por Anthony Blea. La combinación de 30 jóvenes preparó a la audiencia con un cuadro de cuatro canciones que resultó en una ovación de pie al final de su presentación.

Pero la noche era de la Orquesta Aragón. El público estaba entusiasmado con cada canción interpretada. A ratos, más de 50 parejas podían ser vistas en los pasillos, bailando los ritmos cubanos que resonaban por toda la sala.

Dándose a conocer en Cienfuegos, Cuba, en 1939, por el bajista Orestes Aragón Cantero, la banda ha sobrevivido varias décadas y, en su encarnación actual se honra al contar aún con dos de sus miembros originales: Guillermo González García Valdés, en las congas, y Eduardo Ramón Rubio Pérez, en la flauta.

Cumpliendo su 75 aniversario este año, el grupo de diez integrantes tocó de todo, desde danzón hasta bolero, chachachá, mambo y demás. La Orquesta Aragón es usualmente una banda de catorce miembros, sin embargo a cuatro de ellos les fueron negadas sus visas antes de comenzar su tour por nueve ciudades. San Francisco fue la séptima parada antes de seguir hacia Seattle y Puerto Rico.

Todos los integrantes de la banda sobresalen en sus instrumentos: tres violines, flauta, conga, piano, timbal, güiro y bajo. En el escenario, el bajista Roberto Espinoza Rodríguez actuó como vocero de la banda.

Durante el repertorio de 17 canciones que duró cerca de dos horas, la presentación de Aragón fue suave. Su uso de dinámicas — tocar suavemente­— fue admirable. Tal vez resulte fácil para una sola persona, pero lograr que diez músicos de una banda toquen como un murmullo, es impresionante. Es entonces que uno puede verdaderamente apreciar cómo estos artistas se han convertido en expertos.

Durante las presentaciones solistas de piano y flauta, la Orquesta Aragón de vez en cuando cambiaba a conocidos motivos musicales, tocando música clásica así como melodías populares, resultando en una manera de jugar con el público y compartir un poco de diversión.

En un momento dado, el violinista Lázaro Dagoberto González Sibore presentó su interpretación de ‘Bésame mucho’. Puso loco al público con su espiritual y apasionada presentación de esta pieza clásica.

Para el gran final, la Orquesta Aragón invitó al doctor John Calloway, a Anthony Blea y a los miembros de ambos ensambles para una vibrante presentación de ‘Pare Cochero’.

Una debilidad del evento fue la ausencia de algún tipo de diseño escénico —sin palmeras, fondos, luces, ni bandera cubana o alguna otra figura icónica de aquel país— indicación de que éste fue organizado apresuradamente. Sin embargo, los aficionados a la charanga fueron muy indulgentes.

Sin lugar a duda, la Orquesta Aragón dio una presentación memorable que fue disfrutada por todos. Como un asistente dijera: “Estuvo estupendamente cool”. Con mucha razón mi amigo. Mucha razón.