Basada en el libro Ciudades desiertas (1982) José Agustín, renombrado autor del movimiento literario ‘La Onda’, Me estás matando Susana sigue al carismático y divertido personaje interpretado por Gael García Bernal, una especie de Woody Allen mexicano, en su afán por recuperar a la bella Susana (Verónica Echegui).

“La novela es muy imperfecta en su escritura, un poco a propósito, se siente como atropellada porque es muy apasionada la narración”, dijo Sneider. “Yo quería hacer algo similar, nos importaba muchísimo que la película se sintiera muy fresca y di espacio a los actores para improvisar y tener esa naturalidad”.

Esta es la tercera adaptación literaria de Sneider tras Dos crímenes (1994) y Arráncame la vida (2008), basadas en libros de Jorge Ibargüengoitia y Ángeles Mastretta, respectivamente. Nacido en el Distrito Federal, México, en 1962, Sneider coprodujo Frida (2002) con Salma Hayek en 2002, y en 2015 fue productor ejecutivo de Las horas contigo de Catalina Aguilar Mastretta.

Durante su visita a San Rafael en el marco del Festival de Cine de Mill Valley el pasado otoño, platicamos con Sneider sobre las diferencias y similitudes con el libro, la pareja protagonista y la memorable escena de las nalgadas (advertencia: saltarse las últimas preguntas si no se quiere saber el final).

El director mexicano al estreno de su película el viernes 24 de febrero en el Roxie Theater de San Francisco. Boletos: http://www.roxie.com/ai1ec_event/roxcine-killing-susana-estas-matando-susana/?instance_id=

En su estreno en el Festival de Guadalajara, México, tu película se presentó como Ciudades desiertas. ¿Por qué le cambiaste el título?

La novela se llama Ciudades desiertas y para mí el título de la película toda la vida fue Ciudades desiertas. Pero hablando con el distribuidor me hicieron percatarme de que íbamos a salir muy pegados con otra película, Desierto, en la que también salía Gael. Me dijeron que no era buena idea. Y el distribuidor dijo que sería bueno que el título nos hiciera entender que es una película con sentido del humor sobre una relación de pareja.

¿Qué tan diferente es Me estás matando Susana de Ciudades desiertas?

Para empezar, la trasladamos de los 1970 a hoy en día, una gran diferencia cultural. Y mientras que la novela empieza a contar la historia desde el punto de vista de Susana, nosotros decidimos empezar del momento en que Eligio se da cuenta que su mujer se fue, sin conocer el punto de vista de ella hasta que él llega por ella. Fueron cambios importantes. Y todo el lenguaje, sobre todo el lenguaje de la relación de pareja, es un poquito distinto, y el personaje de Eligio también… Pero yo creo que los problemas esenciales siguen siendo los mismos.

¿Cómo escogiste a Gael García Bernal y Verónica Echegui para interpretar a la pareja protagonista?

Eligio como personaje es un verdadero patanazo, pero un patanazo adorable por la pluma de Agustín. Yo me dije ‘para eso se necesita un actor que tenga ese tipo de carisma y sentido del humor’, sin traicionar una cosa de verdad muy neta que hay en la novela y que yo quería en la película. Y Gael me pareció perfecto para eso. Quizás no se parecía físicamente al Eligio que me imaginé al leer la novela, pero me dije ‘hay cosas más esenciales en este personaje que hay que rescatar’. Fue desde muy al principio que yo quise a Gael en la película.

Una vez con Gael en el proyecto empezamos a buscar a Susana. Leímos con muchas actrices, sobre todo mexicanas. Y en una de esas pláticas con Gael, me dijo ‘yo leí en un casting hace mucho tiempo con una actriz con la que tuvimos una química muy especial que me pareció una actriz finísima que podría estar muy bien, ¿por qué no vemos a Verónica Echegui?’. Inmediatamente vimos que había una química muy especial.

¿Se improvisaron los diálogos de las escenas con Gael y Verónica?

Nos importaba muchísimo que la película se sintiera fresca. La novela es muy imperfecta en su escritura a propósito, se siente atropellada porque es muy apasionada la narración. Y yo quería hacer algo similar. Me parece que la forma de lograr que ese tono que se sintiera tan natural y fresco era permitiendo la improvisación y que tuviera un poco esta imperfección. Y en la edición lo hicimos también, fragmentamos los momentos con jump cuts. Y habiendo tomado esa decisión estilística les dije a los actores, “improvisen, que yo voy a quitar”.

¿Es tu película para hombres o mujeres?

Yo juré que era una película para hombres, porque el punto de vista es masculino. Pero también hay una visión que se puede llamar feminista, muy presente en la novela, que es el de una mujer fuerte que dice “No, tú podrás ser encantador, podrás ser lo que quieras, pero no vas a salirte con la tuya con ese tipo de actitudes”. Se ha vuelto más una película para mujeres que disfrutan de ver a este hombre apasionado sufrir a consecuencia de su comportamiento.

[advertencia: destripe]

¿Y en la novela hay nalgadas al final también?

¡Sí! Me encantó eso de la novela. Me parece genial. Una novela esencialmente feminista acaba con unas nalgadas. Y dices, ¡requiere huevos no! A mí me gustaba, porque es una cosa cariñosa, no es una cosa de sumisión ni de violencia, sino de ‘yo sigo siendo un hombre y tú sigues siendo una mujer, y tú te has portado mal conmigo también y me tienes que decir que me quieres’. ¿Es curioso no? El macho lo que quiere es que le digan que lo quieren. Es una cosa de inseguridad de lo que habla la película.

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