Juan Gabriel fue conocido por su dinamismo durante sus presentaciones, las cuales solían durar hasta cinco horas.

El 23 de agosto miles de personas a lo largo de México y Latinoamérica, aquellos que crecieron escuchando la música de Alberto Aguilera Valadez —conocido como el ícono que fue Juan Gabriel y, más tiernamente, Juanga— se enlutaron y lloraron su inesperada muerte. Tenía 66 años.

Como Xican@ queer de 23 años, la música de Juan Gabriel me llega a un nivel político y muy profundamente en lo personal. Ser un mexicano (de inigualable creatividad), que se expresaba abiertamente como queer dedicó su vida a cantar sobre el amor y el rechazo amoroso, es realmente una posición radical. Él compuso cerca de 1,800 canciones, comenzando a componer cuando era jovencito después de haber vivido en un orfanato en la Ciudad Juárez.

Su legado para mi es auténtico al no importarle el qué dirán. Este hombre se atrevió a abrazar la femineidad en el escenario frente a un país bastante conservador que eleva el patriarcado y la masculinidad en un pedestal. Las parejas heterosexuales se dedicaban canciones que fueron escritas por un hombre que, si bien nunca dijo explícitamente que era gay, tampoco lo negó.

Cientos asisten al homenaje luctuoso de Juan Gabriel en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México. Foto: Rodrigo Jardon

La autora Laura Gutiérrez, en Performing Mexicanidad, describe la sexualidad de Juan Gabriel como el secreto mejor guardado de México. Este diálogo precario acerca de su sexualidad nos recuerda, a quienes somos queer, la experiencia de “revelarnos” o “coming out”.  “¿Eres gay?”, le preguntó un reportero a Juan Gabriel durante una entrevista en televisión, a lo cual respondió: “Dicen que lo que se ve no se pregunta, mijo”.

Tus parientes mexicanos te repudian y la sociedad mexicana niega tu identidad cultural si no desempeñas los roles heterosexuales tradicionales.

Pero no a Juanga.

Veo a Juan Gabriel como un eslabón entre mis raíces mexicanas y mi identidad queer, donde las dos no chocan sino coexisten. Él nunca expresó explícitamente una identidad homosexual, pero su presentación en el escenario pisoteó los rígidos binomios de femineidad y masculinidad. Su femineidad reveló su estilo queer en su actuación y algunos lo ridiculizaron en secreto. Su legado para mí, ilumina una historia de éxito y de expresión como queer con determinación de hacer aquello que amas, sin sufrir rechazo, y siendo adorado por millones en todo el mundo.

Su humanidad brilla a través de las hermosas baladas que compuso, las que hablan de angustia amorosa, pérdida y lucha. “No tengo dinero” es una canción que nos recuerda a los que nos cuesta conseguir dinero que el amor es gratuito. Él me enseñó a lidiar con mi dolor con dignidad ya que la canción “Insensible” me hace creer que soy demasiado fuerte para sufrir heridas al corazón. Sin importar que cinco minutos más tarde me encuentre cantando a toda voz, “Se me olvidó otra vez que solo yo te quise”.

Otra cosa que él me enseñó fue a honrar la pasión que alguien nos haya hecho sentir. De Juanga heredé la inquebrantable voluntad de ser yo misma: queer, pobre, de piel canela y con mucho sentimiento.