[su_label type=»info»]Columna: El Abogado del Diablo[/su_label]

Directora local y profesora, Martha Rodríguez-Salazar, ensaya con la Orquesta Sinfónica Golden Gate previo al programa de apertura de temporada ‘¡Viva México! Más allá de las fronteras’ el domingo 5 de noviembre. Foto: Desiree Rios

Hace poco, tuve el gusto de entrevistar a mi amiga Martha Rodríguez-Salazar. Ella es una mexicana de complexión menuda, de espíritu gigante y una permanente sonrisa en el rostro. Una bella persona, que irradia inteligencia y calor humano.

Martha también es una tremenda fuerza en la vida musical de esta ciudad.

Es directora de orquesta, flautista, cantante de música clásica y popular, productora y —tal vez lo mas importante— profesora. Actualmente, dirige cinco coros en San Francisco: el Coro de Cámara, que se especializa en música folclórica y clásica de Latinoamérica ¡y cuatro coros de adultos mayores!

Raymond (Ray) Ponce, conocido educador del Distrito Escolar Unificado de San Francisco, habló de su experiencia al tener a Martha como maestra en un coro de adultos mayores. Sus ojos brillaron, felices: “Martha me dió la oportunidad de cantar! Estoy muy agradecido. Nunca pensé que podía cantar, ¡aún lo dudo!, ¡pero ella me apoya mucho!”

Conté a Martha lo que Ray dijo, a lo que ella rió y dijo: “Lo principal es tener ganas, el deseo de cantar. La intención es el principal elemento. ¡Quiero enseñar a todos!, comenzando conmigo. ¡Quiero dar fuerzas e incluir a toda la gente!

Al comenzar la conversación, Martha enfatizó que su trabajo ha sido ayudado y reforzado por la relación con su esposa, Jennifer Peringer, quién también es músico, toca el acordeón, el piano y también es profesora.

“A mi me dan casi todo el crédito, pero Jennifer me ha ayudado a realizar mi potencial. Por ejemplo, el Coro de Adultos Mayores, ¡no habría pasado sin ella! Ella no es latina, ¡pero me enseñó a usar la clave y a tocar congas! Ella es el motor creativo de nuestro trabajo. Yo recibo mucho crédito y se me llama la líder, pero, en la realidad, ¡trabajamos juntas!”

Justo al terminar Martha esa frase, fuimos agradablemente sorprendidos por la llegada de su “compañera de pillerías”.

Martha Rodríguez-Salazar (a la derecha) con su esposa, Jennifer Peringer. Foto: Adrián Arias

Jennifer Peringer entró sonriendo, En sus manos, un bouquet de tulipanes para Martha. Jennifer dijo: “¡Feliz aniversario!” y se besaron. Celebraban lo que llamaron, riendo, “nuestro matrimonio apurado”, el cual sucedió, con urgencia, en noviembre de 2008.

Esa fecha está fuertemente marcada en la mente de las parejas del mismo sexo: muchas parejas gay o lesbianas corrieron a casarse, antes de que se aprobara en California la Proposición 8, que ilegalizó esos matrimonios. “Más tarde, tuvimos nuestra GRAN fiesta… pero esa ceremonia urgente de 2008, ¡siempre la recordaremos!”

El 28 de junio de 2013, la Corte Suprema de los EEUU falló a favor de los matrimonios del mismo sexo y se reanudaron inmediatamente.

Conocí a Martha Rodríguez Salazar en 2008. Acompañada por el gran flautista y compositor español Chus Alonso, me pidieron colaborar con ellos y escribir “un libreto más divertido” para ‘La Posarela’, un espectáculo navideño que se ha hecho muy popular en la comunidad.

Ambos eran maestros en el Community Music Center, una organización que es un gran tesoro para el Distrito de la Misión.

Chus y Martha trabajaban bien juntos, creando (por ejemplo) el exitoso Programa de Música para Jóvenes del Distrito de la Misión. Martha, siempre modesta, clarifica: “¡Esa idea de crear un programa de música para jóvenes de familias con bajos ingresos fue de Chus!”

Hay un claro hilo en la historia de Martha. Aunque aparezca —ella misma lo dice— como la imagen visible de muchas aventuras musicales, Martha comparte rápidamente el crédito con otra gente.

Su modestia y honestidad son la clara prueba de su grandeza. Ella reconoce (y ahí concuerdo con ella) que la música, o el acto creativo en general, funciona mejor si se enfatiza un concepto clave: la colaboración.

Hace pocos días pude asistir a dos importantes eventos en los que Martha jugó un papel relevante: uno fue la Celebración Comunitaria del Día de los Muertos, producida por la Orquesta Sinfónica de San Francisco. Claro, Jennifer Peringer también estaba presente ahí, dirigiendo en un lobby al ‘Solera’, un coro de adultos mayores que cantan en español y en tagalog. Adentro, en la sala de conciertos, la Orquesta Sinfónica, bajo la batuta de la excelente mexicana Alondra de la Parra, acompañaba a la cantante Eugenia León, también mexicana… y también excelente.

Martha supervisó varios aspectos del evento, desde la conección de la Sinfónica de San Francisco con los diversos artistas invitados, hasta la sugerencia de la música a interpretar, e incluso la supervisión del arte exhibido en los pasillos del edificio. Dice Martha: “Poco a poco, la Sinfónica me ha dado más responsabilidad… pero siempre ha respetado mi participación”.

El segundo fue ‘¡Viva México!’ (‘Más allá de los muros fronterizos’), un concierto de la Sinfónica Golden Gate, fundada en 1994.

En el programa, su Director Musical y Fundador, el suizo Urs Leonhardt Steiner, escribió que “el concierto surge como respuesta al muro propuesto por el presidente Donald Trump y a su retórica extrema acerca de los mexicanos… para celebrar culturas y tradiciones musicales de México y más allá”.

Aquí, Martha fue una directora invitada y a su vez invitó a sus estudiantes del Community Music Center, Joel Ponce y Alicia Naynor Guerrero, para cantar en el evento y así ampliar sus horizontes.

Ambos eventos fueron bellos ejemplos del poder de la música como una fuerza sanatoria en nuestra sociedad. Eso es, claramente, lo que más motiva a Martha Rodríguez Salazar.

Al terminar la conversación, ella dijo: “Quiero transformar la vida de la gente con la música… aunque, básicamente, ¡lo que enseño es a respirar!”