El Tecolote

Durante décadas la Misión ha mantenido un atractivo —sus coloridos murales, la música en las calles, el olor de la deliciosa cocina latinoamericana. No cabe duda del porqué del atractivo de la Misión para revistas de viajes como uno de los mejores vecindarios en el mundo para vivir —el nexo cultural y epicentro de una comunidad menguante de mejicanos, centroamericanos y sudamericanos de San Francisco.

Con la gran pompa del estreno de película La Mission, la fascinación con el vecindario nombrado como la sexta misión establecida en Alta California, Misión San Francisco de Asís, salta a la gran pantalla.

La Mission, escrita y dirigida por Peter Bratt y protagonizada por su hermano Benjamin Bratt, se estrenó al publico el pasado 12 de abril. La película muestra retazos de la vida de generaciones de latinos que consideran la Misión su casa— para lo bueno y para lo malo. La historia está basada en la vida de Ché, un ex convicto reformado que se crió cerca de la calle 24. Aunque el personaje muestra un continuo deseo de mejorarse, frecuentemente sucumbe a la rabia y a la ira. Con el paso del tiempo, se enfrenta a la gentrificación, a la violencia y al alcoholismo, lo que parece manejar al controlar su ira explosiva. Hasta que descubre que su hijo Jes es gay, y digamos que a Ché no le cae muy bien la noticia.

La Mission

La historia refleja de manera certera a las familias que viven en la Misión, con diálogos que uno escucharía en cualquier esquina del barrio. Todos los personajes en la película están basados en personas reales que crecieron con los hermanos Bratt.

Este proyecto no es una sutil carta de amor de los hermanos Bratt dedicada el lugar que los vio nacer. Es un homenaje que la gratitud y el orgullo hacen reventar por las costuras. Y haciendo honor a la reputación altruista de Bratt, la producción tomó medidas extremas en incluir a la comunidad local. Muchos de los actores y extras de la película son originarios de la Misión, y bastantes de ellos se aventaron como actores por primera vez.

“Había literalmente cientos de personas que queríamos que salieran en la película pero no pudimos incluirlas”, dijo Peter en una entrevista con El Tecolote. “En las audiciones los estábamos animando.”

Benjamin añade, “Fue divertido verles en las audiciones ya que no son actores profesionales y se comportaban como ellos mismos”.

Algunos de los extras que aparecían en varias escenas que mostraban a jóvenes muertos como consecuencia de la violencia de las pandillas en la Misión son de hecho sus familiares, lo que muestra un valor inmenso al querer compartir el pasaje más doloroso de sus vidas. Ese coraje ayudó a producir una película espeluznante que en ocasiones se hace difícil de ver. El personaje de Benjamin como una persona tatuada muy segura de sí misma que está dejando el alcohol y siempre está a punto de golpear a alguien es encomiable. Y a pesar de una personalidad enojada hiper-masculina, la vulnerabilidad de su personaje se deja ver en la pantalla. Quizás es por esto que muchos críticos están de acuerdo al afirmar que es la mejor interpretación de Benjamin.

La historia escrita por Peter Bratt explica cómo una persona a quien enseñaron a estar en constante alerta también puede inducir a la risa y aprecir las cosas sencillas que le rodean. El telón de fondo de low riders, sol, familia y música oldies es precisamente el entorno que cualquier persona de la Misión puede también reconocer. La película logra que cualquier espectador que no creciera en el barrio sienta que se perdió algo bueno.

La película incluso incluye a danzantes aztecas, manteniéndose fieles a su plan de hacer de esta película un proyecto comunitario. “Hay cuatro grupos de danzantes en la Misión”, dijo Peter. “Decidimos incluir los cuatro”.

Y fieles a cualquier empresa de negocios en la Misión, los hermanos Bratt se aseguraron de que el proyecto recibiera una bendición indígena antes del rodaje —realizada por Concha Saucedo del Instituto Familiar de la Raza.

Los hermanos están muy unidos. Durante la entrevista, se complementaban el uno al otro, platicando entre ellos y riéndose de manera espontánea de sus propias bromas, haciendo que esta reportera no sólo no pudiese recordar quién dijo qué, sino que tampoco podía recordar que de hecho era una entrevista.

La Mission es un retrato visceral, honesto y, en ocasiones, intenso del barrio predominantemente latino de San Francisco. No es sorprendente que el público en distintos lugares del mundo la ovacionara, incluyendo el festival de Sundance. Esta película es un premio de reconocimiento.

La Mission se está mostrando en los cines Kabuki y Metreon de San Francisco, y en varias ciudades del país.

—Traducción Luis Moncada