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La existencia de la danza, el idioma y la cultura polinesios, alguna vez amenazados, ahora están siendo restaurados gracias a los muchos hawaianos nativos que continúan enseñando y difundiendo sus tradiciones entre la comunidad.

Una de esas personas es Kumu (maestra) Lani Cid-Iulio, una nativa hawaiana de 61 años de edad, quien reside en San Leandro, enseña bailes tahitianos y polinesios como el Hula, palabra hawaiana que significa ‘bailar’. Durante 10 años, ha sido propietaria y directora de Island Hawaiian Studios y Hulau-Makana Polynesian Cultural Arts Center, Inc., una organización no lucrativa, la única en su tipo en Alameda.

Lani Cid-Iulio. Foto: Amanda Peterson

“El Hula va más allá de ser un baile. Representa las historias; el Hula es la vida de las personas”, explica Cid-Iulio. “Se trata de principios y prácticas culturales que se entrelazan en la vida diaria. Hay un dicho [por el rey Kalakaua]: “Hula es el lenguaje del corazón. Por lo tanto, es el latido del corazón de la gente hawaiana”.

Como muchas formas de arte indígena que existen hoy en día, Hula es una forma de resistencia contra la colonización. En su artículo “La economía política de la prohibición del hula”, la autora y académica Noenoe K. Silva explica cómo en 1820, los misioneros protestantes llegaron a las islas de Hawai con la intención de difundir el cristianismo. Los misioneros percibieron el baile Hula como crudo, salvaje, abiertamente sexual, demoníaco y ofensivo frente a sus creencias cristianas. La primera prohibición de Hula comenzó en O’ahu en la década de 1830. En 1857, los editoriales de los periódicos publicaron peticiones para que se prohibiera y en 1859 fue declarado ilegal en todas las islas de Hawai. Según dicho artículo, esta percepción errónea, que llevó a su prohibición y de su cultura duró aproximadamente 53 años.

Durante la época de veto del Hula, la cultura y la danza fueron forzadas a la clandestinidad. El único lugar legal fueron las actuaciones autorizadas en un teatro. Según Silva, la sanción por bailarlo sin licencia era una multa de hasta $100, y aquellos que podían pagarla, se enfrentaban a la cárcel o al trabajo forzado en los campos.

Pero el pueblo hawaiano defendió sus derechos constitucionales de bailarlo. En 1883, el último rey de Hawai, el rey David Kalakaua, también conocido como Merrie Monarch, revivió el Hula (1836-1891).

“Y eso es lo que nos mantiene en marcha hacia adelante”, dijo Cid-Iulio. “Ya seas hawaiano de sangre o porque te encanta serlo. El Hula es vida. Es cómo nos comunicamos, cómo perseveramos y cómo enseñamos a nuestros hijos sobre todas las cosas de Hawai”.

Cid-Iulio ha enseñado el baile desde que tenía 12 años. El Hula no es solo su profesión y pasión en la vida, sino su forma de vida: “Según lo que recuerdo, siempre supe que eso era lo que quería”, dijo. “Es mi vida; cada hilo es mi vida. Utilizo mis principios culturales en todo lo que hago desde el momento en que me despierto hasta que me acuesto cansada por la noche”, comentó.

Ser un Kumu de Hula requiere mucha determinación, según Cid-Iulio. Su pasión es transmitir la tradición de Hula a sus hijos, tal como le enseñaron su abuela y su madre; cómo bailar y nunca olvidar que son hawaianos.

Una lámpara con una chica Hula colocada al frente del estudio de danza en Halau Makana, Island Hawaiian Studios en Alameda, CA. Foto: Amanda Peterson

“Hula no es solo un baile bonito, es quién soy como hawaiana, quién trato de ser todos los días. “No quiero perder mi identidad cultural y el Hula es una parte muy importante de esa identidad”, dijo Cid-Iulio. “La emoción más grande es que puedo transmitir la historia y ellos [los estudiantes] pueden abrazarla de una manera positiva… A mis antepasados ​​les diría, un millón de gracias por hacer todo lo que hicieron, cuando lo hicieron y por preservar todo lo que se pudo preservar para que a la vez podamos aprender todo lo que hemos aprendido”.

El significado de Aloha es más profundo que ‘hola’, ‘adiós’ y ‘amor’. El verdadero espíritu de Aloha es “compasión por los demás y compasión por ti mismo”.

“Apasiónate… siempre y cuando provenga de tu corazón y tu alma, haciendo todo lo posible por ser positivo y sincero, ese es el verdadero espíritu Aloha”, dijo Cid-Iulio. “Me gustaría que la comunidad lo sepa… somos muy acogedores y espero que cualquiera que entre por nuestra puerta se lleve una experiencia inolvidable y positiva”.

Aquellos que estén interesados ​​en tomar una clase de hula de Cid-Iulio pueden visitar Halaumakana.com/classes