El poeta Andrés Montoya perdió su batalla contra la leucemia en 1999, pero su influencia y legado continúan. Cortesía Galería de la Raza

Han pasado casi 16 años desde que Andrés Montoya perdió su batalla contra la leucemia (la enfermedad que cobró su vida a solo ocho días de cumplir 31), pero sus palabras —y legado— no han sido olvidadas.

Este poeta galardonado de Fresno fue homenajeado el 17 de abril durante un evento de poesía —“Andres Montoya: The Ice Worker’s Legacy”— llevado a cabo en la Galería de La Raza, en el que familiares, amigos y poetas dieron lectura a pasajes de su libro, The Ice Worker Sings.

Su legado artístico proviene de su familia, arraigada profundamente en el área de la bahía y el Valle Central, expandiéndose hasta la sierra de Albuquerque, Nuevo México. Ahí, su padre Malaquías y su tío José Montoya nacieron; los hermanos fueron parte integral del movimiento artístico chicano en California durante los años sesenta.

Malaquías le da crédito a su madre por haberle dado el don de dibujar.

“Vino de ella”, dijo a El Tecolote, explicando que su madre dibujó cuanto pudo por todas partes, decorando su casa en Nuevo México con croquis de flores y diseños derivados de estampas de cartón hechas a mano.

Aunque la escuela no le interesó a Malaquías, el arte sí.

A temprana edad, la familia de Malaquías emigró de Nuevo México al Valle Central de California; sus padres encontraron trabajo en los vastos campos del valle. Como muchas familias que trabajan en los campos, eran pobres.

“Nos hicieron sentir avergonzados de que nuestros padres trabajaban en el campo. Conforme fui creciendo, pensé ‘es terrible estar avergonzado de tu padre y de tu madre’”, dijo Malaquías, ‘conforme me fui considerado seriamente un artista, quise pintar a la gente que contribuyó a la riqueza de este país. Más tarde, me avergoncé de sentirme de esa manera. Veía estas imágenes de hombres que corrían por los callejones huyendo de la migra. Qué bueno que sus hijos no tuvieron que ver a sus padres ser correteados como animalitos. Quise pintar sobre estas cosas”.

Malaquías se mudó al área de la bahía, se graduó de UC Berkeley en 1969 y se convirtió en fundador del Mexican American Liberation Art Front (MALAF). En aquella época en la cual este país atravesaba por una revolución política, de ella obtuvo inspiración para hablar sobre estos temas en su arte. Colaboró con César Chávez y diseñó imagenes para la United Farm Workers que hablaban sobre los derechos de los trabajadores.

“Cuando César Chávez llegó todo nos inspiramos”, dijo Malaquías. [Pensamos] Somos alguien”.

El padre de Andrés Montoya, Malaquías Montoya durante la lectura en honor de su hijo en la Galería de la Raza, el 17 de abril. Foto Armando Valdez

Encontrando su propio camino
Mientras que Malaquías transmitió la pasión a sus hijos Maceo y Andrés, nunca los presionó para dedicarse al arte, así los dos hermanos eligieron caminos diferentes.

Maceo fue a la facultad de derecho y Andrés estudió para ser historiador, empezó a escribir poemas durante sus estudios. Maceo fue un poco más reacio a seguir el mismo camino que su padre y tío. Pero su interés por el dibujo lo llevó a darse cuenta que, “esto es lo que soy; esto es lo que quiero hacer”.

«[El no haber sidos forzados] nos permitió encontrar nuestro propio camino hacia el arte que nos llamara la atención, en lugar de [que se nos dijera] ‘este ese el camino que debes tomar’”, comentó Maceo.

Después de dejar la facultad de derecho, Maceo empezó a escribir y a dedicarse a la pintura —quiso contar historias por medio de la escritura e imágenes. En 2010, publicó su primera novela, The Scoundrel and the Optimist, la cual le hizo merecedor del premio International Latino Book Award como Mejor Primer Libro.

Andrés también ha sido un autor célebre, su obra The Ice Worker Sings obtuvo el premio Before Columbus Foundation American Book Award en 2000. Aunque Andrés murió antes de que su libro fuera publicado, sus palabras tuvieron un gran impacto.

El evento del abril 17 fue organizado por artistas jóvenes que se han sentido identificados con el trabajo de Andrés Montoya. Joseph Rios, un poeta local, fue inspirado tras leer un diario de Daniel Chacón que contenía historias y poemas de Andrés. Después de su muerte, el premio Andrés Montoya Poetry Prize fue creado para apoyar a los poetas latinos en los EEUU. Dos ganadores anteriores, David Campos y Laurie Ann Guerrero, colaboraron con Joseph Rios para reunir a todos y celebrar el trabajo de Andrés.

La energía durante el evento fue vibrante, fueron pasando los artistas frente a la audiencia, contando sus historias personales acerca de Andrés. Trajeron su escritura a la vida. Y en ese momento, quienes formaban parte del público se sintieron como si conocieran a Andrés.

— Traducción Elvialuz Gonzalez