Manlio Argueta, el ilustre escritor salvadoreño, visitará el Área de la Bahía. Photo Courtesy Talleres de Poesía

“Más allá del volcán” se denominó a la gira en el Área de la Bahía de Manlio Argueta, uno de los grandes escritores salvadoreños. Motivo para desempolvar recuerdos, encarar y asumir aquellas tareas pendientes de búsqueda de la memoria escondida o abandonada sobre la historia literaria del grandísimo Pulgarcito.

Dos han sido las aficiones legales más grandes y no censuradas en El Salvador: el fútbol y la migración. Leer, escribir, investigar y pensar sobre la historia del país han sido consideradas tareas “subversivas” y castigadas a muerte.
Al mismo tiempo, se ha fomentado la idolatría por la cultura barata estadounidense y la de telenovelas mexicanas, que gozan de legalidad, admiración, respeto y demanda a lo largo y ancho del territorio nacional.

A quienes han querido buscar y curiosear más allá de La Biblia y hacer realidad las promesas de Dios en vida y en la Tierra, se les ha señalado de diabólicos, dementes o criminales, y en muchas ocasiones tuvieron que salir del país.
Manlio Argueta es un ejemplo de ello, y su libro “Un día en la vida” hubo que leerlo en los años ochenta, en eso, en un día. Y, por mucho amor que se le hubiese tomado a la novela, inmediatamente había que deshacerse del librito. Todos en casa lo consiguieron y leyeron en secreto, pero ninguno de se atrevió jamás a comentarlo en la sobremesa.

En una entrevista concedida en Alemania en 1992, y a propósito del impacto que causaron en El Salvador las matanzas acaecidas en el año 1932, Manlio Argueta dijo:

“El 32 es uno de los hitos determinantes en el freno de mano que tiene nuestro desarrollo cultural, aunque todo esto viene desde antes. La lucha por la tierra a finales del siglo XIX, la legalización de forzosas expropiaciones de las tierras comunales y ejidos (…) Pero el 32 fue algo más trascendental en cuanto hubo un tajo histórico más cruento que detuvo el impulso para el desarrollo normal de nuestro país. Después hubo otro golpe de estado militar, en el 44, luego en el 61, y en el 79 que han dejado golpeada nuestra historia. Para culminar en una crisis fraticida que fue la guerra civil del 81–92. Es así que en el 32 se inicia una vida nuestra truncada, mal herida, pero sin que lleve a la muerte al país, de milagro.
El terror y el miedo generalizados han sido los ingredientes presentes en la cotidianeidad de El Salvador, y no se conoce salvadoreño común y corriente que no haya sufrido, por lo menos, una de los dos. Pero a pesar de todo, el amor a la vida sigue siendo, irónicamente, la característica más defendida y naturalmente presente en ese mini-terruño-azul-y-blanco (quien piense lo contrario, se merece un machetazo).

Argueta continúa: “Aún herida de varios tajos, la civilidad de a pie sigue adelante y palpitan los corazones y la sangre, nos pasa algo parecido a lo que sucede con el ciempiés (…) que lo cortas en dos pero queda con vida cada uno de sus pedazos. La leyenda dice que si dejas a solas esos pedazos, luego se juntan para recomponer de nuevo su cuerpo. A nosotros nos cortaron en dos en el 32, en el 44 en otros dos tajos, en el 60 y 80 más tajos o corte en pedazos. (…) Pero siguen dando muestras de vida las partes en que nos cortaron. Y así siguieron otras heridas mortales. Somos el ciempiés macheteado y de ahí derivamos a la serpiente caníbal que se devora a partir de su propia cola.”

Literatura Salvadoreña
Aunque chiquito y desgarrado, El Salvador cuenta con una rica tradición literaria. Se ha dicho que ‘el trípode’ en que descansa la cultura literaria nacional está compuesta por los escritores Francisco Gavidia, Arturo Ambrogi y Alberto Masferrer. Otros, convirtiendo el trípode en mesa de cuatro patas, agregan a José María Peralta Lagos.
De ahí, y sin ánimo de hacer un recorrido exhaustivo, existen varias piedras angulares en la literatura salvadoreña que acompañan a la figura ilustre de Manlio Argueta.

Alberto Masferrer escribió “Dinero maldito” (1927), una descripción minuciosa de los destrozos causados por el consumo de alcohol entre los campesinos, que provoca violencia doméstica, horfandad, pobreza y muerte.
Alfredo Espino escribió “Jícaras Tristes”, publicado tras su trágica muerte en 1928, lindos poemas modernistas de exaltación a la naturaleza leídos por todos los niños salvadoreños en las escuelas.

Alberto Rivas Bonilla escribió “Andanzas y malandanzas” (1936), una inventiva y caústica alegoría en tono de fábula que sigue la vida de un perro aguacatero del que todos abusan.

Salarrué escribió “Cuentos de cipotes” (1943), libro que muestra la riqueza del lenguaje vernáculo salvadoreño y es un primor leer, una joya del acervo cultural guanaco.

Roque Dalton, escribió su obre seminal “Las historias prohibidas de Pulgarcito” (1974), un mosaico de géneros que deconstruye la desgarradora realidad sociohistórica salvadoreña, con un estilo vanguardista y revelador; además de mucha poesía.

Ya a finales de siglo, Horacio Castellanos Moya escribió “El asco” (1997), un relato en primera persona del el hastío y la repugnancia que un personaje siente por su raza, una manera de asco existencial.

Manlio Argueta nació en San Miguel, El Salvador, en el año 1935. Comenzó a escribir poemas desde chiquito, a los 13 años, y en 1956 recibió el premio nacional de poesía. A medida que se involucró más en la comunidad literaria salvadoreña, perteneció al grupo llamado la Generación Comprometida, junto al ilustre Roque Dalton, y autores como Álvaro Menen Desleal, Waldo Chávez Velasco, Irma Lanzas, Orlando Fresedo o Mercedes Durand. Tras exiliarse por razones políticas a Costa Rica en el año 1972, no regresaría a su país hasta la década de los noventa. Actualmente es director de la Biblioteca Nacional.

Nuestro compatriota dará una serie de charlas organizada por el colectivo “Talleres de poesía”. El lunes 9 de mayo estará presente en la universidad UC Davis a las 3:30 de la tarde. El 10 mayo estará en la universidad UC Santa Cruz, a las 4 de la tarde. El miércoles 11 de mayo, de 6 a 9 de la tarde, en Piñata Art Gallery (4268 de la calle Misión). Y el sábado 14 de mayo, en la Iglesia Presbiteriana de la Misión (3261 23rd St.) a las 4 de la tarde. Manlio Argueta presentará su último libro titulado “Ángel en llamas” publicado por Luna’s Press, con ilustraciones del también salvadoreño y gran pintor local Víctor Cartagena.